COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires – ciclo B)
4º Domingo de Pascua – del Buen Pastor
Evangelio según San Juan 10,11-18
Jesús dijo: “Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El
asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas,
cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa.
Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco
a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí --como el Padre me conoce a mí y yo
conozco al Padre-- y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que
no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así
habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida
para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder
de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre".
EL BUEN PASTOR NOS AMA…PORQUE NOS AMA
Jesucristo es el Buen Pastor que nos ama en serio y como tal, establece un diálogo,
una comunicación, una relación profunda con sus ovejas, es decir con cada uno de
nosotros ya que nos ama entrañablemente. Y nos ama así como somos; como un
verdadero pastor ama a una oveja, así sea flaca, gorda, buena, mala, con o sin
defectos, enferma, sana.
Así Jesús nos ama a cada uno de nosotros; con defectos, con enfermedades, con
fragilidades, con límites o con pecados. Nos ama porque nos ama y el motivo no es
porque tengamos alguna condición especial o particular, sino que el motivo es el
amor. Nos ama porque nos ama, con un amor de misericordia y predilección. Nos
ama tiernamente a cada uno de nosotros y no nos discrimina, ni censura, ni juzga.
Ese amor lo lleva hasta las últimas consecuencias; corre la suerte de, no huye. El
asalariado, el que no está comprometido, el que “no está metido en la cosa” y que
a la primera dificultad huye, se escapa porque en el fondo “suelta la mano”, no se
comprometió y no corrió el riesgo con los demás.
En la vida, muchas veces nos puede pasar algo similar: cerramos la mano,
cerramos el corazón, no nos metemos en nada, no nos complicamos la vida, somos
indiferentes a todo, no nos sentimos parte de la humanidad, no cambiamos las
cosas ni las modificamos, no hacemos lo que tenemos que hacer y también
soltamos la mano y obramos no como el buen pastor sino como el asalariado.
Cristo es consciente que viene no solo para algunos, o para muchos, sino que viene
para todos; y de alguna manera ennoblece la condición humana. Todos deben ser
beneficiados, con conocimientos o sin ellos, de la presencia de Jesucristo, el Buen
Pastor, por eso nos dice: “Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y
a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y
un solo Pastor.”
Finalmente dice “nadie me la quita, sino que libremente la doy”, porque el amor es
gratuito, no es una imposición, un decretazo, algo coercitivo, el amor es gratuito e
implica libertad y verdad. Si hay libertad y verdad, hay amor. Pero si no hay
libertad ni verdad, no hay amor.
Que Jesús, el Buen Pastor, nos enseñe a amar responsablemente nuestra vida, la
de los demás y que nos ayude a vivir en plenitud.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén