Solemnidad. Cuerpo y Sangre de Cristo, Ciclo B
CELEBRAR LA EUCARISTÍA, AUN ESTANDO SOLO
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, es su nombre completo.
Oía en mi infancia, y hasta en a￱os posteriores, el dicho castellano que reza: “tres
jueves hay en el año que relumbran más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y
el día de la Ascensi￳n”. Aquí donde vivo y en muchos otros lugares, son estos
jueves días laborables, sin que por ello, pienso yo, se resienta nuestra Fe. Debemos
tener muy presente que la semana es una norma bíblica y el domingo creación
cristiana. Las diferentes solemnidades y fiestas que han ido surgiendo, que
continúan celebrándose o no, no forman parte de lo nuclear cristiano.
2.- Dos cosas quiero apuntar para empezar. La presencia del Señor entre nosotros,
está afirmada en diversas circunstancias. En la Palabra Proclamada, cuando dos o
más nos reunimos en su Nombre y en la realidad Eucarística, tanto cuando la
celebramos, como en su permanencia en el Sagrario. Debemos afirmar la última,
sin olvidar las otras. Debemos celebrarla, sin olvidar las anteriores. Podemos gozar
de ella en ciertas ocasiones, teniendo en otros momentos la oportunidad de
aprovechar únicamente las otras. Celebrar la Palabra nos hace presente al Maestro.
Encontrarnos dos o más en su Nombre, sintiéndonos responsables de serlo y
pretendiendo trasmitir la riqueza de nuestra Fe, también y en cualquier lugar y
momento, nos prestará su compañía, no lo olvidemos.
3.- He iniciado este mensaje homilía, mis queridos jóvenes lectores, recordándoos
algunos principios que nunca debemos olvidar. Continúo ahora dedicando mi
comentario a la fiesta de hoy. Cada vez que celebramos misa es Corpus. Cada visita
que hacemos al Sagrario, también es un encuentro personal y espiritual con Él. La
Eucaristía, fundamentalmente, es celebración. Actualización mistérica de lo
realizado en el Cenáculo, completado en el Calvario y culminado al resucitar Él en el
Sepulcro. Es alimento espiritual. Tuvo mucho interés en anunciarlo el Maestro en
más de una ocasión. Uno come para poder vivir. Con frecuencia es una satisfacción
del hambre y deleite del paladar. Pero aunque no pongamos atención, aunque no
disfrutemos comiendo, aunque ni nos demos cuenta de lo que estamos masticando,
lo que tragamos con buena disposición, nos alimenta.
4.- Es importante tenerlo en cuenta, mis queridos jóvenes lectores. Yo no me
pregunto al levantarme, si tengo ganas de celebrar misa. Generalmente los días de
labor no estoy obligado a ello, estoy sólo en casa y puedo escoger, sin que nadie
me vea o se entere. Me pregunto sinceramente ¿por qué voy a entrar en “mi
peque￱a iglesia” yo s￳lo, nada me obliga a hacerlo?, escucho entonces en mi
interior: “haced esto en conmemoraci￳n mía”. Si la juguetona imaginaci￳n domina
mi interior y sé que difícilmente lograré hacerlo atento, le digo: allá Tú, Señor, que
me lo indicaste. Haré lo que pueda, tal vez en este momento, en un rincón de
África, o de cualquier otro continente, una solitaria monja te contemple interesada
y emocionada. Yo no voy a llegar a tanto, pero recibe lo mío y lo otro juntamente,
como una realidad simbiótica espiritual, que te sea propicia y agradable en tu
presencia. Guy de Larigaudie recordaba: no hay que decir: tal día iré a misa, como
si fuera una excepción. Lo excepcional debe ser es decir algún día no voy a asistir a
misa.
5.- La liturgia de este año pone el acento en un aspecto que olvidamos con
frecuencia. La Eucaristía es un pacto, una alianza de Amor, entre Dios y los
hombres, mediante su Hijo Jesús, que es sacerdote de sí mismo, víctima inmensa,
presentada al Padre. Culminación de otras alianzas que recuerdan las lecturas.
Conservar el Sagrario, aunque permanezca sólo, es guardar el documento legal de
esta situación. La Eucaristía está fundamentalmente depositada para asistir a
enfermos y moribundos. Es apropiadísima para la oración y adoración. Es
“documento mudo” que reclama protecci￳n y ayuda. Quien es propietario de algo
de valor, conserva la factura de la compra, la escritura notarial de la finca que es
suya, el certificado del registro de la propiedad inmobiliaria que le acredita su
posesión legítima. Mucho más es la Eucaristía, no lo olvidéis y os confío que, cabe
el Sagrario, le he dicho al Señor esta mañana, entre otras cosas, a mis queridos
jóvenes lectores, buenos días les des Dios.
Más tarde he celebrado misa. Físicamente estaba sólo en el recinto. Realmente me
acompañaban Santa María y San José, los Apóstoles, los Ángeles y todos los
Santos. Amén de tantos otros que anclados en el espacio y tiempo del planeta
tierra, también lo hacían.