DOMINGO DE LA SANTISIMA TRINIDAD, CICLO B
LA TRINIDAD COMPASIVA BUSCA COMPASIVOS.
Los pastores y en general los catequistas mantenemos la inquietud de
cómo explicarle a los feligreses el misterio de la Santísima Trinidad no de
manera tan simplista que deje de ser un misterio o tan complicada que ese
sea el misterio. Quienes buscamos ser catequistas del misterio de la
trinidad lo hacemos con el fin de entender nosotros mismos desde el Credo
de la fe, algo que no hemos podido experimentar y comprender desde la
doctrina teológica de la trinidad.
La primera conversión de un cristiano es pasar del Dios todopoderoso y
vengativo al padre de Jesús, compasivo y misericordioso “tengo compasi￳n
de mi pueblo luego de haber visto su sufrimiento” “Tanto am￳ Dios al
mundo que le entreg￳ a su Hijo amado”. Si cambiáramos de idea de Dios
transformaríamos nuestra vida diaria. Esta conversión implica la
experiencia primero del Dios padre salvador para llegar al padre creador
como le ocurrió a Israel; desde esta conversión podremos decir con fe:
“Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra”, o, “Padre nuestro que
estás en el cielo; comprendiendo por cielo todo cuanto Dios hace en la
tierra para que seamos felices y hagamos felices a los demás. La
iconografía religiosa sobre la Trinidad no es justa con el “Abbá” de
Jesucristo y Dios nuestro, por su alejamiento del sufrimiento de la gente;
como tampoco lo es ya la cultura griega contexto de la teología trinitaria.
Es posible auscultar otros caminos.
PARA SER COMPASIVO CON OTROS.
La misión de Jesús de ser fiel por la compasión, según el sentir de Dios, lo
llev￳ a dar la vida antes que perderla, llamándonos a la vocaci￳n de “Sed
compasivos como mi padre es compasivo”. Dios en Jesucristo busca gente
compasiva para transformar interiormente a quienes no tienen compasión.
La compasión nos hace dignos hijos de Dios, herederos y coherederos con
Cristo puesto que sufrimos con Él para ser glorificados junto con Él.
(Segunda lectura). Por ser hijos y herederos sufrientes podemos decir:
Creemos en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Se￱or”.
LA COMUNIDAD CASA DEL ESPÍRITU.
Por su fidelidad compasiva a Dios, dando la vida por nosotros, Dios rescató
y salvó a Jesús de la muerte en la resurrección. El viviente y vivificador que
no vuelve a morir, actúa en nuestro interior por la acción del Espíritu en el
bautismo. El espíritu es ante todo un don comunitario que está en función
del bien común y que concede y anima los diversos carismas que
constituyen la vida en comunidad. “Los que habían sido bautizados
perseveraban en la enseñanza de los apóstoles y en la unión fraterna, en la
fracción del pan y en las oraciones (Hecho 2,42). La comunidad es el
objetivo y sueño del Espíritu.
El Espíritu santo es la acción personalizada del resucitado en la comunidad
para luchar contra el mal que hay nuestro corazón y acceder por la fe a
una victoria ya lograda por la cruz gloriosa del señor resucitado.
La experiencia que Jesús tuvo del Espíritu es la base de nuestra
experiencia de la fe en el Espíritu. “Si vivimos según el espíritu
comportemos según el Espíritu” (Gal 5,25). “Ahora bien, sentir según la
carne lleva a la muerte; vivir según el Espíritu conduce a la vida y a la paz”
(Rom 8,5-9). En definitiva es por la paz que trae el Espíritu por lo que
podemos decir: “Creo en el Espíritu Santo, Se￱or y dador de vida».
TESTIMONIOS.
Alguna vez un presbítero decía a sus feligreses con motivo de la fiesta de la
trinidad: “Queridos hermanos y hermanas hoy celebramos la fiesta de la
santísima Trinidad. Ante este gran misterio no podemos más que callar y
contemplar; razón para que esta homilía termine aquí”. “La trinidad decía
un amigo del arte religioso es como los vitrales de las grandes catedrales
góticas que dejan ver su belleza y muestran sus colores solo si se miran
desde el interior.
“Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Al Dios que es, que era y que
vendrá” (Ap 1,8).
DOMINGO DE LA SANTISIMA TRINID - MAYO 31 DE 2015
LA TRINIDAD COMPASIVA BUSCA COMPASIVOS.
Los pastores y en general los catequistas mantenemos la inquietud de
cómo explicarle a los feligreses el misterio de la Santísima Trinidad no de
manera tan simplista que deje de ser un misterio o tan complicada que ese
sea el misterio. Quienes buscamos ser catequistas del misterio de la
trinidad lo hacemos con el fin de entender nosotros mismos desde el Credo
de la fe, algo que no hemos podido experimentar y comprender desde la
doctrina teológica de la trinidad.
La primera conversión de un cristiano es pasar del Dios todopoderoso y
vengativo al padre de Jesús, compasivo y misericordioso “tengo compasi￳n
de mi pueblo luego de haber visto su sufrimiento” “Tanto am￳ Dios al
mundo que le entreg￳ a su Hijo amado”. Si cambiáramos de idea de Dios
transformaríamos nuestra vida diaria. Esta conversión implica la
experiencia primero del Dios padre salvador para llegar al padre creador
como le ocurrió a Israel; desde esta conversión podremos decir con fe:
“Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra”, o, “Padre nuestro que
estás en el cielo; comprendiendo por cielo todo cuanto Dios hace en la
tierra para que seamos felices y hagamos felices a los demás. La
iconografía religiosa sobre la Trinidad no es justa con el “Abbá” de
Jesucristo y Dios nuestro, por su alejamiento del sufrimiento de la gente;
como tampoco lo es ya la cultura griega contexto de la teología trinitaria.
Es posible auscultar otros caminos.
PARA SER COMPASIVO CON OTROS.
La misión de Jesús de ser fiel por la compasión, según el sentir de Dios, lo
llev￳ a dar la vida antes que perderla, llamándonos a la vocaci￳n de “Sed
compasivos como mi padre es compasivo”. Dios en Jesucristo busca gente
compasiva para transformar interiormente a quienes no tienen compasión.
La compasión nos hace dignos hijos de Dios, herederos y coherederos con
Cristo puesto que sufrimos con Él para ser glorificados junto con Él.
(Segunda lectura). Por ser hijos y herederos sufrientes podemos decir:
Creemos en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Se￱or”.
LA COMUNIDAD CASA DEL ESPÍRITU.
Por su fidelidad compasiva a Dios, dando la vida por nosotros, Dios rescató
y salvó a Jesús de la muerte en la resurrección. El viviente y vivificador que
no vuelve a morir, actúa en nuestro interior por la acción del Espíritu en el
bautismo. El espíritu es ante todo un don comunitario que está en función
del bien común y que concede y anima los diversos carismas que
constituyen la vida en comunidad. “Los que habían sido bautizados
perseveraban en la enseñanza de los apóstoles y en la unión fraterna, en la
fracción del pan y en las oraciones (Hecho 2,42). La comunidad es el
objetivo y sueño del Espíritu.
El Espíritu santo es la acción personalizada del resucitado en la comunidad
para luchar contra el mal que hay nuestro corazón y acceder por la fe a
una victoria ya lograda por la cruz gloriosa del señor resucitado.
La experiencia que Jesús tuvo del Espíritu es la base de nuestra
experiencia de la fe en el Espíritu. “Si vivimos según el espíritu
comportemos según el Espíritu” (Gal 5,25). “Ahora bien, sentir según la
carne lleva a la muerte; vivir según el Espíritu conduce a la vida y a la paz”
(Rom 8,5-9). En definitiva es por la paz que trae el Espíritu por lo que
podemos decir: “Creo en el Espíritu Santo, Se￱or y dador de vida».
TESTIMONIOS.
Alguna vez un presbítero decía a sus feligreses con motivo de la fiesta de la
trinidad: “Queridos hermanos y hermanas hoy celebramos la fiesta de la
santísima Trinidad. Ante este gran misterio no podemos más que callar y
contemplar; razón para que esta homilía termine aquí”. “La trinidad decía
un amigo del arte religioso es como los vitrales de las grandes catedrales
góticas que dejan ver su belleza y muestran sus colores solo si se miran
desde el interior.
“Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Al Dios que es, que era y que
vendrá” (Ap 1,8).
Padre Emilio Betancur Múnera