DOMINGO VI DE PASCUA , CICLO B
SER ESPIRITUALES ES SERVIR.
El evangelio de hoy trae por vez primera, como tema central, la ALEGRÍA en
relación con la pascua. El amor en la comunidad es el signo culmen para
experimentar “Como Dios nos ha amado”. Jesús comparte la alegría de la pascua
como signo de amor del padre que lo resucitó para inundarnos por la acción del
Espíritu del amor del resucitado El amor “no consiste en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que Él nos am￳ primero” la pascua (Segunda lectura).
El primer amor del que se desprenden todos los demás signos es el amor pascual,
muerte y resurrección del Señor que se hospeda en nuestro interior como Espíritu
Santo, por medio del bautismo. Cuando nos demos por enterados por la experiencia
de la fe que el Espíritu del Resucitado, Espíritu Santo, está en nuestro interior; Dios
permite que no lo amemos sobre todas las cosas, como en la primera alianza; a
condición de que con su amor en el corazón queramos amar, servir y perdonar a los
hermanos para que “nuestra alegría sea completa”. Toda experiencia pascual de la
muerte y resurrección de Jesús debe terminar en las obras de misericordia; además
de ser los puntos del examen final de nuestra vida. Lo más importante en el
trascurso de la vida es no salirnos de los puntos del examen final que, por hacernos
más humanos, aseguran el sentido de la vida con alegría y la promesa del cielo. El
amor de Dios no para engolosinarnos con sus bendiciones sino para tenerlo en
cuenta en nuestra relación con los demás. Si el amor de Dios consiste en ser
conscientes de la acción en nuestro interior del espíritu es fácil mantener la
experiencia de lo que significa: “No me elegisteis vosotros a mí, os elegí yo a
vosotros”; en beneficio de otros. Todo relaci￳n con Dios que no incluya las
necesidades de los demás termina siendo una idolatría religiosa y egoísta.
USTEDES SON MIS AMIGOS SI…
Una reflexión profunda y original de Juan sobre la pascua es considerar que la,
muerte y resurrección de Jesús, es el culmen de cuanto significa dar la vida por los
amigos; nadie tiene amor más grande que cuando se da la vida por ellos;” “ustedes
son mis amigos si hacen lo que os mando” (evangelio). Lo que nos insinúa Jesús es
hacer lo que él hizo: amar, servir, hacer el bien, dar la vida por los demás, tener
compasión, ser misericordiosos. La amistad con Jesús se funda en la posesión del
mismo Espíritu que es su amor comunicado. El que ahora los llama amigos los
llamará después hermanos. Jesús quiere ser compañero de los suyos en una tarea
común que da mucha alegría. Si existe la calidad del amor en la amistad, la
comunidad puede reconocerse en el resucitado y el resucitado en la comunidad. La
fidelidad a Jesús pasa por la práctica de la amistad con él y con los demás. En el
servicio es donde reconoce nuestra identidad y seguimiento de Jesús como
creyentes.
UN EJEMPLO DE MISION
Pedro en su visita al centurión Cornelio ocupante romano en Israel dejó de huir
para ponerse a su servicio compartiendo con él, el espíritu del resucitado, como
nueva propuesta a las dificultades del imperio en Israel. Tanto a Pedro como a
Pablo la resurrección de Jesús los hizo humildes “ponte de pie porque yo soy un
hombre como tú”, le dice Pedro a Cornelio quien lo quería adorar (primera lectura).
El camino hacia el prójimo, orientados por el Espíritu Santo debemos recorrerlo con
acción de gracias y alegría porque sólo en los demás termina la misi￳n. “Los
creyentes judíos se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo fuera también
derramado sobre los paganos” (primera lectura).El salmo es un grito de victoria que
Israel canta en el otoño de Jerusalén, durante las fiestas de las tiendas, memoria
del éxodo. La iglesia lo canta en la liturgia como alabanza pascual para no perder la
memoria de la victoria de Jesucristo sobre la muerte y su resurrección, como amor
de Dios. ”Cantemos al se￱or un cántico nuevo porque ha hecho maravillas” (Sal
97).
P. Emilio Betancur