DOMINGO IV CUARESMA CICLO B
MIRAR LA CRUZ PARA TENER COMPASIÓN
Para Israel la travesía por el desierto fue dura y peligrosa, llena de hambre, sed,
fatiga y sorpresas desagradables como alacranes, y serpientes venenosas. Solo
existió una señal de sanación: La serpiente de bronce puesta en un pedestal para
mirarla. El recurso resultaba cierto porque todos se iban curando. ¿Qué era lo que
sanaba a la gente? No era ni el estandarte, ni el bronce, porque no se trataba de un
talismán, tampoco de una curiosidad; no importa el estandarte lo que importa es la
palabra escuchada y acogida en la fe. Algo similar le ocurrió a Naamán el general
del Rey de Siria (2 Re 5,1-15).
Jesús se aplica a sí mismo la imagen de la serpiente de bronce para indicar como se
remedian los males y los sufrimientos signos del mal. “El Hijo del Hombre tiene que
ser levantado para que todo el que crea, viva…Así como levantó Moisés la serpiente
en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que
crea en él tenga vida eterna”, definitiva; enfatiza la calidad y eterna la duración.
“Así demostró Dios su amor al mundo” (Evangelio) El regalo de la cruz y la
posibilidad de contemplarla no es para juzgarnos sino para que nos salvemos por
ella. Que miremos la cruz que nos sanó es tener ya en el corazón compasión por los
demás. No importa saber si Dios existe lo que importa es saber si es amor, decía
Kierkegaard. Todo amor humano que cuide la dignidad de las personas es un
cuaderno con páginas sobre el amor de Dios desde la cruz y resurrección de Jesús.
El crucificado-resucitado por la acción del Espíritu santo continúa creando y
renovando al hombre para que éste pueda colaborar con Dios en su plan de
humanizar la historia.
SOMOS NICODEMO
Nicodemo pensaba que el hombre podía mejorarse a sí mismo por su fidelidad a la
ley, Jesús afirma que la creación debe ser terminada por Dios infundiendo en el
hombre vida en plenitud ahora y definitiva después. Nicodemo es un hombre
envejecido, inútil, por el solo cumplimiento de la ley convertida en práctica religiosa
inocua. El dialogo con Nicodemo es el dialogo de la sinagoga de los ritos, la
doctrina, las costumbres agobiantes y la ley implacable; con la comunidad cristiana
renovada por la victoria de la cruz por la acción del espíritu que hace hombres
nuevos para una sociedad más humana. Nicodemo jamás olvidó este encuentro con
Jesús como también nosotros jamás deberíamos olvidarnos de nuestro bautismo
para dar testimonio permanente de esta experiencia. Cuando Nicodemo acude a
Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús y encargarse de darle al menos una sepultura
honrosa a quien había tenido una muerte afrentosa estaba siendo compasivo con
quien había sido compasivo y comprensivo con él, al final quien lo sedujo fue el
cuerpo compasivo del crucificado.
LA COMPASIÓN RECONSTRUYE.
El texto de la carta a los Efesios es la experiencia mística de un hombre genial,
Pablo, quien ha llegado a su madurez: “Dios rico en misericordia por el gran amor
con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir en
Cristo, por pura gracia estáis salvados” (segunda lectura).
Para comprender la dimensión de la compasión y misericordia Jesús nos dice: “Sed
misericordiosos como mi Padre es misericordioso”. ¿Cómo introducir la compasión,
la misericordia, el perdón y el servicio desinteresado en situaciones tan
deterioradas en dignidad y derechos humanos?, La misericordia se refiere no solo a
la pobreza material sino a otras formas como la pobreza cultural y religiosa.
POSTCONFLICTO ES REEDIFICAR.
Para nosotros Cuaresma es un reto de reedificación históricamente más grande
cuanto exigió para Israel el retorno del exilio con la ventaja que hoy por la Palabra
y la catequesis cada uno sabe que tiene que reconstruir: nuestra historia personal
de creyentes, la historia comunitaria de la convivencia y la dignidad de las
personas, una tradición social de valores y principios que hemos dejado perder y
que la cruz y la resurrección ya han recuperado.
La Cuaresma es un reto de reedificación desde la compasión para
acompañar a los que sufren por el mal. Todas las acciones que hagamos
en este sentido las podemos llamar experiencias del crucificado que nos
permiten distinguir a los crucificados, acompañarlos, es decir estar en
Cuaresma para poder celebrar la pascua.
Padre Emilio Betancur Múnera