DOMINGO XIII ( Marcos, 5, 21-43)
Vayamos en tu compañía, como Jairo, y confiemos en Ti a pesar de todo.
- Todos los milagros que hacía Jesús tenían un común denominador:
darnos un motivo de credibilidad en El, a través de la palpable
manifestación de su divino poder.
- Pero después, cada milagro contenía enseñanzas peculiares y, la de esta
escena evangélica no es una excepción. A través del proceso de curación de
la hija de Jairo, nos quiere el Señor transmitir una total confianza en El .
- El Señor, antes y ahora, no suele prodigar sus gracias y milagros con los
autosuficientes y faltos de confianza en su Persona y nos dice que El, “Da su
gracia a los humildes y se resiste a los soberbios”. Por el contrario, sin
acepción de personas, comprobamos que da sus gracias “ a manos llenas” , a
los sencillos, a los humildes y a los que confían en su Amor y su Poder .
- El Evangelio de hoy es una buena prueba. El que acude al Señor, Jairo, es
un hombre Judío y además Jefe de Sinagoga. Esto, en principio, podía ser
una dificultad para ser atendido por Jesús porque, los Judíos, (que se
ufanaban mucho de Moisés y Abraham), no estaban dispuestos a aceptar al
Nazareno como el Mesías . Pero, “como la necesidad obliga”, aquel
hombre, Judío y Jefe de la Sinagoga, comiéndose su orgullo, se echó a sus
pies rogándole, con humildad y confianza, la curación de su hija. Y aquella
actitud humilde y confiada de Jairo fue suficiente para que Jesús, Señor de
la vida y de la muerte, le abriera el tesoro de sus gracias.
“No temas, basta que tengas Fe”
- En el camino, mientras Jesús acompaña a Jairo a su casa, sucede la
curación de la hemorroisa y, seguidamente, llega una embajada que le
comunica a Jairo…, ¡ya no hay nada que hacer!, ¡tu hija ha muerto!.
- Jesús escucha el recado y dirigiéndose a Jairo, lo invita a que siga
teniendo fe y confianza en El: “ No temas, basta que tengas fe”. Y Jairo,
entre el demoledor recado que le comunican los emisarios y las palabras de
Jesús, opta por seguir confiando en el Maestro.
- En muchos momentos hemos podido también nosotros tener la sensación
de que, todo está perdido, de que nuestra fe es una irrisoria ilusión. ¡Es la
hora también de reafirmar nuestra confianza en Dios, como lo hizo Jairo!,
haciendo resonar las palabras de Jesús: “No temas, basta que tengas fe” .
Y, en el caso de que nuestros planes no coincidan con los de Dios, ¡ten la
seguridad de que sus planes son siempre más convenientes que los nuestros!
Guillermo Soto