Pautas para la homilía
Fiesta. Bautismo del Señor (domingo siguiente a Epifanía)
Este es mi Hijo amado, escuchadlo
Itinerarios del Bautista y de Jesús.
Desde nuestra condición de creyentes, hoy aceptamos sin problemas, las
diferencias que se dieron en el anuncio del Reino de Dios por parte de Jesús y de
Juan Bautista: Jesús pudo ser discípulo de Juan, y a su vez Juan es quien bautiza a
Jesús en el Jordán, junto a otros muchos penitentes.
Cuando Jesús inicia su vida pública desplegando su misión, difiere de Juan
predicador en el desierto, como los grandes profetas, lejos de la ciudad y
convivencia ciudadana. Jesús busca la cercanía humana, y en particular la de
quienes la religión y cultura “oficiales” tildaban de personas popoo gratas.
Comportamientos: Juan parece sombrío, duro, combativo; anuncia el Reino que va
a llegar, con un Dios fuerte y justiciero. Jesús “pasó haciendo el bien, y curando a
los oprimidos; no quebrará la caña cascada, no apagará el pábilo vacilante. Anuncia
que el Reino está dentro de nosotros, sin necesidad de buscarlo acá o allá; un Dios
que “amó tanto al mundo que envió a su hijo al mundo para salvarlo”.
Bautismo de Jesús, bautizados en Cristo
A. Bautismo de Jesús. El mensaje teológico que nos brinda el evangelio de hoy
podemos considerarlo de máxima importancia en la revelación de Dios recogida en
el Nuevo testamento. No es un acto de humildad, ni una comedia por parte de
Jesús, sino una actitud de sinceridad de quien se considera verdadero hombre, y
busca identificarse en plenitud como tal a lo largo de su vida.
Racionalmente no cabe pensar que una realidad sea a la vez dos: Un hombre no
cabe que sea Dios, o que Dios sea al mismo tiempo hombre; que algo sea a la vez
blanco y negro. Por la fe lo podemos aceptar, y en nuestra mentalidad en unas
ocasiones captarlo como hombre limitado, con sentir y amor humanos, y en otras
verlo como Dios, infinito. En realidad en Jesucristo existe en plenitud la naturaleza
humana, y a la vez la naturaleza divina (hijo de María e Hijo de Dios): dos
naturalezas, en la persona del Verbo, Dios.
Hemos de admitir el doble nivel del relato: Narrativo y teológico. Nos toca descubrir
con la mayor sencillez, lo que hay detrás de esa narración, que la liturgia de hoy
nos manifiesta, poniendo al Espíritu como principal protagonista, y usar términos
sensibles: “como una paloma”. Dios se manifiesta siempre como Espíritu, y en
Jesús brilla bajo los signos de agua y Espíritu.
B. Bautizados en Cristo. Jesús, decía a Nicodemo que hemos de renacer por el
“agua y el Espíritu”. Hoy celebramos la presencia de la divinidad (eterna) en Jesús,
quien había asumido años atrás la humanidad verdadera. Son imágenes necesarias
para comunicar verdades teológicas, y -desde una mejor comprensión de Jesús el
Cristo- conducirnos a descubrir en la fe nuestra sobrenaturaleza por la fuerza del
Espíritu Santo.
Itinerario de hijos de Dios
A. Dios está en nosotros y desde ahí nos llama a dar una respuesta ajustada a la
condición de hijos adoptivos. Si nuestro quehacer lo reducimos a las realidades
biológicas o psicológicas desarrollaremos solo una parte de las posibilidades
personales, menoscabando la realidad sobrenatural.
La experiencia de ser amados por Dios es la base y fundamento del verdadero amor
(ágape) que existe ya en nosotros, con forma definitiva. Descubrir esa presencia
puede modificar los objetivos de la vida, asumiendo una “humanidad
sobrenaturalizada” donde lo nacido de la carne es carne, y lo que viene del Espíritu,
espíritu. ¡El bautismo ha cambiado nuestro ser radicalmente!
B. Caminemos en la verdad iluminados por el Espíritu, por sendas de justicia y
caridad, valorando a cada persona en su “totalidad” de hijo de Dios.
Viviendo esperanzados en la vocación de transformar las realidades terrenas, según
la mirada de Dios, con los pies en el suelo.
Saboreando la convivencia fraterna, con la humanidad asumida por Jesús, para
convertirla en servicio desinteresado y colmada de gozosa esperanza.
Fray Manuel González de la Fuente
Valladolid