COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires – ciclo B)
4º Domingo de Cuaresma
Evangelio según San Juan 3,14-21
Dijo Jesús: De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el
desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para
que todos los que creen en él tengan Vida eterna. Sí, Dios amó tanto al mundo, que
entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga
Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el
mundo se salve por él.» El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está
condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. En esto
consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la
luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a
ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra
conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus
obras han sido hechas en Dios.
CUARESMA: POR UNA VERDADERA CONVERSION DE LA MENTE Y EL
CORAZON
Mirando a Cristo, a Aquél que traspasaron, al Crucificado, somos salvados porque
es voluntad de Cristo. Pudo haber sido de otra forma, pero el Padre eligió esto para
su Hijo y es un misterio que nunca vamos a agotarlo, ni resolverlo, ni entenderlo
totalmente: ¿por qué tuvo que asumir todas las miserias de los hombres? Porque
evidentemente Él viene para salvarnos y se entrega para devolvernos la vida
eterna. Hay que creer en Él y, a la vez, nuestro corazón debe dar su asentimiento.
Cuando uno cree en Él, asiente y afirma con su corazón, si ya cree no está
condenado, está salvado. Pero si uno divide o no tiene fe y su corazón está opaco,
debilitado, como destruido, endurecido porque no cree en el Nombre del Hijo único
de Dios, uno empieza a condenarse. Algunos pueden decir “﾿pero cómo?, Dios es
injusto, ¿por qué unos si y otros no?, ¿por qué existe el mal en el mundo?, ¿por
qué hay tanto absurdo en el mundo?, ¿por qué parece que siempre vencen los
malos, los perversos?” ᄀPero no es así!
Sepamos que la primera y la última palabra siempre la tiene Dios y Dios tiene
misericordia de unos y de otros, pero también quiere que no sólo nos acerquemos
sino que permanezcamos en la LUZ. Y eso es poner el corazón, la inteligencia y
creer.
Muchos principiantes en la vida cristiana iniciaron bien, pero luego fueron
terminando mal. Porque se apartaron del camino, se cansaron, se aburrieron, se
desanimaron, buscaron compensaciones, hicieron un trueque, cambiaron las cosas;
y es evidente que esto puede pasarle a cualquier discípulo.
Hay que saber que los discípulos, nosotros, los creyentes, estamos en búsqueda
permanente y tenemos que aprender, creer y amar con el corazón. De esto no se
excluye a nadie porque cada uno tendrá que rendir cuenta de lo suyo, ya que es
responsable de su propia vida, de su propio crecimiento y de su propia maduración.
Pidamos en esta Cuaresma -ya que todavía estamos a tiempo- una verdadera
conversión de la mente por medio de la fe y del corazón por medio de las obras.
Que cada uno se comporte y viva como una muy buena persona, como un buen
cristiano, un buen creyente, un buen discípulo y que dé testimonio de Su Nombre.
Que cuando miremos al señor entendamos un poco más: la paciencia ante la
impaciencia; la verdad ante la mentira; el amor ante el odio; el compromiso ante la
fuga; la decisión ante la cobardía y la vacilación. Que el Señor nos confirme en el
seguimiento y en llevar dignamente el nombre de CRISTIANOS.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén