Domingo XVII Ordinario/B
(2 Re 4, 42-44; Ef 4, 1-6; Jn 6, 1-15)
Denles ustedes de comer”
Ante una multitud que tenía hambre, cuando sus apóstoles sugerían a Jesús que se
desentendiera de esa gente, que la enviara a resolver su problema y cada quien
comprara algo para comer, él les dijo: “Denles ustedes de comer” (Mc 6, 35-36).
Les pidió compartir los cinco panes y los dos peces que tenían para sí; con su
bendición, alcanzó para todos, y hasta sobró.
Jesús sabe bien qué hacer, pero quiere implicar a sus discípulos, quiere educarlos.
La actitud de los discípulos es la actitud humana, que busca la solución más
realista, que no provoque demasiados problemas: Despide a la gente, que cada uno
se las arregle como pueda, por otra parte ya hiciste tanto por ellos: has predicado,
has curado a los enfermos…
Es una invitación que resuena con fuerza para nosotros hoy: “No es necesario
excluir a nadie, que nadie se vaya, basta de descartes, denles ustedes de comer”.
Jesús nos lo sigue diciendo hoy aquí. Sí, basta de descartes, denles ustedes de
comer. La mirada de Jesús no acepta una lógica, una mirada que siempre ‘corta el
hilo’ por el más débil, por el más necesitado. Jesús nos da el ejemplo, nos muestra
el camino. Una actitud en tres palabras, toma un poco de pan y unos peces,
los bendice , los parte y entrega para que los discípulos lo compartan con los demás.
Ese es el camino del milagro. Ciertamente no es magia o idolatría. Jesús, por medio
de estas tres acciones logra transformar una lógica del descarte, en una lógica de
comunión, en una lógica de comunidad. subrayemos brevemente cada una de estas
acciones (Homilía de Francisco en Santa Cruz 9 de julio de 2015)
Toma . El punto de partida, es tomar muy en serio la vida de los suyos. Los mira a
los ojos y en ellos conoce su vivir, su sentir. Ve en esas miradas lo que late y lo que
ha dejado de latir en la memoria y en el corazón de su pueblo. Lo considera y lo
valora. Valoriza todo lo bueno que pueden aportar, todo lo bueno desde donde se
puede construir. Pero no habla de los objetos, o de los bienes culturales, o de las
ideas; sino habla de las personas. La riqueza más plena de una sociedad se mide en
la vida de su gente, se mide en los ancianos que logran transmitir su sabiduría y la
memoria de su pueblo a los más pequeños. Jesús nunca se salta la dignidad de
nadie, por más apariencia de no tener nada para aportar o compartir. Toma todo,
como viene (Ibidem).
Bendice . Jesús bendice al Padre que está en los cielos. Sabe que estos dones son
un regalo de Dios. Por eso, no los trata como ‘cualquier cosa’ ya que toda esa vida,
es fruto del amor misericordioso. Él lo reconoce. Va más allá de la simple
apariencia, y en este gesto de bendecir, de alabar, pide a su Padre el don del
Espíritu Santo. El bendecir tiene esa doble mirada, por un lado agradecer y por otro
el poder transformar. Es reconocer que la vida, siempre es un don, un regalo que
puesto en las manos de Dios, adquiere una fuerza de multiplicación. Nuestro Padre
no nos quita nada, todo lo multiplica (Ibidem).
Entrega . En Jesús, no existe un tomar que no sea una bendición, y no existe una
bendición que no sea entrega. La bendición siempre es misión, tiene un destino,
compartir, el condividir de lo que se ha recibido, ya que sólo en la entrega, en el
com-partir es cuando las personas encontramos la fuente de la alegría y la
experiencia de la salvación. Una entrega que quiere reconstruir la memoria de
pueblo Santo, de pueblo invitado, a ser y a llevar la alegría de la salvación. Las
manos que Jesús levanta para bendecir al Dios del cielo son las mismas que
distribuyen el pan a la multitud que tiene hambre. Podemos imaginarnos, podemos
imaginar ahora cómo iban pasando de mano en mano los panes y los peces hasta
llegar a los más alejados. Jesús, logra generar una corriente entre los suyos, todos
iban compartiendo lo propio, convirtiéndolo en don para los demás y así fue como
comieron hasta saciarse, increíblemente sobró: lo recogieron en siete canastas. Una
memoria tomada, una memoria bendecida y una memoria entregada siempre
sacian a un pueblo (Ibidem).
El “Denles ustedes de comer ” implica compartir el pan material. Pero sobre todo es
un símbolo muy expresivo de otros “panes” de los que también tiene hambre la
humanidad: la cultura , pues muchos están sin escuela; trabajo digno y
estable; vivienda para los que están en la calle durmiendo debajo de los puentes o
en cualquier plaza; posibilidades de vida especialmente para emigrantes que
abandonan su país en búsqueda de un porvenir. Cristo no sólo da de comer o cura
los enfermos y resucita muertos; también predica el Reino, perdona pecados,
conduce a Dios. No quiere que se queden en el mero hecho del milagro material,
sino que den el salto a la fe y al compromiso de la donación. Este discurso de san
Juan capítulo 6 irá poco a poco llevando a los lectores a la comprensión más
profunda del sacramento de la Eucaristía.
¿Cuántos panes y peces tengo en mi morral? ¿Los comparto o me los como a solas
en un rincón? ¿Qué pasaría si todos compartiéramos lo poco o lo mucho que
tenemos? ¿Qué nos hubiera pasado si Cristo no comparte con nosotros su
Eucaristía, su Santa Madre, su Palabra, su Cruz, sus sueños, sus alegrías y
tristezas?
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)