MIÉRCOLES DE CENIZA
Comienza la Cuaresma: ¡Iníciala como Dios espera de un buen hijo suyo!
- Tenemos que recuperar el sentido positivo de la Cuaresma. Es necesario
desprenderse, cuanto antes, de ese sentido sombrío y de esos tópicos con los
que, durante tanto tiempo, se ha considerado este Tiempo de Gracia
- La Cuaresma hemos de verla como un “prometedor otoño” que nos brinda
la Iglesia para disponernos a la cosecha de esos abundantes frutos que nos
pueden deparar las especiales actitudes cristianas a las que somos invitados.
- Decepcionaríamos al Señor, y nos aprovecharía de muy poco la Cuaresma
si, este Miércoles de Ceniza con el que comienza, nos quedásemos sólo en
el… “Polvo eres y en polvo te has de convertir”, y nos pasara desapercibido
ese otro mensaje de la fórmula alternativa que nos ofrece también la
Liturgia en la imposición de la Ceniza:“ Convertíos y creed en el Evangelio”
- Quede claro que la Iglesia, en este inicio de la Cuaresma, no quiere sólo
recordarnos la caducidad de esta vida, que evoca ese… “Polvo eres y en
polvo te has de convertir”, sino que desea que este Tiempo Litúrgico, sea un
aldabonazo que ponga de manifiesto la necesidad que tenemos de
conversión: “Convertíos y creed en el Evangelio”, recordando con fuerza:
- Que somos hijos de Dios.
- Que somos portadores de una vida divina que debemos
alimentar y defender, salvaguardándola de los riesgos y “gangas” que el
mundo nos ofrece.
- Y quiere también evocarnos que, para que esa vida divina
pueda dar los buenos frutos que el Señor espera de nosotros, además del
debido alimento, necesita de una cuidadosa labor de poda a la que estamos
especialmente convocados en este Tiempo de Gracia que es la Cuaresma.
- Y, con este fin, la Iglesia nos invita a intensificar, en este Tiempo, tres
tareas fundamentales:
- La Oración (A ser más asiduo en el trato con Dios)
- La escucha de su Palabra (A través de la lectura y acercándonos
a los especiales medios que se nos puedan brindar en este tiempo)
- Y finalmente, a ejercitarnos, con más intensidad en este Tiempo,
en esa “labor de podad” que es para nosotros, la mortificación y el espíritu
de penitencia.
Guillermo Soto