DOMINGO II CUARESMA CICLO B
EL TABOR Y LA LLANURA.
Antiguamente los paganos para conocer la voluntad de Dios consultaban los
astros y escrutaban el vuelo de los pájaros y las vísceras de los animales; hoy el
querer de Dios sobre el hombre se intenta averiguar por magia, evocando los
muertos o leyendo los horóscopos o el Tarot.
Lo que se lee como pasatiempo termina dejando la impresión que en la vida se
logra muy poco con trabajo, disciplina o estudio porque todo depende de
imponderables, de poderes externos; el bien y el mal no son responsabilidad
humana sino de las estrellas.
ESCUCHEN A MI HIJO
Dios quiere ser Señor de nuestra historia para asegurar nuestro destino. En la
carta a los romanos se pregunta pablo: “Si Dios está a nuestro favor, ﾿Quién
estará en contra nuestra? Él que nos dio a su propio hijo, entregándolo por todos
nosotros ¿Cómo no va a estar dispuesto a dárnoslo todo, junto con su Hijo?
(Segunda lectura). Este es un canto de acción de gracias al amor de Dios que en
Jesucristo nos ha dado todo.
El TABOR FORMA EN LA ESCUCHA.
En el tabor ocurre que desde la finitud y las ruinas del egoísmo surge el hombre
nuevo formado por la escucha de la palabra a imagen y semejanza de Dios: “Se
formó entonces una nube que los cubrió con su sombra; y de esta nube salió
una voz que decía: <<Este es mi Hijo amado; escúchenlo>>” (Evangelio). Los
tres discípulos de la transfiguración pensaban que habían encontrado a Dios y
querían descansar definitivamente de su búsqueda permaneciendo con el Cristo
transfigurado. “Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una
blancura que nadie puede lograr sobre la tierra; después se les aparecieron Elías
y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Maestro ᄀqué
bien estamos aquí! hagamos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra
para Elías”. En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados”
(Evangelio). Pedro conocía tan poco a Jesús que le da una choza igual a la de
Elías y Moisés. El Señor los tocó para quitarles el miedo bajar a la llanura y
seguirlo hasta la cruz ¿Por qué se asusta el hombre de lo que Dios le pide y
nunca de lo que el Señor le da?
Unos quieren quedarse en la casa de la contemplación y la visión porticada la
transfiguración, plantando tiendas en lo alto de la montaña; y otros nueve
discípulos están en la llanura del sufrimiento discutiendo de como sanar el
sufrimiento de un hijo y de su padre
HACER DEL SUFRIMIENTO UN TABOR.
Jesús indica que hay que subir primero a la montaña de la transfiguración a orar
para después descender a la llanura del sufrimiento humano. Los de la
transfiguración deben ser los mismos que los de la casa del sufrimiento; al fin y
al cabo todos son discípulos. Ninguna experiencia religiosa es válida si aísla del
sufrimiento de los demás. El interés de Jesús es sacarnos del egoísmo incluso
espiritual es para que hagamos del sufrimiento de los demás, un tabor. Buen
número de los sitios que llamamos Tabor son lugares de adoración y
sufrimiento.
ABRAHÁN SE CREYÓ LA PALABRA.
Dios le pide a Abraham que no haga de su hijo un absoluto, que no lo convierta
en un ídolo, un tabor de adoración, sino que renuncie a su pasado y futuro en
ese hijo, Isaac, para poner toda su confianza en la palabra de Dios. Cuando
Abraham creyendo en la palabra sacrifica su ego, Dios le amplía la paternidad
como las estrellas del cielo y las arenas del mar. El monte Moría fue el Tabor de
Abraham e Isaac.
“Aún abrumado de desgracias siempre confíe en Dios. A los ojos del señor es
muy penoso que mueran sus amigos” (Sal 115).
Padre Emilio Betancur Múnera