Encuentros con la Palabra
Domingo XXVI del tiempo ordinario – Ciclo B (Mc. 9, 38-43.45.47-48)
“El que no está contra nosotros, está a nuestro favor”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
Alguna vez le oí a Monseñor Oscar Urbina, actual Arzobispo de Villavicencio, hablando de los
grupos evangélicos que van invadiendo nuestros barrios, la siguiente afirmación tomada de la
Escritura: “(...) si este asunto es cosa de los hombres, pasará; pero si es cosa de Dios, no podrán
ustedes vencerlos. Tengan cuidado, no se vayan a encontrar luchando contra Dios” (Hechos de los
Apóstoles 5, 38-39).
Los discípulos eran perseguidos por anunciar la resurrección del Señor y las autoridades judías les
habían prohibido terminantemente que enseñaran nada sobre Jesús. Cuando les reclaman no haber
hecho caso a las órdenes emanadas de la Sinagoga, “Pedro y los demás apóstoles contestaron: –Es
nuestro deber obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros antepasados resucitó a
Jesús, el mismo a quien ustedes mataron colgándolo de la cruz. Dios lo ha levantado y lo ha puesto
a su derecha y lo ha hecho Guía y Salvador, para que la nación de Israel vuelva a Dios y reciba el
perdón de sus pecados. De esto somos testigos nosotros y también lo es el Espíritu Santo, que Dios
ha dado a los que le obedecen” (Hechos 5, 29-32).
La respuesta de los discípulos hizo que las autoridades judías reaccionaran con fuerza: “Cuando
oyeron esto, se enfurecieron y quisieron matarlos. Pero entre aquellas autoridades había un fariseo
llamado Gamalilel, que era un maestro de la ley muy respetado por el pueblo. Este se puso de pie y
mandó que por un momento sacaran de allí a los apóstoles. Luego dijo a las demás autoridades: –
Israelitas, tengan cuidado con lo que va a ha hacer con estos hombres. Recuerden que hace algún
tiempo se levantó Teudas, alegando ser un hombre importante, y unos cuatrocientos hombres lo
siguieron. Pero a este lo mataron, y sus seguidores se dispersaron, y allí se acabó todo. Más tarde,
en los días del censo, se levantó Judas, el de Galilea, y logró que algunos lo siguieran; pero también
lo mataron, y todos sus seguidores se dispersaron. En este caso, yo les aconsejo que dejen a estos
hombres y que no se metan con ellos. Porque si este asunto es cosa de los hombres, pasará; pero si
es cosa de Dios, no podrán ustedes vencerlos. Tengan cuidado, no se vayan a encontrar luchando
contra Dios” (Hechos 5, 33-39).
Cuando Juan le dice a Jesús que han visto a uno que expulsaba demonios en su nombre y se lo
habían tratado de impedir “porque no es de los nuestros”, Jesús le contestó: “–No se lo prohíban,
porque nadie que haga un milagro en mi nombre podrá luego hablar mal de mí. El que no está
contra nosotros, está a nuestro favor. Cualquiera que les dé a ustedes un vaso de agua por ser
ustedes de Cristo, les aseguro que tendrá su premio”. Esta afirmación de Jesús, recogida en el
evangelio según san Marcos, el más antiguo y el más breve, que hemos venido leyendo este año,
parece ir en contravía con aquella otra, citada por Mateo y Lucas en sus evangelios, que dice: “El
que no está a mi favor, está en contra mía; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Mateo 12, 30
y Lucas 11, 23). Esta frase aparece en el contexto de las acusaciones que le hacen los fariseos a
Jesús de hacer milagros con el poder de Belcebú, el jefe de los demonios.
La frase de Marcos que nos presenta el evangelio de hoy pone el énfasis en los que no están contra
nosotros, que están a nuestro favor... Mateo y Lucas insisten más en los que no están a nuestro favor,
que están en contra nuestra... Parece un trabalenguas, pero no lo es. Todo el que hace el bien, aunque
no lo haga en nombre nuestro, no está contra nosotros, está a nuestro favor. Y los que están en contra
nuestra, son los que no obran el bien y, por tanto, no están a nuestro favor. Monseñor Urbina, siguiendo
a Gamaliel y, sobre todo, al buen Jesús, nos da una auténtica lección de tolerancia, tan necesaria en
estos días, cuando disentir y opinar distinto se pueden convertir en algo peligroso.
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
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