Domingo XV del Tiempo Ordinario/B
(Am 7, 12-15; Ef 1, 3-14; Mc 6, 7-13)
Hasta este momento Jesús había predicado Él solo, aunque con la presencia de los
apóstoles que todo lo presenciaban, lo oían y veían. Ahora son ellos los que son
enviados a colaborar con Él. Y parece que tuvieron relativo éxito. Sigue siendo
verdad lo que el beato Paulo VI decía: “evangelizar es la gracia y la vocación propia
de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar” (EN 14).
Dios manda a Amós, un laico, a profetizar (1ª lectura). Dios manda profetas
siempre, especialmente, en los momentos más difíciles, cuando la fe y la moral
están relajadas, en tiempos de injusticia y pecados públicos. Un profeta es siempre
elegido por Dios, a pesar de sus deseos como persona, que tal vez irían por otros
derroteros. ¿Cómo responde Amós? La palabra de este profeta Amós es valiente,
denunciando las injusticias sociales de su tiempo, y la falsedad del culto que
realizan en el templo nacional de Samaria, Betel. Tanto al sacerdote Amasías,
responsable del templo, como al rey Jeroboam, Amós les resulta incómodo y le
intimidan para que se marche a su tierra, Judea. Amós, con humildad pero con
firmeza, se defiende: no está profetizando por gusto propio, y menos por interés
económico, como si fuera un profesional: “no soy profeta…sino pastor y cultivador
de higos” . Es Dios quien le manda. Y él obedece.
Jesús envía a sus apóstoles a evangelizar (evangelio), y con ellos a todos los
sacerdotes y consagrados y consagradas. Quiere entrenarlos para cuando Él tenga
que dejar esta tierra y subir al cielo. La forma en que Jesús manda a sus discípulos
a anunciar el Evangelio y los consejos que les da, nos permiten aprender varias
características de la auténtica evangelización. Primero , trabajar en equipo, pues
esto es mejor que un trabajo personal; la evangelización es de toda la comunidad
cristiana. Segundo , los evangelizadores deben estar libres de preocupaciones
personales y materiales. Deben estar siempre asequibles, independientes y sin
ataduras de ganancias personales. Tercero , la fe y conversión no pueden ser
impuestas sino propuestas; los evangelizadores deben ser pacientes y esperar
mejores momentos. Y cuarto , la llamada a la conversión es esencial para un
anuncio adecuado del Evangelio; conversión que supone liberación de las
servidumbres humanas y opresiones. ¿Fruto de la misión? Expulsaban demonios,
ungían con aceite a los enfermos y los curaban.
Cada uno de los laicos también es profeta y evangelizador desde el día del
bautismo. Misión ésta ratificada conscientemente en el día de la confirmación. Bien
nos lo ha recordado la Iglesia en el concilio Vaticano II en el decreto sobre el
apostolado de los laicos con estas palabras: “Los cristianos laicos obtienen el
derecho y la obligación del apostolado por su unión con Cristo Cabeza. Ya que
insertos en el bautismo en el Cuerpo Místico de Cristo, robustecidos por la
Confirmación en la fortaleza del Espíritu Santo, son destinados al apostolado por el
mismo Señor. Son consagrados como sacerdocio real y gente santa (Cf. 1 Pe., 2,4-
10) para ofrecer hostias espirituales por medio de todas sus obras, y para dar
testimonio de Cristo en todas las partes del mundo ” (n. 3). También san Juan Pablo
II dijo que la “La necesidad de que todos los fieles compartan tal responsabilidad no
es sólo cuestión de eficacia apostólica, sino de un deber-derecho basado en la
dignidad bautismal, por la cual «los fieles laicos participan, según el modo que les
es propio, en el triple oficio-sacerdotal, profético y real- de Jesucristo” (RM 71).
Nos podeos preguntar ¿Soy consciente de la dignidad que adquirí desde el día del
bautismo: evangelizador, es decir, proclamador del mensaje de Cristo para que
todos encuentren la salvación? ¿Qué me impide ser apóstol convencido: miedo al
qué dirán, pereza y comodidad, la sensación de que no estoy preparado? ¿A quién
está llegando mi palabra: a mi familia, a los amigos, en el trabajo…?
Tenemos que demostrar hoy que el cristianismo es la propuesta humana más
plena. Necesitamos laicos comprometidos que sean capaces de evangelizar el
mundo del trabajo, la economía y la política. Coherentes con la fe, que tengan
capacidad de juicio cultural, de competencia profesional y pasión de servicio al
prójimo.
Que María Reina no enseñe a ser cristianos que anuncien sin inhibiciones ni
cobardías la Buena Nueva de Cristo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)