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DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA
(Año Impar. Ciclo B)
Lecturas bíblicas:
Abrimos nuestra Biblia y buscamos:
a.- Eclo. 3,3-7.14-17: El que teme al Señor honra a sus padres.
(O bien: Gn. 15,1-6; 17,5; 21,1-3: Te heredará uno salido de tus entrañas).
b.- Col. 3,12-21: La vida de familia vivida en el Señor.
(O bien: Hb.11,8-11.17-19: La fe de Abraham, de Sara y de Isaac)
c.- Lc. 2, 22-40: El Niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría.
Esquema
1.- Invocación al Espíritu Santo para que sea ÉL quien ore en nosotros: Ven
Espíritu Santo…
2.- Acto Penitencial: Pedimos perdón al Señor, antes de escuchar su Palabra,
de todo lo que nos ha impedido orar durante esta semana. Perd￳n Se￱or….
3.-Oración colecta: Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia
como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo: concédenos, te rogamos, que,
imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los
premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor.
4.- Lectio divina:
a.- ¿Qué dice el texto?
- “Cuando se cumplieron los días en que debían purificarse, según la ley de
Moisés…” (Lc. 2, 22ss).
Este evangelio consta de varias partes: la presentación del Niño Jesús en el
templo (vv. 22-24); el testimonio del anciano Simeón (vv.25-35; el canto del “Nunc
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Dimittis” (vv.28-32), el testimonio de Ana (vv.36-38), y el regreso a Nazaret (vv.39-
40). Todo el evangelio de la infancia se centra en el templo de Jerusalén, desde el
anuncio a Zacarías y la subida de José y María a la ciudad santa. Como trasfondo,
tenemos el cumplimiento de la Ley de Moisés: todo primogénito varón es sagrado,
consagrado a Yahvé, por lo tanto, no se sacrificaba al ser humano, sino un animal
puro, un cordero o pichones de paloma, en el caso de la ofrenda de los pobres. El
evangelista quiere resaltar que Jesús, como primogénito de María, ha sido
presentado al Señor, es decir, rescatado, por el sacrificio de las palomas, ofrecido
a Dios. A esto se une la purificación de María, que sigue las prescripciones de la
ley judía (cfr. Ex.13, 2.11; Lev.5,7; 12,2-4.8; Nm.18,15-16; 1Sam.1,24-28;
Neh.10,37). El centro de este evangelio, lo constituye el anciano Simeón a quien
el Espíritu Santo le había prometido que no moriría sin haber visto al Mesías:
Jesús ha sido ofrecido al Padre, y responde enviando el Espíritu Santo al anciano
que comienza a profetizar. Se cumple lo esperado por él y la consolación de Israel
(vv. 25-28; cfr. Is.40-60). Es en el atrio de las mujeres, donde se encuentra con
María y toma en sus brazos al Salvador esperado, gesto maternal de su parte; la
vida nueva, la salvación es no sólo para Israel, sino para todas las naciones.
Simeón eleva un cántico a Dios, en que pide irse en paz, está preparado para
morir, que disponga de su vida, pues ya ha conocido la salvación, salvación que
es luz y que Dios preparó para todas las naciones (vv.28-33). El anciano ha visto
la salvación, los gentiles sus destinatarios, pero Jesús e Israel tienen la función de
ser luz de las naciones (cfr. Is. 40,5; 49,6; 52,7.10; 9,1; Sal.98,2-3).
- “Éste está puesto para caída y elevaci￳n de muchos en Israel y como signo
de contradicci￳n” (Lc.2,34ss).
Ahora el anciano, luego de bendecir a los padres del Niño, hace una profecía a
María: su Hijo será bandera discutida en Israel, lo que hará que unos se levanten
mientras otros caen; una espada de dolor atravesará su alma; quedarán al
descubierto las intenciones de muchos corazones (vv. 34-35). La aceptación del
Mesías será desigual en Israel, su humildad desatará la división y el rechazo (cfr.
Is. 8,14). La espada representa el dolor compartido de madre e Hijo, pero se
puede entender en clave de Juicio final. Como la madre del Mesías, no que
exenta de tomar parte por su Hijo, primera discípula de la nueva familia formada a
partir de la palabra de Dios (cfr. Ez. 6,8; Lc.8,21). La profetiza Ana, alaba y
agradece a Dios, presenta como Simeón a Jesús como el Salvador (vv.36-38). La
ley representada por él y la profecía por ella, se rinden ante el Mesías, esperanza
de Israel (cfr. Gn. 30,13; 1Sam.1,7-12; Jl.3,1; Hch. 13,2; 2,42-46). Vueltos a
Nazaret, Jesús crecía en gracia y estatura (cfr. Lc.1, 80; Hb. 2, 17), sabiduría y
obediencia a sus padres de la tierra.
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b.- Meditación. ¿Qué me dice? ¿Qué palabra o hecho de este evangelio me
habla al corazón? Escoge tu versículo, tu texto.
- “Movido por el Espíritu Santo vino al Templo” (v. 27). Si voy al templo es para
encontrarme con el Señor, dejarme iluminar por Jesús, para comunicarlo a los
demás como luz del mundo.
- Otros testimonios…
c.- Meditación. ¿Qué le digo al Señor a propósito de este texto? Escoge una
palabra del texto con la que inicias tu oración personal y comunitaria.
- “ Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel y como signo de
contradicci￳n” (v. 34). Señor Jesús que la respuesta de adhesión la pueda
mantener en el tiempo por tu gracia y misericordia. Tú que vez los corazones,
conserva el mío, limpio para que tu luz siempre lo guíe. Te lo pido Señor.
- Otras oraciones…
d.- Contemplación y acción. ¿A qué me compromete este evangelio?
- A cuidar y trabajar por la unidad y santidad de la familia cristiana.
5.- Relectura bíblica que hace S. Teresa de Lisieux, escribe: “Me ense￱a el
Evangelio que sumiso/ a María y José permanece Jesús,/ mientras crece en
sabiduría./ ¡Y el corazón me dice/ con qué inmensa ternura a sus padre queridos/
él obedece siempre!/ Ahora es cuando comprendo el misterio del templo,/ las
palabras ocultas del amable Rey mío:/ Tu dulce Niño, Madre,/ quieres que seas tú
el ejemplo vivo/ del alma que le busca/ a oscuras, en la noche de la fe.” (Poesía
54, 15. Por qué te amo María).
6.- Padre Nuestro
7.- Abrazo de la paz
8.- Bendición final.
“Buscad leyendo y hallaréis meditando; llamad orando y abriros
contemplando” (S. Juan de la Cruz)