I Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
PESE A QUE NO LE ENTENDAMOS, DIOS ES UN BUEN HOMBRE
Padre Pedrojosé Ynaraja
Se dice y repite que el relato del Diluvio no es original, que es copia de un
documento conservado en tablillas con escritura cuneiforme, que se refiere a la
epopeya llamada de Guilgamés. Advierto que más bien debería afirmarse que
ambos recogen antiguas tradiciones que les son comunes. Pero nada de esto nos
importa ahora, mis queridos jóvenes lectores. La Biblia no es un acta notarial de
acontecimientos históricos antiguos, reservados a estudiosos. Se escribió inspirada
para nuestro mejoramiento moral e instrucción religiosa. Que se partiera de textos
encontrados, no es ningún inconveniente, si lo que nos trasmite por deseo de Dios
un mensaje salvífico.
Si una comunidad fue infiel, era preciso purificarla. Si el procedimiento fue severo,
un extenso diluvio, era necesario que la posteridad lo supiera, pero que también
que Dios está siempre a favor de la paz y el bien. El símbolo del arco iris era una
adecuada imagen nemotécnica y además bella estampa cósmica. Siempre que el
hombre la contemplara, recordaría que el Supremo Hacedor estaba a favor de la
vida y existencia humana.
Llegada la plenitud de los tiempos, se obró un gran prodigio en favor de los
humanos. La salvación no fue pura quimera, fue una realidad al alcance de todos y
cualquiera, gracias a la heroicidad de Jesús. Hombre grande y perfecto, capaz de la
proeza de aceptar lo que le pudiera venir encima, como consecuencia de los odios,
envidias y malicias que sobre Él cayeran. Hijo Él de Dios Padre, por ello era capaz
de dar universalidad y fortuna a todos. Es uno de los contenidos de la segunda
lectura de la misa de hoy. El evangelio nos detalla cómo empezó esta etapa que
para bien de la humanidad llegaba.
Jesús, el protagonista, impelido por el maligno, pero dejándose llevar, se retira al
desierto. Se queda allí los míticos cuarenta días. Se dejó tentar, permitió que fuera
atacado por los enemigos peores que el hombre tiene, aquellos que surgen de su
mismo interior. El hambre que procede del estómago, era expresión de otras
muchas tentaciones, más difíciles de superar. Vivía entre alimañas, servido por
ángeles. Exactamente como nosotros nos sentimos molestado, atacados, sometidos
y ofendidos, mientras los favores de Dios nos ayudan a superar el trance.
Superada la prueba, es hora de marchar a un foro de reunión y escucha. Anuncia
que se inauguran tiempos nuevos. A grandes males, grandes remedios. A nuestras
dificultades consecuencia de vivir en una cultura decadente, falta de motivaciones
para obrar el bien, del egoísmo que está enraizado en todo hombre, de su
ambición, de su deseo de triunfar y gozar sin freno, Él ofrece su ayuda, su
colaboración.
Si nuestra cultura ha sido capaz de suprimir el plomo para la conducción del agua
doméstica, el amianto para cubrir tejados, el mercurio para termómetros y
tensiómetros, micro filtrar y modificar fórmulas de combustibles para no
contaminar, seleccionar basuras para reciclar productos de desecho capaces de
reutilización, etc., etc., paralelamente debe someterse a una disciplina que evite la
derrota y condena el día, no de pasar revisión respecto al cambio climático, sino de
juicio personal, si se quiere ser admitido a la gozosa Eternidad de Eternidades.