XI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B
CÓMO UNA SEMILLA ES EL REINO
En la visión de Jesús sobre el reino hay algo que puede dejarnos perplejos: el reino
de Dios no tiene nada que ver con lo religioso, lo sagrado o la simple religión
natural; sino con la compasión que Jesús siente crecer en su interior como
compasión de Dios por su pueblo la misma que Él comparte con los pobres de
Galilea para orientar su coraz￳n hacia la “buena nueva” del reino “que llegará como
cosecha de una siembra de Reino” El hombre podrá cuidar la tierra, pero germinar
y crecer es gracia y don antes que trabajo y esfuerzo. La vida no se somete al
hombre, incluso germina en tierras que el hombre no ha cultivado. Basta tener en
cuenta que la tierra prometida fue cimentada sobre una conciencia de éxodo y más
tarde el exilio que fue el segundo éxodo. Pablo comentaba desde su propia
experiencia de fe: ni el que planta ni el que riega son significativos, sino el que
hace crecer, o sea Dios. “Mi reino no es de este mundo” quiere decir que el reino no
se construye, ni puede imaginarse o relatarse desde el mundo y su lenguaje.
LA SEMILLA ES LA PALABRA
Pedagógicamente Jesús escoge la segunda parábola: la semilla de mostaza por ser
la más pequeña y estar al nivel de la sencillez de un campesino y al reino de Dios
que es insignificante y pequeño. Quien ve crecer la mostaza entre abril y mayo en
Galilea cae en cuenta que llega hasta cuatro metros para acoger en sus ramas
multitud de pájaros que cantan por poder alimentarse.
La comparación de Ezequiel, en la segunda lectura, nos recuerda que del orgullo,
de la copa del cedro que representa el rey de Babilonia corta como esperanza la
rama de Israel para plantarla en su montaña la más alta de Jerusalén como retoño
que se convertirá en un pueblo mesiánico “Yo tomaré un renuevo de la copa de un
cedro cortando un retoño para convertirlo en un árbol magnífico donde aniden
pájaros. Así humillo y seco a los árboles altos, elevo y hago florecer a los pequeños.
Yo el Se￱or lo he dicho y lo haré” El Espíritu del resucitado ya realiz￳ en nosotros la
promesa de Ezequiel con la operación de trasplante llamada bautismo para
sacarnos del individualismo y hacernos en la Iglesia creaturas nuevas en Cristo
Jesús que le ayudemos a transformar a otros, como a los creyentes nos ha
transformado la iglesia, para extender la salvación del egoísmo, fuente de todos los
males.
En definitiva estas dos parábolas con agricultor, semillas, noches y días, cosechas,
ramas, árboles, frutos y pájaros, son para explicar el poder de la Palabra de Dios en
nuestro corazón y la responsabilidad con los frutos en relación a los demás.
LA EFICACIA ES EL FRUTO.
En la segunda lectura Pablo pone en vigilancia a los creyentes de las obras para
servir a los demás que son las que constituyen el reino ahora y el reino de los cielos
después: “Todos tenemos que comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir el
premio o el castigo por lo que hayamos hecho por el Reino en esta vida” (Segunda
lectura)
A San Agustín le preguntaban si el cielo no cansaba; y el respondía: “Ninguno
tenga temor de aburrirse, ninguno crea que allí habrá cansancio. Es que ahora te
aburre estar bien. Todo en esta vida al fin cansa; pero la salud no cansa nunca. ¿Si
no te cansas de tener buena salud, te vas a cansar de la inmortalidad?
P. Emilio Betancur