COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires – Ciclo B)
10 de mayo de 2015 – 6º Domingo de Pascua
Evangelio según San Juan 15,9-17
Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: «Como el Padre me amó,
también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis
mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de
mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de
ustedes, y ese gozo sea perfecto. Este es mi mandamiento: ámense los unos a los
otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los
amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo
servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos,
porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que
me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y
den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él
se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»
NUESTRA VOCACION Y PROYECTO DE VIDA ES AMAR A DIOS EN NUESTROS
HERMANOS
Este mandato de amor de Cristo es universal, y el hecho de ser universal no
significa que sea abstracto sino que es concreto ya que nosotros tenemos que amar
a todos. Ahora bien, Dios no hace diferencias con nadie, independientemente de la
raza, la procedencia, la religión: Dios respeta a todos y por lo tanto nosotros
también tenemos que respetar a todos.
En estos últimos tiempos hay algo que se está aniquilando, aplastando, como
decíamos los Obispos en esta última Asamblea Plenaria, “en este contexto de
conflictos extendidos y persistentes, queremos llamar la atención sobre un aspecto
de especial preocupación: la creciente e inadmisible violación del derecho a la
libertad religiosa. La misma ha sido proclamada por la Declaración Universal de los
Derechos Humanos y garantizada por diversas convenciones internacionales tanto
universales como regionales, obligando a los Estados a asegurarla para todas las
personas, ense￱ada con tanta claridad en el Concilio Vaticano II”.
Luego, al tomar el tema de la libertad religiosa, decimos: “hay manifestaciones
violentas que producen especial estupor y reclaman una fuerte condena. Nos
referimos a lo que ocurre en zonas de Siria e Irak donde los cristianos -ciudadanos
de esos países y presentes en esas tierras desde hace más de dos mil años- están
siendo asesinados u obligados a dejar sus casas y ciudades sin poder llevar consigo
más que la ropa que tienen puesta, además de la destrucción de templos y
monumentos culturales que son patrimonio de la humanidad. También señalamos
lo que acontece en Nigeria, Sudán y Pakistán, donde es corriente el secuestro –
especialmente de mujeres y niñas- y las conversiones forzadas bajo pena de
muerte.” Esto quiere decir que ‘te convertís o sos persona muerta’. Pero ¿d￳nde
está el respeto a la libertad religiosa, a la persona humana? , el documento de los
Obispos sigue diciendo: “sabemos, no obstante, que la gran mayoría de los
musulmanes no se reconoce en estas atrocidades y las rechaza.”
El amor es universal y no tenemos derecho a usar el nombre de Dios falsamente,
para aplastar a la otra persona que piensa distinto de nosotros. ¡Es una barbaridad!
El tremendo desafío de este mundo es haber perdido su vocación, su centro; su
amor y su centro es el amor a Dios en al amor al hermano. Esta es una tarea que
hay que concretarla, encarnarla, vivirla, traducirla y expresarla.
Hermanos, el Señor nos ha dado TODO en la cruz, hoy pidámosle que nos de esa
fuerza para vivir el amor a Dios en el amor a nuestros hermanos. Él nos eligió y nos
destinó para que demos frutos permanentes, duraderos, no de un solo momento, o
de una foto, o una situaci￳n nomás. Dice Jesús: “así, todo lo que pidan al Padre, Él
se los concederá; y lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros” Esa
es nuestra vocación y nuestro proyecto de vida. ¿También es el de ustedes?, ¿su
vocación?, ¿su proyecto? Entonces, si es así, ¡a vivirlo!
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén