HOMILÍA DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B
NI MACHISMO, NI FEMINISMO
(NOTA. Que la palabra de Dios nos ayude a discernir este texto utilizado para
mostrar a Jesús en la actitud de condenar indiscriminadamente el divorcio y
estigmatizar a las personas divorciadas. Ya sabemos que "literalismo" y
"moralismo" conducen al -y son expresión del- peor de los fundamentalismos en
la predicación, como para que los divorciados no vayan a misa y huyan de la
iglesia.)
El texto evangélico de este domingo 27 del tiempo ordinario, ciclo b, no se
refiere en primer lugar al tema del divorcio, sino más bien a la relación entre el
varón y la mujer; de ahí porque la postura de Jesús es tan inequívoca como
novedosa: se trata de una relación de igualdad, y eso desde "el principio", como
propuesta de Dios. Es claro que, en medio de una cultura marcadamente
machista y patriarcal, Jesús adoptara una actitud de reconocimiento y valoración
de la mujer a nivel de igualdad con el hombre. De hecho rompiendo tabúes y
prejuicios bien arraigados incluso en su grupo excluyente de discípulos como
leíamos el domingo anterior. Entre los discípulos aparecen también "discípulas",
con una importancia tan relevante, que llegarán a ser los primeros testigos de la
resurrección. ¿Cómo se comportó Jesús cuando a una mujer adúltera le iban a
aplicar la ley judía de la lapidaci￳n? “El que esté sin pecado que tire la primera
piedra.” Y él mismo la envía en paz.
En el evangelio de hoy Jesús está hablando de la vivencia y experiencia de” ser
los dos una sola carne, no dos”. Pero en la realidad cotidiana las personas somos
donde estamos, llenos de sufrimientos, con múltiples condicionamientos,
inconsciencia, límites de mil formas, equivocaciones y logros; no pocas veces
ignorancia; en definitiva, todo lo que hace ver inalcanzable aquel objetivo
pretendido o ideales soñados en el proceso del amor.
De la profundidad del corazón de pareja y familia conoce bien el Papa Francisco
quien decía en filadelfia con motivo del encuentro mundial de familias:” Dios no
quiso venir al mundo de otra forma que no sea por medio de una familia. Dios
no quiso acercarse a la humanidad sino por medio de un hogar. Dios no quiso
otro nombre para sí que llamarse Emmanuel (Mt 1,23), es el Dios-con-nosotros.
Y este ha sido desde el comienzo su sueño, su búsqueda, su lucha incansable
por decirnos: «Yo soy el Dios con ustedes, el Dios para ustedes». Es el Dios que,
desde el principio de la creación, dijo: «No es bueno que el hombre esté solo»
(Gn 2,18a), y nosotros podemos seguir diciendo: No es bueno que la mujer esté
sola, no es bueno que el niño, el anciano, el joven estén solos; no es bueno. Por
eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y los dos no
serán sino una sola carne (Gn 2,24). Los dos no serán sino un hogar, una
familia. Ayudémonos a que este «jugársela por amor» siga siendo posible...
LOS DOS UNA SOLA CARNE, NO DOS
La expresi￳n “una ayuda semejante al hombre” (V 2) no significa una ayuda en
sentido instrumental, subordinado, sino un complemento sin el cual no es
posible ninguna actividad humana; se trata de una correspondencia e igualdad
entre los dos. La imagen de la costilla (relatos de creación de los poemas
sumerios) de la cual es hecha la mujer (v22) indica que el hombre y la mujer
tienen la misma sustancia y por tanto, se pertenecen mutuamente. “Hueso de
mis huesos y carne de mi carne” (v23). Son expresiones proverbiales de
sabiduría que significan parentesco y pertenencia. La unión entre el hombre y la
mujer, que fundan una nueva familia, es más fuerte que la que existe entre los
hijos y los padres. (V 24).
Sabemos bien cómo el machismo se resiste a modificar el statu quo que le
otorga cualquier tipo de superioridad; y cómo, desde esa misma actitud, se han
construido también las grandes religiones. Alguien decía que cuando la religión y
la teología vuelven a Dios varón, los hombres se creen dioses; pero si la mujer
busca una igualdad de sí misma en contra del machismo, se crea una nueva
desigualdad. Según el texto del evangelio de hoy solo la igualdad corresponde a
la voluntad original de Dios; el mal del egoísmo transforma toda igualdad en
desigualdad.
LOS NIÑOSPUERTA DEL REINO
En el corazón de un hogar cristiano no prevalecen la palabra del hombre o el
criterio de la mujer, sino la Palabra-criterio del Señor-, que inspira todas las
palabras que requieren los esposos como pareja y necesitan la educación de sus
hijos. El mejor árbitro de los problemas conyugales y familiares es un corazón en
paz; lo cual es imposible aplicándole a los problemas familiares solo artículos de
la ley. Los niños son una oferta distinta a la legal porque no se obstinan en hacer
valer sus propios derechos o aprovecharse de las fallas o incomprensiones de
sus padres; no tienen segundas intenciones y se confían a sus padres con
seguridad y simplicidad filial. Con razón Jesús piensa que no hay solo que
”acogerlos” sino acercarse a ellos, como puerta de entrada en el Reino. Cerrar
esta puerta explica la única indignación de Jesús con sus discípulos. Los signos
de acercamiento a los niños como puerta del reino de los cielos fueron el abrazo
como identificaci￳n con su vida y “la bendici￳n” para su acompañamiento.
“Dichoso el hombre que teme al se￱or y sigue sus caminos; su mujer como vid
fecunda, en medio de su casa; sus hijos son renuevos de olivo, alrededor de su
mesa (Sal 127)
Padre Emilio Betancur Múnera