XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B.
EXIGENCIAS DE GENEROSIDAD Y CONFIANZA
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- No quiero ignorar, mis queridos jóvenes lectores, el contenido de la
segunda lectura de la misa de este domingo. Ni el contenido, ni los
imperativos. Procuro yo tener todo esto presente cuando salgo de casa y
siento la tentación que comprar, gastar y acumular, en tiendas y
supermercados. Tengo miedo de mí mismo, de mi ambición. Adquirir, lo sé
muy bien, es con frecuencia, un apasionante deporte social.
2.- Soy sincero y me reconozco rico. No respecto a la sociedad que me
rodea, sino de la inmensa humanidad que no dispone de la comida, ni del
agua, ni del aire exento de contaminación, que dispongo yo. Que carece,
por supuesto, de la posibilidad de adquirir útiles e inútiles cacharritos, que
tanto nos atraen, a mí incluido.
3.- Dejo que en mi interior se desarrolle un diálogo, que antiguamente nos
hacían creer que eran insinuaciones personales del ángel bueno y
tentaciones del malo. Yo estoy convencido de que es el desdoblamiento de
mi única conciencia, que no siempre está atenta a las enseñanzas del
Maestro. Vuelvo a casa a veces, con la sensación de haber sido derrotado y
me someto entonces a un riguroso examen. Consecuencia de ello trato de
mejorarme en la austeridad de vida en primer lugar y de proponerme
compartir lo mío de inmediato.
4.- Pese a que sea el contenido de la lectura de la que vengo escribiendo, lo
más radical de las exigencias de la Palabra de Dios proclamada este
domingo, no ignoro que las encerradas enseñanzas de las otras dos, pese a
no ser tan radicales, son, en el ámbito de la pedagogía cristiana y por su
actualidad, muy importantes. Pienso que la narración la debemos trasportar
al seno de tantos grupos y grupitos, congregaciones, institutos y
comunidades, que nacen y crecen ufanas, creyéndose únicas y de la mejor
calidad de orientación y eficacia. Cuando uno escucha sus proclamas, tiene
la sensación de estar ante la sesión de anuncios de cualquier TV, cuando
divulgan detergentes que compiten para definirse cada uno como el que
mejor lava, limpia y blanquea la ropa de entre los tantos que proliferan en
el mercado.
5.- Jesús, el Maestro, nos envía a misionar con ilusión y confianza. La
realidad es que muchas actitudes grupales están impregnadas de
desconfianza respecto a las actividades de los demás movimientos. Prolifera
la suspicacia y abunda el ocultismo, al que se le camufla con la palabra
prudencia. ¿Quién ha sido más imprudente que el Señor? Consecuencia de
estas actitudes interiores, es la tendencia al monopolio. ¡Con lo satisfactorio
que es recordar que el Señor nos aseguró que en la casa de su Padre hay
múltiples estancias! La Eternidad feliz no es un gran espacio a la manera del
que se ofrece provisionalmente a las víctimas de una catástrofe o de los
refugiados que huyen de su patria inhóspita. El Cielo, lo esperamos, nos lo
prometió, es compañía, familiaridad con Dios y entre los Santos.
6.- En un documento del Vaticano II, se aconsejaba a las instituciones
consagradas a finalidades iguales o semejantes, que sufrieran escasez de
vocaciones, que se reuniesen. Tengo la impresión de que no ha sido esta la
solución al problema, que la mayoría han escogido. Sé de algunas, otras en
cambio, se han dividido y subdividido, presentando la mayoría de estos
grupúsculos el estado de hallarse en vías de extinción.
7.- Pero refiriéndome a dos ejemplos, volveré al tema al que estaba
explicándoos. Hace muchos años, nos alojamos, muy próximos a la Gran
Cartuja, cerca de Voiron, en Francia, invitados por la comunidad cartujana,
en una casita servida por una minúscula comunidad. Pregunté a aquellas
monjas a qué congregación pertenecían y me contestaron: el Concilio
aconseja que nos concentremos las órdenes religiosas. Nosotras antes de
hacerlo en conjunto, lo hacemos individualmente, cada una de las tres
somos de una orden diferente, pero damos un único sentido a nuestra
permanencia aquí y, por ahora, nos va muy bien…
8.- Me acordaba de esto hace muy poco, al escuchar el testimonio que daba
una religiosa en la vela conjunta de la asamblea de consagrados y
consagradas jóvenes en el Vaticano. Contaba ella que estaba en Sri Lanka.
Las circunstancias no permitían dispersarse, formaban una única comunidad
procedentes los religiosos, ellos y ellas, de diversos orígenes. Afirmaba que
a veces les resultaba difícil vivir sus diferentes carismas en un único
mensaje, pero que su evangelización era más provechosa.
9.- No me negaréis, mis queridos jóvenes lectores, que nuestras
circunstancias, las de los que vivimos en un ambiente burgués-capitalista,
consumista y hedonista, es adversa a nuestra Fe. Que más que
organizadores, debemos ser evangelizadores. Más que dirigentes, simples
levadura en la masa alejada de Dios.
10.- Pienso ahora en mi proceder culinario. En un aparato echo 370 gr. de
agua. 200gr. de harina integral. 300gr. de harina de fuerza. En total 870 de
materias diversas, que si las dejara por si solas, serían aburrido engrudo.
Pero como añado 5gr. sólo 5gr. de levadura, al cabo de 3h., obtengo
sabroso y saludable pan. Olvidaba decir que le he añadido, para que se
animen cada uno de los componentes, unas cucharaditas de azúcar.
11.- En mi larga vida apostólica me he encontrado con personas de muy
diferentes movimientos, con la mayoría de ellos me he sentido muy bien.
Algunos, pocos, han querido conquistarme. Otros, muy pocos, han
infravalorado lo que he ido haciendo. Muy poquísimos, valga la incorrección,
la han despreciado. En el precioso jardín de la Santa Madre Iglesia, Esposa
Amada del Señor, proliferan diversas plantas. Preciosas la mayoría, en su
diversidad. Como el Maestro recomienda, me siento unido a todas ellas y
trato de vivir como el Señor me inspira, haciéndome mío el lema de San
Francisco de Sales cuando fue enviado de obispo a Ginebra: donde Dios nos
plantó, es preciso saber florecer.