Solemnidad. La Santísima Trinidad
DIOS-TRINIDAD: SU CARIÑOSA IMAGINACIÓN…
Padre Pedrojosé Ynaraga Diaz
1.- Venía a misa los domingos un determinado señor. Supe algo de él un día, me
contó alguien su importante dedicación científica. Me enteré, poco a poco, de que
era una personalidad de categoría mundial. Al cabo de un tiempo de vernos
semanalmente, nos empezamos a saludar educadamente. Un día vino una amiga
de ambos día y nos presentó, se inició entonces una relación de cierta cordialidad.
Un día supe que entre nosotros se tejía lentamente un sentimiento de simpatía. Me
alegré, pero continué sintiéndome un tanto alejado de él. Tampoco era seguro el
encuentro semanal. Me dijeron que solicitaban su presencia, querían escucharle en
muchos y alejados lugares. Se despejaron mis dudas cuando un día recibí una carta
de su esposa, enviada desde las antípodas. Había sufrido ella, su esposa, un grave
accidente. En el hospital la había visitado el capellán y había podido seguir la misa
dominical. Este detalle les había emocionado a ambos, les había recordado nuestra
semanal misa. Sabía yo también que había contribuido económicamente el profesor
a la adquisición y erección de nuestro altar. La carta recibida demostraba
claramente que había entre nosotros una vinculación emotiva. Este evento doloroso
facilitó que tuviera con nosotros una comunicación que, poco a poco, exigía que
explicara algunas de sus intuiciones. Aprendimos mucho de él, sin llegar nunca a
entenderle.
2.- Cayó enfermo, la amistad se estrechó. Al acercarse la muerte, él, laico, me
describía y ofrecía su manera de concebir la vida eterna, su resurrección personal
que esperaba. Nuestro último encuentro ocurrió el día antes de fallecer, no
aprovecho mi visita para trasmitirme ninguno de sus descubrimientos. Me dijo y
repitió que rezara por él. Le había dicho yo un día que evolucionaba de las ciencias
naturales, a la filosofía. Me di cuenta de que lo que le importaba en el supremo
momento al que se acercaba, era el ámbito espiritual.
3.- Lo que os he estado explicando, mis queridos jóvenes lectores, es totalmente
cierto. No os facilito el nombre de mi amigo científico, para no distraer vuestra
atención. Lo he contado como una parábola. Para mí su vida, de alguna manera
compartida, ha sido una parábola. Nunca pude igualarme. Tampoco importaba. Lo
substancial era la amistad que aumentaba. El sentirme bien con él y con los suyos,
con los que era querido y obsequiado. Trataba de corresponder y lo hice como pude
y siempre que pude.
4.- Cambio de tercio. Hoy celebramos litúrgicamente el Misterio de la Santísima
Trinidad. Generalmente nos ha preocupado con exceso querer desentrañar
cerebralmente el misterio, que no es lo importante. Intelectualmente no se
conseguirá nunca. Ahora bien, el corazón es capaz de gozar de la relación personal
con Dios, y esto sí que importa y convence.
5.- La pasada noche, después de la Vela de Pentecostés, comentaba cosas de Dios
con una chiquilla. Dudaba ella. Estaba con su madre a la que conozco y quiero de
antiguo. Le digo de repente a la estudiante: tu madre no existe. Contestó enojada:
claro que existe. Le dije yo: dime el número de su DNI. No lo sé, me contestó. ¿Y
su huella dactilar, sabes cómo es?, tampoco, respondió. ¿Tendrás, pues, una fe de
vida firmada por el juez? Qué dices, a￱adi￳… ¿y para qué la he de tener? Pues,
porque si es así, no tienes ninguna prueba de su existencia, ya lo ves. Que no, que
no, que mi madre está aquí, que es mi madre, que la quiero y ella me quiere, decía
mientras la abrazaba…
6.- Mis queridos j￳venes lectores, con Dios ocurre algo parecido… Lo importante no
es entender a Dios, que nunca lo conseguiremos. Tampoco tener pruebas. Lo
importante es dejarse amar por Dios y amarle cuanto más mejor. En su invisible
compañía nos sentiremos felices. Es lo importante. Así es la Santísima Trinidad.
Lo entenderéis mejor si habéis estado enamorados, si estáis enamorados. Y os
vuelvo a repetir que lo que os he explicado no ha sido un cuento. Del científico
amigo os podría dar nombre y apellidos, de la estudiantita también. De Dios-
Trinidad, de su Amor, de su cari￱osa imaginaci￳n, os podría dar muchas pruebas…