Domingo 30 Tiempo Ordinario B: El ciego Bartimeo
DIÁLOGOS sobre el Evangelio del Domingo
(especialmente para la radio)
“Tu fe te ha curado” (Mc 10, 46-52)
José Martínez de Toda, S.J.
(martodaj@gmail.com)
Moderador/a: Buenos días. Estamos aquí en el Estudio… (Se presentan los participantes).
El Evangelio del domingo de hoy pinta al ciego Bartimeo, que cuando se entera de que
Jesús está pasando por allí cerca, comienza a gritar con tal fuerza que muchos le regañan para
que se calle. Pero él gritaba más duro, pues se daba cuenta de que aquella era la única
oportunidad de su vida para curarse. Por fin Jesús lo manda llamar, lo cura y le dice: “Tu fe te
ha curado”. Saboreemos este pasaje evangélico, lleno del entusiasmo que da la fe.
Lectura del santo evangelio según San Marcos (Marcos 10, 46-52)
NARRADOR/A En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante
gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo
limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
BARTIMEO "Hijo de David, ten compasión de mí".
NARRADOR/A Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más:
BARTIMEO "Hijo de David, ten compasión de mí".
NARRADOR/A Jesús se detuvo y dijo:
JESÚS "Llámenlo".
NARRADOR/A Llamaron al ciego, diciéndole:
SEGUIDOR "Ánimo, levántate, que te llama".
NARRADOR/A Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo:
JESÚS "¿Qué quieres que haga por ti"?
NARRADOR/A El ciego le contestó:
BARTIMEO "Maestro, que pueda ver".
NARRADOR/A Jesús le dijo:
JESÚS "Anda, tu fe te ha curado".
NARRADOR/A Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
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Pregunta 1 – ¿Qué puedo hacer si quiero buscar a Jesús?
Podemos hacer lo que hizo el ciego Bartimeo. Él puede ser un modelo para nosotros.
Esto ocurrió en Jericó, aquella ciudad, que aparece en medio del desierto de Judea,
como un oasis, verde y fértil; y a la que se le llama también «la ciudad de las palmeras».
Eran conocidas y famosas las rosas de Jericó (Eclesiástico 24, 14).
Allí ocurrió la curación del ciego Bartimeo, fruto de su entusiasmo y de su fe.
Aquellos días las calles de Jericó estarían llenas de peregrinos de todas partes, que se
dirigían hacia Jerusalén, la Ciudad Santa, para la Pascua judía.
Entre ellos va el famoso Jesús, a quien algunos consideran el Mesías. La mayoría lo
quiere y lo aprecia mucho.
Van junto a Él, pues piensan que quizá puedan presenciar un milagro – o recibir una
bendición – o escuchar unas palabras de sabiduría – o hasta ver volar chispas entre Jesús y sus
enemigos. En todo caso, la subida a Jerusalén promete ser una gran marcha. Va a ser todo un
acontecimiento subir aquellos 25 kilómetros a Jerusalén con Él.
Pero por allí Jesús tiene también sus enemigos: los escribas y fariseos. Precisamente
Jericó es el hogar de muchos sacerdotes y levitas, que sirven en el templo de Jerusalén.
Todos ellos andan aferrados a la tradición y al costumbrero. Y por eso no les gusta el aparente
desdeño de Jesús hacia la tradición. Seguramente algunos estarán preparando alguna
pregunta capciosa para Él.
Pregunta 2 – ¿Y dónde aparece el ciego?
Pero junto al camino está sentado el ciego Bartimeo pidiendo limosna. Tiene su
manto delante de él para recoger las monedas que le echan los transeúntes.
De pronto Bartimeo oye de una conversación que Jesús está pasando por allí. Y
comienza a gritar:
- Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí.
Entre el ruido de la multitud, Jesús oye el llanto de este mendigo, y se detiene de
inmediato. Los oídos de Jesús están predispuestos a escuchar a los marginados, y grita:
- “Llámenlo”.
El ciego sigue en el suelo, y de pronto oye que le dicen los enviados de Jesús:
- “¡Ánimo! Levántate. Te está llamando”.
Bartimeo deja el manto en el suelo, da un salto y se acerca a Jesús.
Cuando Jesús le pregunta qué quiere de Él, el ciego no duda:
- “Maestro, que pueda ver”.
Y Jesús con una gran sonrisa, le dice:
- “Anda, tu fe te ha salvado”.
Y recobró la vista de inmediato, y siguió a Jesús.
Pregunta 3 – ¿Nos parecemos a Bartimeo?
1.Bartimeo, el mendigo ciego y sentado a la orilla del camino, es cada uno de
nosotros.
“Estar a la orilla” del camino es
vivir marginado,
vivir sin esperanza,
vivir de espaldas a la sociedad, sin relaciones,
vivir sin amor.
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Y “ estar ciego ” es:
no ver a Dios,
no ver a los hermanos,
no verme a mi mismo.
La ceguera es también no ver con los ojos de Dios, sino ver con los ojos del odio, del
poder, de la avaricia, de la envidia, de la lujuria…
Bartimeo, mendigo ciego y sentado a la orilla del camino, es la historia de nuestra
comunidad , la historia de nuestro barrio, de nuestra ciudad, de nuestro país.
Cuántos Bartimeos, hombres y mujeres, hay en la orilla de nuestras calles, ciegos a las
bendiciones de nuestro Dios y ávidos de hacer negocios con la corrupción.
Vivimos como Bartimeo a veces como ‘ciegos’, sin ojos para mirar la vida como la
miraba Jesús.
Estamos como él ‘sentados’, instalados en una religión convencional, sin fuerza para
seguir sus pasos.
Estamos como él descaminados, ‘al borde del camino’ que lleva Jesús, sin tenerle
como guía de nuestras comunidades cristianas.
2.El Bartimeo del evangelio tuvo suerte porque se encontró con Jesús y pudo gritarle
su oración: " Jesús, ten compasión de mí ". Y pudo expresarle su necesidad: “ Señor, que vea” .
Esto es algo que debemos imitar.
<Este grito humilde y sincero, repetido desde el fondo del corazón, puede ser para
nosotros el comienzo de una vida nueva. Jesús no pasará de largo> (Pagola).
Y sabemos que Jesús quiere ayudarnos.
3.Bartimeo da tres pasos que van a cambiar su vida:
-Primero, ‘arroja el manto’ porque le estorba para encontrarse con Jesús.
-Segundo, aunque todavía se mueve entre tinieblas, ‘da un salto’ decidido hacia Jesús.
-Tercero: de esta manera ‘se acerca’ a Jesús.
Muchos de nosotros necesitamos estos tres pasos:
-Liberarnos de ataduras que ahogan nuestra fe;
-Tomar, por fin, una decisión inmediata;
-Y ponerme ante Jesús con confianza sencilla y nueva.
4.Y si Jesús nos pregunta qué queremos de Él, le diremos: “ Maestro, que pueda ver ”.
Esto es lo más importante: ver las cosas de manera nueva, como las ve Jesús. Así
nuestra vida se transforma.
Y también, cuando una comunidad recibe luz de Jesús, se convierte.
Cuando uno se hace mayor, la presbicia no nos deja ver con claridad, y los lentes
bifocales nos ayudan.
Teniendo cerca a Jesús, uno elimina la presbicia del egoísmo.
Cuando uno se hace más cristiano, uno cree más, y ve mejor, y sale de la orilla para
encontrarse en el centro de la vida y del amor.
Ésta es la fuerza que respiraba Bartimeo: “ Tu fe te ha salvado ”.
Despedida
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Les invitamos a la Misa, a la Eucaristía, sacramento del amor. Ahí nos alimentamos y
tomamos fuerza para seguir gritándole a Jesús que nos cure a nosotros, a nuestro país y al
mundo de nuestra ceguera y de nuestra pasividad, y que nos llene de entusiasmo para seguir a
Jesús, fuente de amor y de vida.
FIN
<Este GUIÓN RADIOFÓNICO y el de otros domingos pasados y futuros se hallan en
http://www.homiletica.org/ciclos.htm , en
http://www.jesuitas.org.co/documentos/dominical/JoseMartinez/Archivo.html
Parte de ellos también se pueden ver en http://www.radioevangelizacion.org y en
www.facebook.com/PildorasdeFe
Se transmite en 72 emisoras de Unión Radio (Venezuela). En Caracas: Unión Radio
FM 90.3 a las 5am, 7am y 10pm dentro de la Misa del P. Honegger Molina; la misma
Misa con los Diálogos se transmite en Unión Radio AM 1.100 a las 5am, 7am y 8pm; en
DirectTV 980; y en http://www.unionradio.net en ‘Audio en vivo’ en esos mismos horarios.
La grabación está hecha por dos catequistas y el P. Honegger.
Advertencias al Equipo de Locutores :
Conviene que haya un Moderador, que salude al principio, despida y haga las preguntas.
Ellas son respondidas por los otros participantes en el programa.
El programa puede durar unos 15 minutos. Conviene que se reúnan antes para orar juntos,
seleccionar y discutir.
Es importante tener mucho cuidado en no simplemente “leer” el Guión, como si fuera un
cuestionario, sino que lo asuma como una guía de conversación. En radio se nota en seguida
cuándo uno está leyendo, y cuándo conversa. Por ejemplo, en la conversación solemos mover las
manos, sobre todo si estamos contando algo importante; el que simplemente lee, no mueve las
manos.