DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B
LO QUE PUEDE LA SOLIDARIDAD .
El profeta Elías es una de las figuras más celebres de la primera alianza “se eleva
como un fuego y su palabra brilla como una antorcha” (Si 48,1). Le tocó vivir en el
reino del norte en un contexto sumamente trágico: la alianza del rey del Israel con
el rey fenicio abrió la puerta a la apostasía; y con el matrimonio de Jezabel hija del
rey de tiro, Ajab abrió las puertas a la idolatría. Fue entonces natural que Elías
enfrentara a Baal dios de Ajab con insultos y amenazas. El texto de hoy nos cuenta
como Elías està pasando por un momento tan difícil al dejar su tierra; que necesitó
gritarle a una viuda en Sarepta que recogía leña en la puerta de la ciudad, lugar de
los mendigos, “Tráeme por favor un poco de agua para beber y un poco de pan.
Ella le respondió: te juro por el Señor tu Dios, que no me queda ni un pedazo de
pan, tan solo me queda un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la
vasija. Ya ves que estaba recogiendo unos pocos leños. Voy a preparar un pan para
mí y para mi hijo. Nos lo comeremos y luego moriremos”. Como era Dios quien le
había hablado Elías confiaba sin temor en la compasión de Dios. La viuda de
Sarepta siendo una mujer pagana se jugó la vida creyendo en la compasión del
Dios de Elías.
LOS CONTRASTES DE LA SOLIDARIDAD
La relación del evangelio con la historia de Elías tiene en común la actitud generosa
de dos mujeres viudas que pusieron en común su precariedad. Contrastando en el
caso de la viuda del evangelio quien echó una moneda de cobre, insonora; las
monedas echadas por los ricos podían ser escuchadas con orgullo por el sonido al
chocar unas contra otras.
El comportamiento de la viuda es un signo de la fe en contraste con los escribas,
encargados de interpretar las escrituras, que “asechan contra los bienes de las
viudas haciendo ostentación de largos rezos. Esos recibirán un castigo muy
riguroso” (Evangelio)
El evangelio de hoy ni cuestiona ni entra a valorar la limosna desde el punto de
vista del necesitado sino la actitud del donante ante Dios y ante los hermanos. La
viuda del evangelio puso todo lo que tenía para subsistir en manos de Dios en el
templo para ayudar a los pobres con desprendimiento.
LA SOLIDARIDAD DE “EXCEDENTES”.
Más que de generosidad se trata de desprendimiento como compasión; primero con
nosotros mismos que con los pobres a quienes queremos con nuestros
“excedentes”; éstos puede tener efecto social pero no cambian nuestro interior. El
evangelio nos está diciendo que el principal valor de la limosna no es socorrer una
necesidad perentoria de un pobre sino mostrar una verdadera actitud religiosa
hacia Dios y hacia los demás. No siempre dar mucho puede significar más
generosidad sino mayor capacidad económica que puede hacernos menos
compasivos. San Ambrosio decía que: “Dios no se fija tanto en lo que damos,
cuanto en lo que reservamos para nosotros”. Las dos viudas en, contextos
diferentes, al renunciar a la más pequeña seguridad, manifiestan la verdadera
pobreza, dando de sí mismas. La solidaridad en el libro de los reyes y en el
evangelio son una profecía que la patrística, escritos de los padres de la Iglesia,
convierte en simbología porque la leña que recogía la viuda de Sarepta para hacer
el pan, era un símbolo de la cruz, de la que brota un alimento que es la eucaristía;
alimento del que se nutre la Iglesia; hasta que venga el que anunció y predicó
Elías, Jesucristo, el Mesías. Un punto de reflexión en relación a nuestra vida cultual
y de solidaridad. ¿A qué se referiría Jesús cuando dijo: destruiré este templo y en
tres días lo reedificaré?
Padre Emilio Betancur Múnera