DOMINGO II TIEMPO ORDINARIO CICLO B
LA COMUNIDAD ÓPTIMA OPCIÓN DE LA FE.
Cuando Samuel oye la primera llamada de Dios es todavía un niño que a muchos
puede recordarles su propia vocación y a todos la preferencia que Dios tiene por los
pequeños, los pobres y a quienes la gente no encuentra como predestinados para
grandes cosas. En todo caso, cualquiera sea la edad del escogido, la llamada del
Señor llega a los seres débiles en quienes él confía una tarea fuera de las
proporciones de su debilidad.
NUESTROS PRECURSORES EN LA FE.
El Bautista señala a Jesús cuando pasa a sus dos discípulos y éstos de inmediato lo
siguen: ¿Quién o quienes fueron nuestros primeros precursores en la fe y la
vocación?, ¿reconozco la voz de quien(es) nos llevó a Jesús, la Palabra. Profeso
respeto y gratitud a quienes con su voz y testimonio nos dijeron con claridad quien
era y donde estaba Jesús? Ahora podemos mirar al Jesús histórico iluminados por la
fe pascual para comprender lo que significa: “No me habéis vosotros elegido sino
que yo os he elegido a vosotros” (Jn (15,16). Comprendemos que el crucificado
resucitado nos diga ahora como antes: ¿Qué buscáis? (1,38) ¿Qué quieres que
haga contigo” (Lc 8,41). El valor de ambas preguntas reside en el cambio de
motivos que hemos podido tener antes y que ahora debemos corregir para seguir a
Jesús. Podemos ahora no por información sino por experiencia llamarlo: “Rabí,
Maestro” o “Rabbuní (Maestro mío). Somos los Natanael (1,51). Que en la
experiencia del seguimiento hemos visto cosas mayores en nuestra vida, ¿Cuáles?
En Israel conocido el “Maestro” era envidiable ir a vivir con él: “¿Dónde vives?
(1,38). La pregunta la hacían porque estaban convencidos de que él podría cambiar
sus vidas.
Saber dónde está el Cristo de la fe transformando el individualismo de la gente para
hacerla más humana es la dirección indicada para cualquier creyente encontrarse
con la obra de Jesús; y permitir que Jesús, por la acción del Espíritu Santo, luche
en nuestro interior contra el individualismo en todas sus manifestaciones; a
condición de ayudar a otros en la misma lucha.
LA COMUNIDAD LUGAR DE LUCHA.
Hay una dimensión de estar con Jesús, que va más allá de lo particular, la
comunidad a la cual pertenecemos como opción de la fe. La Comunidad a nombre
de Jesús es la mediación que permite la invitación de Andrés a Simón: “Hemos, (la
comunidad), encontrado al Mesías”. Más adelante Jesús lo constituyó en piedra,
fundamento de la comunidad cristiana; es la misma comunidad de los discípulos
que en cabeza fe Felipe y Andrés actúa como servidora de los pobres en la
multiplicación de los panes; y festeja en Betania la abundancia de la vida
celebrando un banquete por el regalo de la vida a Lázaro; es la comunidad que no
puede ser conformada por siervos sino por amigos en la última cena.
COMUNIDAD ALTERNATIVA.
La comunidad de los discípulos es alternativa de la sociedad de Corinto proverbial
por su vida disoluta. La comunidad es el cuerpo donde el cuerpo individual es
templo protegido por el Espíritu Santo. De ahí que comunidad cristiana se
convierte en un “cuerpo ético” más que en individualidades con votos. “¿O es que
no saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que han recibido de
Dios y habita en ustedes?” (La comunidad).
P. Emilio Betancur