DOMINGO III TIEMPO ORDINARIO CICLO B
¿QUÉ PRETENDÍA JESÚS?
Marcos inicia el evangelio así: “Comienza la buena noticia (kerigma en griego, bisar
en hebreo) de Jesucristo, hijo de dios” (Mc 1,1). Jesucristo es la buena noticia de
Dios; Él es el “Reino de Dios” que está dentro de nosotros (Lc 17,21), como una
semilla que se siembra y crece hasta constituirse en árbol. Para Pablo la conversión
no es exclusivamente moral; es “cambiar de mentalidad”. Mirar las cosas desde el
nuevo punto de vista de Jesús y obrar de acuerdo a sus sentimientos.
DIFICULTADES DE LA COMUNIDAD.
Jesús para llegar a ser de los discípulos una comunidad tuvo que superar serios
problemas: los obstáculos sicológicos de su condición social y las precariedades de
su educación; de ahí la ruptura progresiva pero definitiva con su entorno porque lo
que cuenta es el objetivo final, el seguimiento en comunidad de discípulos. Su
realidad futura está en quien los llamó más que en las cualidades personales y
arte particular de pescar. A los discípulos debió haberles fascinado la humanidad de
Jesús, como nos encanta hoy, aunque no con la inmediatez de dejar lo nuestro por
seguirlo. Todavía hoy vale la pena de dejarse humanizar por Jesús para humanizar
a otros; “Yo los haré pescadores de hombres”, sacar a los hombres del mal,
significado en el mar de Galilea para traerlos a la vida requiere renacer como hijos
de Dios. “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron pero a los que lo acogieron
los hizo capaces de ser hijos de Dios (Jn 1,11-12).” Vino para que tengan vida, y la
tengan en plenitud (Jn 10,10). A lo mejor a los judíos se les hacía más difícil creer
y seguir a Jesús porque en ese entonces un cambio de mentalidad era signo del
mal; y si se llevaba a cabo había que cargar con incalculables y merecidos
sentimientos de culpabilidad; proporcionales a cambiar una tradición.
LOS LOGROS DE JESUS.
La mejor enseñanza de Jesús fue hacer una comunidad de discípulos que
aprendiera a mirar la realidad como él la entendía y a compartirla como él la vivía;
jamás Jesús pensó que estar con él era solo para sentirse a gusto como quien
medita en un jardín; su intención fue sacarlos de la lucha inclemente de pescar
para hacerlos participes de la “comunidad del Reino”. Tanto su padre pescador
Zebedeo como sus hijos Santiago y Juan pertenecen al mundo antiguo que es
reemplazado por la comunidad que preside Jesús. Dejando los vínculos naturales,
incluida la madre tierra y la subordinación laboral con la pesca, comienzan a hacer
parte de una comunidad reconciliada por estar en comunión con Jesús, para servir
como alternativa de la familia y la sociedad judía. Lástima que la cristiandad haya
dejado de lado este talante, o al menos hacerlo más explícito como alternativa a la
manera de pensar y vivir actualmente. Gracias a Dios hoy es posible por voluntad
de la Iglesia la reconstrucción de nuevas alternativas sociales con las comunidades
a ejemplo de la primera que cimentó Jesús con sus discípulos, no en función de
ellas mismas sino al servicio del bien común y particularmente de los pobres. El
gran milagro de Jesús fue hacer de los discípulos una comunidad y tener la
oportunidad de hacer de los creyentes, por la nueva evangelización, nuevas
comunidades con el perfil de las primeras.
El relato de los primeros discípulos que siguieron a Jesús permite concluir que “el
seguimiento” es la característica del discipulado; y éste debemos comprenderlo a
partir del seguimiento. Los discípulos conocieron a Jesús no en cursos sobre su
vida, leyendo información sobre él o en las lecciones de catequesis sino siguiéndolo.
Tanto la teología pero particularmente la cristología y la Pastoral se construyen
con base al seguimiento de Jesús para no hacer sólo transmisión de conceptos sino
relatos de seguimiento.
¿Cómo nos vamos a perder la experiencia de vivir la fe en Comunidad? la victoria
de la cruz y resurrección de Jesús sobre nuestro propio mal; incluso para saborear
desde ahora lo que Isaías llama: “Mirad yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra
nueva, de lo pasado no haya recuerdo ni venga pensamiento, más bien gozaos y
alegraos siempre por lo que voy a crear (Is 65,17-18). La vida es corta porque este
mundo que vemos es pasajero” (Segunda lectura).
P. Emilio Betancur