DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B
FIN DEL MUNDO NO, RENOVACIÓN SI.
Al terminar el “a￱o litúrgico” –estamos en el penúltimo domingo-, se nos
proponen lecturas que, haciendo referencia a “los últimos tiempos”, libro de
Daniel y el evangelio, pequeño apocalipsis de Marcos (C13), quieren invitarnos a
la “vigilancia presente”.
El estilo de narración de Marcos pertenece a su época reconocida, entre otras
cosas, por el desarrollo cultural del teatro no solo en Palestina sino también en
Egipto, Grecia y Mesopotamia; de hecho el evangelio de hoy está presentado en
un ambiente teatral, con obvias dificultades para nosotros respecto a su
lenguaje, no así su tema ¿Qué decir del fin del mundo? El apocalipsis es tema
privilegiado del cine moderno, incluso con imágenes del universo que se
remueva y conmueve con tribulaciones; la luz del sol que se apaga, la luna que
no brilla más y las estrellas que caen desde el cielo. Ese estilo literario en la
biblia se llama apocalíptica (apokaluptein, revelar), es un lenguaje codificado,
digno de ser interpretado, para explicar la victoria de Dios y los creyentes en el
combate que comenzó desde nuestra creación pero será vencido por el
resucitado para que hagamos nuestra esa victoria, por el bautismo. Así
entendemos mejor las palabras en el evangelio de San Juan: “Ánimo, yo he
vencido al mundo” Sin duda alguna que de acuerdo al mensaje bíblico es más
preciso hablar de renovaci￳n o trasformaci￳n del mundo que del “fin del mundo”.
Dejemos apocalíptico el cine y a la gente negativa, que por no tener referencia a
la victoria del resucitado sobre el mal; todo lo del fin es espantoso y les produce
miedo. Calma que eso así no ocurre si no en cine.
TRANSFORMADOS COMO EL RESUCITADO
La muerte y transformación de Jesús en la resurrección muestran que ya no hay
nada que Dios no pueda cambiar, que la muerte puede ser transformada en
vida, la oscuridad en claridad, el miedo en confianza, el desconsuelo en paz y el
llanto en alegría.
En el apocalipsis cristiano las imágenes son ideas pero el contenido es salvífico.
La higuera estéril es la imagen de quienes por no acoger a Jesús pueden dejar
su vida infecunda; pero quien acepta el triunfo en la resurrección reverdece
como la higuera que cuando empieza a brotar se llama primavera. Lo importante
es seguir el proceso interior de crecimiento que ocurre en nuestro interior por la
Palabra hasta convertirse en reino de los cielos.
Jesús no viene de ningún sitio, ni cabalga sobre las nubes; si no que todos los
humanos nos podemos encontrar “ya”, y en “plenitud después” con la compasi￳n
y misericordia del resucitado. Por eso con el “hoy y ahora de la fe” es con lo
único que contamos. El “hoy” es el único que nos permite responder por el
presente. Tenía razón E. Schrödinger, uno de los "padres" de la física cuántica,
cuando decía que "el presente es la única cosa que no tiene fin". Si las cosas son
así porque no responder “desde hoy y aquí” la pregunta que Dios nos hizo desde
que nos creó, libro del Génesis; que serán las mismas de la transformación final:
¿D￳nde estás”, “D￳nde está tu hermano?. Para que tanto rodeo y anhelo de
estar en otros sitios haciéndonos miles de preguntas sin responder las
fundamentales que nos permitirán ser transformados como el resucitado en la
experiencia que llamamos “cielo” “Dios mío, si tú estás en todas partes, ¿c￳mo
me las arreglo yo para estar siempre en otro sitio?”. Decía Sor Isabel de la
Trinidad.
Padre Emilio Betancur Múnera