DOMINGO V TIEMPO ORDINARIO CICLO B
LAS FIEBRES QUE REQUIEREN DE JESÚS.
Jesús pasa de la sinagoga; lugar judío, a una casa, lugar de la comunidad
familiar convertida en casa cristiana de la resurrección y el servicio, allí hace un
nuevo signo para que los discípulos comprendan que son “pescadores de
hombres”. La experiencia del poder de la Palabra en el culto, Iglesia, hay que
llevarla a la casa para que sanada la familia del egoísmo, fiebre, se ponga al
servicio de los demás. Recurramos de nuevo a la imaginación para extender el
servicio de la casa a la calle y de la calle a toda la sociedad.
PRIMERO LA COMUNIDAD
En el evangelio de hoy estamos ante una jornada de evangelización por parte de
Jesús de la mañana a la noche: enseñando, curando y orando, con Santiago,
Juan, Andrés, Simón y su suegra. La enfermedad para el judío no solo ataba sino
que hacía impuro al enfermo; era una posesión maligna. “Jesús se le acercó, y
tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre, signo
de la muerte, y se puso a servirles” (Evangelio). Por el servicio; la suegra de
Pedro supera la sacralidad del sábado judío y amplía la nueva familia,
comunidad de discípulos. Esta experiencia pascual, paso de la muerte a la vida,
hace de la mujer curada la primera cristiana de la historia. El amor servicial
puede expresar la salud y madurez del alma de todo creyente.
LA FE DESCANSA.
Cuando el hombre le ha permitido a Jesús tocar su corazón y su mente las
violentas fiebres de la vida han pasado y hemos estado en condición de poder
servir. Las fiebres de la ansiedad y el temor, la suficiencia y una búsqueda sin
descanso de dinero; pueden ser sanadas por Jesús cuando permitimos que entre
a nuestra casa, bien sea al corazón que al hogar o la empresa para tomarnos de
la mano, levantarnos y dejarnos en paz como condición de servir. “Venid a `mí
todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad
sobre vosotros mi yugo y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón;
hallaréis descanso para vuestra vida; porque mi yugo es suave y mi carga es
ligera (Mt 11,28-30).
EL DESCANSO ES DON DE DIOS.
Cuando la liturgia nos regala este texto del libro de Job no es para explicar las
razones del sufrimiento sino el camino del descanso que empieza no por la
palabra del hombre, angustiada y descreída, sino por darle espacio a la palabra
de Dios llena de paciencia y consuelo. Dios lo invita a que contemple la creación
para que sea humilde y se considere ignorante ante “los pensamientos de Dios
que no son los nuestros” Job reconoce su ignorancia en los misterios de Dios. Así
la historia de Job es la nuestra en tres actos: la bondad y alegría en el inicio de
su vida material, ética y afectiva; los graves males con la pérdida de su bienes,
la salud, y su familia, la fe admirable de Job dejando a Dios ser Dios, y el
descanso, porque habiendo conocido a Dios en su propia carne le restablece el
sentido de su vida, con bondad, paz y alegría para que él sepa restablecerlo con
los demás.
CUIDADO CON LOS INVASORES.
“De madrugada cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se
fue a un lugar solidario, donde se puso a orar” (Evangelio). En el silencio de la
oración Jesús fue descubriendo su propia identidad y camino. La vida actual se
ha vuelto tan pública y gregaria por la dificultad de cerrar puertas contra las
insistentes intrusiones del mundo exterior, de los Medios y de todos los demás
constantes invasores de los sitios en silencio más que solitarios. La vida
congestionada nunca tiene en sí misma la posibilidad de renovarse y fortificarse;
hay que darle permanentemente ese regalo, llamado Jesús o evangelio.
NO LO DETIENE EL MAL.
Mientras que los discípulos querían retenerlo quizás para aumentar su prestigio,
“todos te andan buscando”, Jesús hizo caso omiso de esa posibilidad porque
debía continuar con su misión: “Vamos a los pueblos cercanos para predicar
también el evangelio, pues para eso he venido”. No se quedó ni en el mismo
sitio ni a la misma hora para curar lo mismo de los mismos porque su misión era
servir expulsando a los demonios, el mal, para que el hombre siendo más
humano pudiera servir creando humanidad.
El relato hoy se refiere más a la predicación de la victoria sobre los demonios
como personificaciones del mal que a las curaciones. Lo mismo ocurre en el
envío de los discípulos “los envió de dos en dos dándoles poder sobre los
espíritus inmundos “(6,7).La misión y la predicación están absolutamente unidas
a la liberación del mal para que los salvados puedan liberar a otros.
RENOVADO POR LA CRUZ PARA SERVIR.
Si Pablo fue convertido por Dios al crucificado lo fue para el servicio de sus
hermanos; servir desde la experiencia de la cruz llevo a Pablo a afirmar: “¡Ay de
mí, sino anuncio el evangelio!”, “Si no anunciara el Evangelio sería el más
desdichado de los hombres” “Si yo lo hiciera por propia iniciativa, merecería
recompensa, pero si no, es que se me ha confiado una misión” (2da. Lectura).
Dios quiera que, como a Pablo, se nos aparezca el crucificado-resucitado para
comprender desde la cruz que significa servir a los hermanos.
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Padre Emilio Betancur Múnera