DOMINGO FIESTA DE TODOS LOS SANTOS
LA SANTIDAD ES PARECERSE A JESÚS
El apocalipsis era un panfleto o escrito clandestino que circulaba bajo
cuerda pero a boca de jarro de las autoridades romanas, por razones de la
persecución a los cristianos del siglo I; su lenguaje codificado, en visiones
e imágenes simbólicas tenía como objetivo que no perdieran la esperanza
en medio de la tribulación, a imagen de Jesucristo muerto y resucitado; el
cordero aparentemente vencido pero en realidad vencedor de las fuerzas
del mal. Encarnadas en el imperio romano. Entonces uno de los ancianos
preguntó: “¿Quiénes son y de donde han venido los que llevan la túnica
blanca? Y el mismo anciano respondió: Esos son los que han pasado por la
gran persecución y han lavado y blanqueado sus túnicas con la sangre del
Cordero” (primera lectura)
Las bienaventuranzas son la expresión de la compasión de Dios, sin
prerrequisitos morales, en nuestros corazones que nos permiten discernir
que nos parecemos más a Jesús acogiendo como él a los pobres, que nos
parecemos más a Jesús siendo compasivos que haciendo llorar o sufrir a
los demás; que nos parecemos más a Jesús siendo sobrios que siendo
causa de cualquier tipo de hambre; que son más cercanos a Jesús la
compasión y la misericordia de los limpios de corazón que los prejuicios de
las que no perdonan ni una; que tenemos los mismos sentimientos de
Jesús si somos perseguidos por ser justos en nuestras expresiones y
acciones.
¿Si lo que somos y tenemos se lo debemos a Dios, si somos un memorial
de la compasión de Dios, entonces para que presumir de buenos? No
somos santos cuando somos perfectos, sino cuando vivimos lo más valioso
que hay en la fe, la compasión de Dios. La perfección moral es
consecuencia de la santidad, no su causa.Entonces somos santos no
porque amemos a Dios sino porque aceptamos que Dios nos ama a pesar
de nuestras reincidencias. La mística musulmana dice para ser santos se
requiere ser pacientes, es decir, dejar de quejarnos. Es difícil describir la
santidad porque un santo es alguien en camino de parecerse a Jesús, lo
que se llama seguimiento. No hay manuales para ser santos pero si vidas
que relatan por su testimonio lo que es “ser santos” por ser compasivos
como Jesús.
FIESTA DE LOS SANTOS Y DIFUNTOS
Porque no unimos, así celebremos en días seguidos, la fiesta de todos los
santos a la fiesta de todos los difuntos; máxime teniendo en cuenta que
para gran parte del pueblo creyente la fiesta de todos los santos es la
fiesta de los difuntos, con serio sentido de la fe. Lo que constituye la fiesta
de los difuntos es alabar y dar gracias a Dios por quienes nos han
precedido en la santidad y resucitados oran y actúan con el resucitado para
los que aún peregrinamos en la tierra seamos santos. Lo más razonable y
creíble es decir que nos interesa la muerte por la trasformación de la vida
como la de cristo Jesús para seguir creando con El
“BENEDICTO XVI”
La visión del Sermón de la Montaña aparece como una religión del
resentimiento, como la envidia de los cobardes e incapaces, que no están a
la altura de la vida, y quieren vengarse con las Bienaventuranzas,
exaltando su fracaso e injuriando a los fuertes, a los que tienen éxito, a los
que son afortunados. A la amplitud de miras de Jesús se le opone una
concentración angosta en las realidades de aquí abajo, la voluntad de
aprovechar ahora el mundo y lo que la vida ofrece, de buscar el cielo aquí
abajo y no dejarse inhibir por ningún tipo de escrúpulo.
Muchas de estas ideas han penetrado en la conciencia moderna y
determinan en gran medida el modo actual de ver la vida. De esta
manera, el Sermón de la Montaña plantea la cuestión de la opción de fondo
del cristianismo, y como hijos de este tiempo sentimos la resistencia
interior contra esta opción, aunque a pesar de todo nos haga mella el
elogio de los mansos, de los compasivos, de quienes trabajan por la paz,
de las personas íntegras. Después de la experiencia de los regímenes
totalitarios, del modo brutal en que han pisoteado a los hombres,
humillado, avasallado, golpeado a los débiles, comprendemos también de
nuevo a los que tienen hambre y sed de justicia; redescubrimos el alma de
los afligidos y su derecho a ser consolados.
LA SANTIDAD ES PARECERSE A JESÚS
El apocalipsis era un panfleto o escrito clandestino que circulaba bajo
cuerda pero a boca de jarro de las autoridades romanas, por razones de la
persecución a los cristianos del siglo I; su lenguaje codificado, en visiones
e imágenes simbólicas tenía como objetivo que no perdieran la esperanza
en medio de la tribulación, a imagen de Jesucristo muerto y resucitado; el
cordero aparentemente vencido pero en realidad vencedor de las fuerzas
del mal. Encarnadas en el imperio romano. Entonces uno de los ancianos
preguntó: “¿Quiénes son y de donde han venido los que llevan la túnica
blanca? Y el mismo anciano respondió: Esos son los que han pasado por la
gran persecución y han lavado y blanqueado sus túnicas con la sangre del
Cordero” (primera lectura)
Las bienaventuranzas son la expresión de la compasión de Dios, sin
prerrequisitos morales, en nuestros corazones que nos permiten discernir
que nos parecemos más a Jesús acogiendo como él a los pobres, que nos
parecemos más a Jesús siendo compasivos que haciendo llorar o sufrir a
los demás; que nos parecemos más a Jesús siendo sobrios que siendo
causa de cualquier tipo de hambre; que son más cercanos a Jesús la
compasión y la misericordia de los limpios de corazón que los prejuicios de
las que no perdonan ni una; que tenemos los mismos sentimientos de
Jesús si somos perseguidos por ser justos en nuestras expresiones y
acciones.
¿Si lo que somos y tenemos se lo debemos a Dios, si somos un memorial
de la compasión de Dios, entonces para que presumir de buenos? No
somos santos cuando somos perfectos, sino cuando vivimos lo más valioso
que hay en la fe, la compasión de Dios. La perfección moral es
consecuencia de la santidad, no su causa.Entonces somos santos no
porque amemos a Dios sino porque aceptamos que Dios nos ama a pesar
de nuestras reincidencias. La mística musulmana dice para ser santos se
requiere ser pacientes, es decir, dejar de quejarnos. Es difícil describir la
santidad porque un santo es alguien en camino de parecerse a Jesús, lo
que se llama seguimiento. No hay manuales para ser santos pero si vidas
que relatan por su testimonio lo que es “ser santos” por ser compasivos
como Jesús.
FIESTA DE LOS SANTOS Y DIFUNTOS
Porque no unimos, así celebremos en días seguidos, la fiesta de todos los
santos a la fiesta de todos los difuntos; máxime teniendo en cuenta que
para gran parte del pueblo creyente la fiesta de todos los santos es la
fiesta de los difuntos, con serio sentido de la fe. Lo que constituye la fiesta
de los difuntos es alabar y dar gracias a Dios por quienes nos han
precedido en la santidad y resucitados oran y actúan con el resucitado para
los que aún peregrinamos en la tierra seamos santos. Lo más razonable y
creíble es decir que nos interesa la muerte por la trasformación de la vida
como la de cristo Jesús para seguir creando con El
“BENEDICTO XVI”
La visión del Sermón de la Montaña aparece como una religión del
resentimiento, como la envidia de los cobardes e incapaces, que no están a
la altura de la vida, y quieren vengarse con las Bienaventuranzas,
exaltando su fracaso e injuriando a los fuertes, a los que tienen éxito, a los
que son afortunados. A la amplitud de miras de Jesús se le opone una
concentración angosta en las realidades de aquí abajo, la voluntad de
aprovechar ahora el mundo y lo que la vida ofrece, de buscar el cielo aquí
abajo y no dejarse inhibir por ningún tipo de escrúpulo.
Muchas de estas ideas han penetrado en la conciencia moderna y
determinan en gran medida el modo actual de ver la vida. De esta
manera, el Sermón de la Montaña plantea la cuestión de la opción de fondo
del cristianismo, y como hijos de este tiempo sentimos la resistencia
interior contra esta opción, aunque a pesar de todo nos haga mella el
elogio de los mansos, de los compasivos, de quienes trabajan por la paz,
de las personas íntegras. Después de la experiencia de los regímenes
totalitarios, del modo brutal en que han pisoteado a los hombres,
humillado, avasallado, golpeado a los débiles, comprendemos también de
nuevo a los que tienen hambre y sed de justicia; redescubrimos el alma de
los afligidos y su derecho a ser consolados.
P. Emilio Betancur