Triturado por el sufrimiento
Me estremece la frase de León Bloy: “El rostro de Dios gotea sangre en la sombra”. Y
¿Cuál es ese rostro y bajo qué sombra se encuentra? El dolor de humanidad, el rostro de
cada ser humano crucificado, humillado, excluido, hambriento es el rostro de Jesús bajo la
sombra de su cruz. Jon Sobrino se pregunta: “¿Dónde está Dios?: En la Cruz”. En todas las
cruces, en todo grito, en toda angustia existencial, en los migrantes, en los “descartados”.
Isaías nos describe, en visión anticipada, al Mesías “triturado por el sufrimiento”. Sólo un
Dios que sufre puede entender el lenguaje humano, puede ayudarnos a quienes también
padecemos, luchamos, sudamos. Esta inserción humana de la divinidad, “hecho varón de
dolores”, nos acerca a la mesa común del sufrimiento y nos sienta en la misma escuela, allí
donde se aprende el dolor de cada día.
La compasión no es lenguaje que se improvisa, o se da por decretos. La compasión nace de
un corazón triturado, ensangrentado. De no ser así, se reduce a mera filantropía. Quien no
ha sufrido no sabe nada, quien no ha derramado lágrimas, no sabe de su fuente y por lo
mismo no sabe canalizarlas, menos, saborearlas. Cristo, Sacerdote, lo es porque ha asumido
todas las cruces de la humanidad, las cruces de la historia universal.
El seguimiento de Jesús no es asunto de componendas, de puestos, de arribismos. Exige un
bautismo y, bautismo de sangre. Pero antes, hay que beber hasta la última gota la copa de la
amargura de donde brota a borbotones la esencia misma de la vida. Jesús lo pido así a los
discípulos como condición para seguirle hasta la gloria. Si no se pasa por esta criba de
modelaje espiritual, no podríamos estar en la escuela del discipulado de Jesús.
Cochabamba 18.10.15
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com