DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO, Ciclo B
Sab 2, 12.17-20; Sal 53; St 3, 16-4,3; Mc 9,
Y habiendo marchado de allí, atravesaron la Galilea; y no quería darse a conocer a
nadie. Entretanto iba instruyendo a sus discípulos y les decía: "El Hijo del hombre
será entregado en manos de los hombres, y le darán la muerte, y después de muerto
resucitará al tercer día". Ellos empero no comprendían como podía ser esto que les
decía, ni se atrevían a preguntárselo. En esto llegaron a Cafarnaúm; y, estando ya
en casa, les preguntó: "¿De qué ibais tratando en el camino?" Mas ellos callaban; y
es que habían tenido en el camino una disputa entre sí sobre quién de ellos era el
mayor de todos. Entonces Jesús sentándose llamó a los doce, y les dijo: "Si alguno
pretende ser el primero, hágase el último de todos y el siervo de todos". Y cogiendo
a un niño le puso en medio de ellos, y después de abrazarle díjoles: "Cualquiera que
acogiere a uno de éstos por amor mío, a mí me acoge; y cualquiera que a mí recibiere
no tanto me acoge a mí, como al que a mí me ha enviado".
Nuestro Señor Jesucristo cuando lava los pies a sus discípulos en lo que llamamos
la “última cena”, y como dicen otros Evangelios: “…he venido a servir y no a ser
servido…”; este servicio del cual habla Cristo no se refiere en un hacer cosas sino en
donarse al otro. Este donarse como persona al otro significa amarlo como es y servirlo
en la realidad del otro como es, es así que nuestro amor puede ser parcial o nuestro
servicio puede ser parcial cuando realmente no conocemos al otro; y por ello puede
suceder que el pensar no ser comprendido y aceptado por el otro es porque no
conocemos realmente al otro y por ello nuestro servicio puede incluso ser hasta
dañino para el otro. Solamente Cristo y en el espíritu de Cristo se puede servir al
otro, porque el amor de Dios que se nos ha revelado en Cristo, es un amor y un
servicio donde se nos ama tal y como somos y por ese conocimiento de Dios hacia
nosotros sabemos que realmente Dios nos ama; en esta verdad amorosa de Dios que
la Pascua de Cristo-Eucaristía nos revista de esta Nueva Alianza, memorial de su
Pasión y muerte en cruz.
En el presente Evangelio, al final del mismo, el hagi￳grafo dice: “…y cogiendo un ni￱o
lo puso en medio de ellos…”, esta frase que expresa el evangelista la va a relacionar
directamente cuando dice en boca de Cristo: “…y quien me recibe a mi no me recibe
a mí sino a Aquel que me ha enviado…”. Profundizando en estas expresiones el autor
sagrado nos manifiesta que para acoger a Cristo y a Dios en nuestra vida hay que
ser como un niño; San Juan Crisóstomo comentando el Evangelio de San Mateo en
la Homilía 58,2, dice lo siguiente: “…porque el ni￱o está limpio de envidia, de
vanagloria y de toda ambición de primacía. Y no les dice solamente: si obras de este
modo recibiréis gran recompensa…”. En este comentario de San Juan Cris￳stomo nos
da unas notas por la cual el ser como un niño es necesario para amar a Dios, y como
dice San Mateo en el capítulo 18: “…si no sois como ni￱os no entraréis en el reino de
los cielos…”, la primera nota que tomamos de San Juan Cris￳stomo, el ser como ni￱os
es el estar limpio de envidia: si vamos a un sentido natural de un niño, y si lo
graficamos en el ambiente de una escuela, nosotros los adultos escogemos con quien
hablar, y relacionarnos; pero si vemos a los niños de 3, 4 y 5 años, no tienen en
cuenta la raza, cultura o economía, entre ellos nace una relación de amistad, de
amor; y muchas veces se aprecia la espontaneidad de poner en común lo que cada
uno posee, que en palabras sencillas de ellos, de sus labios brota esta expresión:
“vamos a jugar”; con esto en mi reflexi￳n estoy queriendo decir que no tienen un
corazón de competencia, ni de ambición, hay un corazón para amar y ser amado,
donde lo que prima es la relación de amistad con el otro; que entre los adultos
significaría la comunión con los hermanos; y es así, que el encuentro entre los niños,
es un encuentro deseado porque entre ellos conviven su alegría y su gozo; y por eso
cuando los padres los separan de esta relación, no alcanzamos a entender el
significado de sus palabras cuando dicen: “…quiero seguir jugando…”, porque se
sienten entre ellos bien y entre ellos acogidos mutuamente.
En la segunda nota que nos ofrece San Juan Crisóstomo la vanagloria, según el
presente Evangelio, Cristo el autor sagrado ha manifestado: “…iba instruyendo a sus
discípulos y les decía: el Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres…”,
de esta manera podemos decir que en esta instrucción Cristo estaba anunciando su
muerte de cruz, estaba desvelándole a los discípulos el camino de la Pasión; pero
alguien que busca la recompensa, el ser reconocido, la fama, indudablemente, es un
escándalo el anuncio de Cristo, y por eso el ser como niño en la etapa de la vida no
busca el protagonismo ni el éxito; lo que busca y desea es realizar aquello que se le
pide; nosotros los adultos sin el espíritu de Jesucristo Resucitado no podemos realizar
aquello que no nos realice como personas o nos beneficie, porque el ser es un don y
un servicio al prójimo, es la obra de Dios en nosotros. La tercera nota es: toda
ambición de primacía, el autor sagrado en el Evangelio dice: “…habían venido por el
camino discutiendo entre sí quién de ellos era el mayor de todos…”, esta expresi￳n
del autor sagrado podemos expresarla con mayor énfasis, en el pasaje cuando la
madre de los cebedeos le pide a Cristo que se siente uno a su derecha y otro a su
izquierda; pues se ve que ya entre los discípulos había algo de aspiraciones, muchos
de los que seguían a Cristo lo veían como un líder religioso, que necesitaría algunos
que formaran parte de su núcleo central de colaboradores. Actualizando esta actitud
de los discípulos, podemos decir que hubo una época en la Iglesia, que se acentúo el
estado clerical, que más que una figura de autoridad aparecía como de dominio y de
poder, esta realidad hoy no se expresa de esta manera pero no se puede negar que
todavía en algunos ministros ordenados, viven su ministerio de una manera muy
clerical, donde su actuar parece de infalibilidad, y más aún viven del beneficio que el
ministerio les puede otorgar, cuando un ministro ordenado está llamado a vivir como
dice San Marcos: “…el que quiera ser mi discípulo niéguese a sí mismo, tome su cruz
y sígame…”; porque está llamado como Cristo a servir y no ser servido. En qué
relacionamos esta tercera nota con la de un niño, porque el niño no tiene pretensión,
el niño es y realiza aquello que le piden hacer en bien de los demás, y así lo realiza
porque goza y se alegra con lo que hace para los demás.
San Pablo en la segunda lectura, contrapone la realidad del niño cuando afirma que
todas las contiendas que hay entre los hermanos de la comunidad que preside
Timoteo tiene como origen la envidia y la ambición, y por ello también afirma el autor
sagrado que por esta realidad Dios no escucha la oración, y por eso sostendrá el
autor sagrado que piden mal, porque la oración que realizan va viciada y corrompida,
porque está cargada para satisfacer placeres personales, Así podemos decir como
dice el evangelista: “…lo que contamina al hombre no es lo que viene de fuera sino
lo que hay en su corazón, porque dentro del corazón del hombre salen las envidias,
adulterios, robos, calumnias, etc.…”. De esta manera San Pablo está poniendo de
manifiesto lo que no es propio de una comunidad cristiana, y está enfatizando una
llamada profunda a la conversión.En el libro de la Sabiduría hay una visión profética
del hombre de Dios cuando el autor sagrado dice: “….se opone a nuestras acciones…”,
más aún el autor del libro de la Sabiduría implícitamente deja entrever la actitud
perversa del hombre malvado, en su acción con relaci￳n al justo cuando dice: “…para
conocer su temple…”, esta expresi￳n directa la veremos en los fariseos y escribas
cuando buscan cómo condenar a Cristo a muerte; entonces vemos aquí el anuncio
de la Pasión de Cristo, como la podemos relacionar con el niño; todo niño realiza la
voluntad y el deseo del padre; que en Cristo se expresa de una manera concreta
cuando a Satanás tres veces lo rechaza, porque pone al Padre como principio y fin
de su vida y de la misión para la cual el Padre lo ha enviado.
Pbro. Oscar Balcázar Balcázar