Domingo de Pascua: La Resurrección del Señor.
Domingo de Resurrección
Padre Pedrojosé Ynaraga Diaz
Tratar de entender que es la resurrección de Cristo, es imposible. Podéis leer
muchas páginas respecto a lo que fue y cómo ocurrió y tal vez lo que consigáis con
ello es aumentar el número de vuestros interrogantes, mis queridos jóvenes
lectores.
Tal vez sea algo más fácil reconocer: Jesús nació, creció, se movió, predicó. En
Jerusalén lo asesinaron. Podía haberse fugado, no lo hizo. Se dejó coger, encarcelar
y crucificar. Murió, sin duda. Fue enterrado, cerrado y vigilado el sepulcro.
Cuando, pasado el periodo en que se exigía total inmovilidad, acudieron a la tumba
para acabar de embalsamarlo, la encontraron vacía. ¿alguien había robado el
cadáver, se preguntaban?.
Incomprensiblemente, por lo observado, no estaba muerto. De repente, lo ven
junto a sí. Evidentemente vive. Habla con ellos, lo reconocen, lo recuerdan, les
recuerda.
También come un manjar sencillo, pero suficiente para demostrar su realidad
humana.
Humana sí, pero de diferente manera a como la habían conocido.
Lo han experimentado, pero continúa siendo enigmática. Mejor sería decir que
misteriosa.
Al ser humano le caracteriza no sólo el preguntarse respecto a la muerte, también
aceptar el misterio. Los animales nada de nada de esto, se preguntan.
Vive Él y nos dice que viviremos con Él también nosotros. Es suficiente.
Encerrado en la historia, aprisionado por una concreta geografía, durante años, se
paró, su reloj biológico. Hubo una pausa.
Es evidente que Él está vivo. Algo ha pasado en el intervalo. Recibe el nombre
actual de Pascua, que da nombre a este enigmático paso.
De lo que no hay duda es que tal suceso del Señor, avanzadilla del nuestro, nos
alegra. Es el gran gozo, al gran fiesta.
(os a￱ado ahora, mis queridos j￳venes lectores, un poema al estilo del If… de
Kipling, que un día redacté y que ya ha aparecido otras veces. A los que no lo
conozcáis tal vez os ayude. A quienes no os interese, no lo leáis)
PASCUA
Si la luz de la Luna
escurriéndose por entre las hojas y ramas,
llega a iluminar el tronco fornido,
y maravillados observamos cómo es y cómo era,
es que algo nuevo nace en la Tierra.
Y si el fuego nos asombra en la noche,
e imaginamos al verlo sorprendentes formas,
colores mágicos,
generosos dones,
vidas que evolucionan y progresan
es que hay juventud en la Tierra.
Y si un pueblo, ni que sea de un solo individuo,
camina con decisión por caminos ignotos,
del hoy y el aquí,
sin vacilar y sin miedo,
es que hay progreso espiritual en la Tierra.
Y si alguien, por pequeño y único que sea,
escudriñando en su ensueño
es capaz de divisar un bello país
siquiera un instante feliz
y sus ojos sollozan de emoción y de gozo,
es que hay Esperanza en la Tierra.
Y si el Cristo encuentra descanso,
en lo más hondo de nuestra morada interior,
llenándola así de optimismo,
de coraje y de Fe,
es que hay salvación en la Tierra.
Y si cada uno de nosotros se abre confiado
al Amor y al Eterno,
al enigma envolvente,
al que con ternura está a nuestra vera,
y al que nos molesta e irrita con su compañía,
entonces, solo entonces,
hermanos, sabremos
que se celebra la Pascua en la Tierra.