DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B -
HAY QUE COMPARTIR PARA QUE SOBRE.
Había hambre en la tierra cuando Eliseo, por compasión dio a su criado las
primicias, veinte panes de cebada y grano tierno en espiga y le dijo:
“dáselos a la gente para que coma porque esto dice el se￱or comerán
todos y sobrará”. A pesar que el criado había pensado en una cantidad no
suficiente para cien hombres, “todos comieron y todavía sobr￳, como lo
había dicho el Se￱or” (primera lectura). Así continúa Eliseo “la compasi￳n
de Yahve por su pueblo quien alimenta a todos a su tiempo y cuantos viven
quedan satisfechos” (Sal 144). Ahora Jesús se pone en lista de esta
compasión de Dios proveyendo de pan a la gente hambrienta de la otra
orilla del mar de Galilea.
PODEMOS SER LA PROPUESTA ALTERNATIVA.
A nombre nuestro, Felipe y Andrés le dicen a Jesús que no hay dinero y un
joven tenía solo cinco panes y dos peces. Para Felipe afrontar este
problema es imposible, porque ni con doscientos denarios alcanzaría para
dar siquiera un pedazo de pan para cada uno, lo cual significaría un
engaño. Andrés informa que un joven tiene cinco panes y dos peces; era
una salida a la carencia de dinero para comprar pero tampoco cinco panes
y dos peces serían suficientes para tantos.
Felipe y Andrés se acogen a la iniciativa alternativa de Jesús: “Díganle a la
gente que se siente; se sentaron allí y solo los hombres eran unos cinco
mil” (evangelio). El número a quienes Jesús reconstruye como personas
por medio del alimento está en relación a los cinco panes y el número
cincuenta, múltiplo de cinco, indicativo del Espíritu de Dios; los profetas
aparecen en número de cincuenta designando una comunidad en el
Espíritu; el objetivo último de Jesús sigue siendo el querer de la iglesia en
la nueva evangelización, la comunidad.
El signo consiste, precisamente, en liberar la creación de Dios del
acaparamiento egoísta para que se multiplique. El primer milagro de Dios
es la naturaleza creada; la abundancia está dada en la creación misma.
Bastaría liberarla de los que se la apropian para que vuelva a ser don de
Dios a la humanidad. “Esto ocurri￳ un poco antes de la pascua que era la
gran fiesta de los judíos” (evangelio); así el misterio pascual está
subyacente a todo el discurso del pan de viva (Jn 6). Así comienza la
propuesta alternativa: “Jesús tom￳ los panes”, propiedad de la comunidad
para insinuar una solución desde ella misma, al margen del dinero y del
tener de otros, “y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a
los que se habían sentado en la hierba”. “Igualmente les fue dando de los
pescados todo lo que quisieron” (evangelio). Jesús da gracias por lo que
posee en ese momento para compartir, “siete panes y dos peces”, como
don gratuito de Dios elaborado por la naturaleza y el hombre, producto de
la creación de Dios al servicio del hombre. El primer milagro de Dios es la
naturaleza y su abundancia que requiere liberarse de la ambición del
hombre para que pueda rendir en beneficio de todos; compartiendo es
como el hombre multiplica el acto creador de Dios. Cuando ya no se posee
como propio por haberlo agradecido se cae en cuenta que había más que
suficiente para compartir.
La acción de Jesús reconoce las palabras de la última cena. Si bien Juan no
relata la institución de la eucaristía y la reemplaza por el lavatorio de los
pies (Jn13), hace una referencia; máxime cuando la pequeña montaña
donde se sienta en Galilea, es signo del banquete mesiánico en el reino de
los cielos y de la eucaristía que celebramos cada domingo en memoria de
la resurrección de Jesús.
EN LO QUE SOBRA TAMBIEN ESTAMOS
Una nueva orden de Jesús supera lo imprevisible para el dinero y lo
material (Felipe, Andrés y nosotros.), “Recojan los pedazos sobrantes para
que no se desperdicien. Los recogieron y con los panes que quedaron de
los cinco panes llenaron doce canastos” (evangelio).
Los discípulos recogen lo que ha sobrado, siendo el número doce una
alusión a Israel, doce tribus y a la iglesia significada en el grupo de los
doce discípulos. El mundo de la compasión de Dios del que procede Jesús
se hace de nuevo presente con una solidaridad sobreabundante y sin
perdida. La multitud tergiversa el signo cuando quiere hacer rey a Jesús.
Con Jesús se revela un mundo de compasión que no tiene relaciones
políticas, “sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de
nuevo a la monta￱a, El s￳lo” (evangelio). Por este signo quieren hacerlo
rey para depender de él, mientras Jesús quería servir; Jesús quiere
asociarlos para la solidaridad, pero ellos pretenden descargar su
responsabilidad sobre un jefe. Ante esa perspectiva Jesús huye de la
tergiversación de su acción solidaria hacia el lugar de descanso donde
había estado con sus discípulos.
Cuando desde la primera comunidad cristiana hasta las nuestras
comparten con los pobres es porque permanece en su corazón la
compasión de Dios entregada por Jesús hacia nosotros en la multiplicación
de los panes.
P. Emilio Betancur