DOMINGO III CUARESMA CICLO B
EL CUERPO ES EL TEMPLO .
Cuando leemos en el evangelio de hoy: “quiten todo de aquí y no conviertan en un
mercado la casa de mi padre… destruyan este templo y en tres días lo
reconstruiré… pero él hablaba del templo de su cuerpo” Jesús no se refería s￳lo a
una purificación por el descaro e ilegalidad de compraventa en un sitio de oración;
sino de una sustitución del templo porque lo que allí estaba ocurriendo no le hacía
bien a Israel. Jesús consideraba que todo este ejercicio comercial no era digno del
culto a Dios
Para enfatizar la acción profética de Jesús el evangelio pone en labios de Jesús una
cita de Isaías y Jeremías para incluir a los eunucos y extranjeros que estaban
excluidos de la casa de Dios y solo podían llegar al patio de los gentiles: “mi casa
será casa de oraci￳n para todos los pueblos" (Is 56,7) “¿acaso tenéis este templo
por una cueva de bandidos?” (Je 7,11) nunca con los sacrificios se puede intentar
comprar a Dios.
UN CRUCIFICADO, TEMPLO.
“Suprimid este santuario y en tres días lo levantaré” es una alusi￳n a su
resurrección, razón por la cual leemos el texto en la cuaresma. Su muerte y
resurrección harán de Jesús el templo; declaración que fue un motivo definitivo
para matarlo. Para comprensi￳n de la gente el evangelista a￱adi￳: “Jesús hablaba
del templo de su cuerpo”. A quien destruy￳ Roma con el plácet de Israel, Dios lo
hace templo para marcar indeleblemente la nueva relación del creyente con Él en
Jesucristo. Es un signo distinto a las señales milagrosas que pedían los judíos y la
sabiduría exigida por los paganos; porque no podía haber relación con un escándalo
o con una tontería como era la de predicar a un mesías crucificado (Segunda
lectura)
LAS PERSONAS SON TEMPLOS.
Para quienes encontramos en Jesús crucificado y resucitado el nuevo templo donde
habita Dios no bastan los sitios sagrados pero si se requieren para que la
comunidad celebre la victoria de Cristo sobre la muerte; lo que no deja el culto
vacío.
Jesús es el Se￱or, el verdadero templo es Él. Y Pablo agrega: “¿no saben que son
templos de Dios y que el Espíritu Santo habita en ustedes? Si alguien destruye el
templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios que son ustedes es
sagrado. Que nadie se considere sabio judío o griego, vuélvase loco. Todo es suyo,
ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios” (1Cor 3,16-23)
LA FE ES CORPORAL.
En el cuerpo nos encontramos con Dios que actúa en Jesucristo.
Nuestras raíces, nuestro sentido de orientación y del espacio son profundamente
corporales; también nuestra fe, razón de nuestro cuidado creyente para vestir al
desnudo, darle de comer al hambriento, beber al sediento, acompañar al enfermo;
acoger al extraño y visitar al que está encarcelado.
El examen final para ganar la vida eterna pasa por el cuerpo de los otros que son
templo de Dios. Lo más hermoso de la vida cristiana expresado en la liturgia es que
para ser creyentes participamos de un cuerpo. Todos los sacramentos son signos
corporales de la fe.
Los creyentes estamos invitados por el evangelio de hoy a una cuaresma,
conversión muy sugestiva: hacer de nuestro cuerpo un templo como lo hizo Jesús.
Así es el cuerpo –templo que el evangelista Juan pone en el evangelio de hoy en el
contexto de la muerte y resurrección de Jesús.