Zancadillas de rutina
La página de Job que leemos hoy, ha sido considerada como “uno de los textos más
negros de la literatura universal”. Job no da opiniones ni pregunta por religiones,
simplemente habla del dolor. El inmenso dolor de humanidad que nos sobrecoge en
cada curva de nuestra existencia o salta como zancadilla cuando la ilusión abría la
ventana de nuestra alma. Sólo camina quien sabe del dolor…
Hay una palabra hebrea, TIKVA , que significa ‘hilo’, pero que también traduce
‘esperanza’. Aquí está es secreto de la liturgia de hoy: El dolor nos puede destruir, pero
sólo cuando perdemos la esperanza. El hijo de nuestras vidas se aferra a este hilo
conductor, seductor que hace nudo y aprieta el corazón dándole oxígeno, ventilación,
pasión. Esa esperanza prende raíces hasta en las rocas y nos amarra al corazón de Dios.
Job apela a la “memoria” de Dios para darle a su dolor un fuelle de vitalidad. Pablo
también asume el sufrimiento por causa del evangelio, para hacerse “todo para todos”,
incluso, esclavo por amor. Sólo el dolor nos puede llevar al amor, un amor, claro, que se
deja crucificar dando hasta la última gota. Job lo veía en lejanía. Pablo lo asume en la
total cercanía, proximidad de un Dios que nos amó pasando por el dolor.
Dolor viene de una palabra latina, ‘dolendo’, que quiere decir ‘partir en dos’: Asumir mi
vida en servicio de los demás. Para servir hay que partir, darse, repartirse, donarse.
Jesús lo hace acercándose a la suegra de Pedro y, Ella, curada, sanada, se levanta a
servir. El amor de Jesús cura su dolor. Vuelve el hilo sangrante de nuestras vidas a
entretejerse con el hilo de la esperanza que nos libera de las zancadillas rutinarias de la
vida y prende fuego en nuestros corazones.
Cochabamba 08.02.15
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com