DOMINGO XXI (B)
(Juan, 6, 60-69)
Hoy también, ¡Señor!, tus palabras siguen siendo inaceptables para muchos.
- Jesús, con su discurso sobre el Pan de Vida, (en el que anuncia la
Institución de la Eucaristía), además de dejar atónitos a sus oyentes, provocó
una espantada entre muchos de sus seguidores:
“Este modo de hablar –
dijeron
–, es inaceptable. Quién puede hacerle caso?”.
- No es ningún secreto que, también hoy, para muchas personas la doctrina
de Cristo es inaceptable. Les estorba la Iglesia que, como continuadora del
mensaje de Cristo, defiende su doctrina y rechaza ese
relativismo
imperante
que, prescindiendo de toda Ley Divina, quiere constituir al hombre en el
juez supremo del bien y del mal, según las conveniencias del momento.
“¿Quien puede hacer caso a la Iglesia?”
, dicen hoy también sus enemigos
.
- Y, para tratar de callarla, se la descalifica tratándola de,
retrógrada,
integrista
! ¡No seas
estrecha
!, se le dice, despectivamente, a una persona
que pretenda defender en su vida los principios morales cristianos.
Fiarse de Jesús antes que de los hombres.
- A toda esta barahúnda orquestada hemos de responderle, sin complejos,
con la seguridad que nos dan las Palabras de Cristo:
“El Espíritu es quien da vida; la carne,
(los criterios humanos),
no sirven
para nada. Las Palabras que Yo os he dicho, son Espíritu y son Vida”.
- Esta es la poderosa razón por la que nosotros, al lado de Cristo, preferimos
ser “
integristas”
, es decir, defensores de la íntegra doctrina de Cristo; ser
“
retrógrados”,
antes que practicar ese falso “
progresismo”
que, al servicio
del capricho personal, conduce al desprecio de los valores más sagrados. Y,
¿cómo no? Preferimos también ser “
estrechos”.
¡Si, estrechos!
,
porque,
“Estrecho es el camino que conduce a la Vida; ancho y espacioso el que
conduce a la perdición”.
(Mateos, 7, 13)
“Tu tienes Palabras de vida eterna”
- Y concluyendo con el Evangelio de hoy observamos que, en aquella
deserción general por las duras palabras de Cristo:
“comeréis mi Cuerpo y
beberéis mi Sangre”
hubo, gracias a Dios, quien entre la deserción y fiarse
de las duras palabras de Cristo, supo tener la lucidez de optar por fiarse de
El:
“ᄀSeñor!, ¿a quien iremos? `¡Tú tienes Palabras de vida eterna!”
Guillermo Soto