COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires )
Vigésimo noveno domingo durante el año, Ciclo B
Evangelio según San Marcos 10,35-45
Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro,
queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir". Él les respondió: "¿Qué
quieren que haga por ustedes?".
Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda,
cuando estés en tu gloria". Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el
cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?". "Podemos", le
respondieron. Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y
recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi
izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han
sido destinados". Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron
contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se
considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los
poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al
contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que
quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del
hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una
multitud".
OBEDECER COMO JESUS
CRISTO, el Hijo de Dios y de María Virgen, viene para hacer la voluntad del Padre,
viene para obedecer. Y hoy, esta palabra OBEDECER, en nosotros casi no tiene
cabida, no tiene lugar; nadie quiere obedecer a nadie. Creemos que somos por
generación espontánea, no respetamos vínculos, ni procedencias, ni a nuestros
padres -y a veces ellos no nos respetan-, tampoco respetamos a aquellos que tiene
cierta autoridad sobre nosotros, sean maestros, médicos, empleadores,
instituciones, cargos públicos o sociales ¡y tantas cosas no respetamos!
Es importante descubrir que tenemos una conciencia y tenemos que imitar a
Jesucristo: como Él obedeció al Padre también nosotros tenemos que obedecer a
Cristo. ¿Qué significa esto? Primero, venimos para servir: el que ama sirve, es más
solidario, más paciente, tolera las ofensas y siempre da lugar al otro.
Pensemos esto y recordemos que tenemos una vocación que hemos recibido desde
nuestra existencia, desde el inicio de nuestra vida en el seno materno, hasta estos
días, hasta este presente; pero también tenemos una misión que cumplir: sigamos
a Cristo y el que anda en Él transita en la verdad, ya que Él es el camino, la verdad
y la vida. Quien lo sigue no quedará confundido. Tomemos todo de Cristo para ser
más libre, para amar más y para servir mejor.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén