XXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
LAS NORMAS TAMBIÉN SON PRUEBAS
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- A poco que os intereséis por lo que pasa por el mundo, mis queridos jóvenes
lectores, estaréis enterados de que se cometen muchos crímenes, algunos de ellos
colectivos, en nombre de una religión, lo que llamamos terrorismo fanático o
fundamentalista. En otras ocasiones y en tiempos no lejanos, hemos sabido de
colectivos que se han suicidado en masa, obedeciendo a creencias religiosas. No
podemos ignorarlo, pese a que no comprendamos, ni aceptemos, estos
comportamientos. (Y no se os ocurra a acudir a la Inquisición, que era un tribunal
jurídicamente civil, pese a que estuviera en manos de eclesiásticos y saber también
que, en lugares donde imperaban otras confesiones cristianas, su equivalente, fue
mucho más cruel. Ocurrió en tiempos muy pasados, cuando en la sociedad
imperaban otras normas. Sin descartar tampoco los pogromos, más recientes).
2.- El ideario cristiano ha entusiasmado siempre a grandes hombres, pese a estar
alejados de nuestra cultura. Se me ocurren ahora nombres como Gandhi o Tagore.
La belleza de las normas cristianas, el sermón de la montaña, por ejemplo, atraen
la atención favorable de cualquiera. Nuestras normas, a las que deberíamos ser
siempre fieles, son resultado de una larga y pacifica revelación. Son tan sublimes
que aunque no fuera cierta nuestra Fe, quien siguiera sus criterios radicalmente,
encajaría muy bien entre los hombres de cualquier lugar, sin hacerles ningún mal.
Nuestro escritor Miguel de Unamuno, lo describió muy aguda y acertadamente, en
su novela, muy trabajada, “San Manuel bueno mártir”. No es que os la recomiende,
su lectura también implica peligros, pero es un fiel reflejo de lo que os estoy
diciendo. Me la regalaron, hace muchos años unos jóvenes amigos, con la
pregunta-dedicatoria de si mi fe no era como la del protagonista. Gozaban ellos de
mi confianza y yo de la suya, así que no me ofendió. Les aseguré, y continúo
afirmando, que mi Fe, que no dudo sea útil, esta puesta en un Dios personal, al que
admiro, amo, respeto y adoro.
3.- Afirmar que nuestras normas producen admiración, de tal manera que en
sociedades donde imperan otros criterios y se desconoce el cristianismo, algunos,
más de los que creemos, se convierten en secreto a nuestra Fe, es una prueba de
lo que os vengo diciendo. Satisfechos de sentirnos amigos de Jesús, debemos tratar
de saber lo que esta compañía comporta, que no es cosa baladí, ni cómoda a veces.
El Maestro no quiere ser un aguafiestas, pero tampoco quiere que ignoren lo que le
espera a Él, para lo que deben estar preparados sus discípulos.
4.- ¡No lo permita Dios! Le dice Pedro. Esto que dices no va a pasar, augura.
¡Apártate, satanás! Le contesta Él. Piensas como la sociedad que te envuelve,
capitalista, consumista o hedonista, le diría hoy. Y no se vuelve atrás de esta
afirmaci￳n. La postrera raz￳n que aduce el Se￱or es “¿de qué le sirve al hombre
ganar el mundo entero, si malogra su vida?”.
5.- En Nazaret todavía se conserva esta frase, escrita de su puño y letra, en la
garita donde vivió unos años, uno de los hombres que más ha influido, e influye
todavía, en la espiritualidad de nuestro tiempo: Charles de Foucauld. A poco tiempo
libre que disponga, no dejo nunca de ir a leerla y meditarla.
.