XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
CRISTO REY-2015
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- Para empezar, desearía, mis queridos jóvenes lectores, que ignoraseis cualquier
noción de rey que podáis deducir, o esté fundada, en los soberanos que todavía
subsisten en algunos lugares de la tierra. En ciertos sitios, pertenecientes al Tercer
Mundo seguramente, el título puede suponer el gozar de poder tiránico. Tratándose del
viejo continente, sus privilegios de superioridad han mermado muchísimo.
2.- En la escena que nos ofrece el evangelio del presente domingo, debemos situarnos
imaginativamente en los datos de que disponían los dos protagonistas. Del rey David,
los dos habrían oído hablar. El Señor además era de su linaje. Al gobernador Pilatos, le
habrían contado muchas de sus hazañas. También tenían ambos noticias del asmoneo
Herodes. El gran sanguinario, tirano del que consideraba su pueblo, pero que sabía que
este no lo consideraban como a tal. Del reyezuelo Herodes Agripa I, residía aquellos
mismos días de Pascua muy cerca de donde se celebraba el juicio y eran conscientes de
sus limitadas potestades.
3.- Con los segundos presupuestos, debemos iluminar la escena. El Gobernador le
pregunta al Maestro si es un Rey. En realidad, muchos entonces como ahora, para
distinguirse en sociedad, ambicionan el mando, el poder, creyendo que con ello serán
amos y señores. Pueden ser personas distinguidas. Pero con frecuencia, quienes así se
creen, caen en el error, error de cálculo y de experiencia. Se puede tener el mando,
gozar de lo que se llama erótica del poder, y carecer de autoridad reconocida e
influyente.
4.- Jesús sabe bien todo esto. También sabe que es galileo y está en Judea. No ignora
las rivalidades, ni las ambiciones de la clase sacerdotal, principalmente en sus niveles
superiores. Los Sumos Sacerdotes y los miembros del Sanedrín, de ninguna manera
permitirán ser privados de sus privilegios. Niega estas nociones el Maestro. Está
inmovilizado y ha sido flagelado a conciencia. Pero si lo niega no es para tratar de
librarse de tal situación. Afirma a continuación, valientemente, que es Rey. Pero un Rey
de otra manera. Nada tiene que perder, carece de todo, le quitarán pronto hasta la
túnica. Nada podrá ganar, sabe que está condenado de antemano. Es Rey, declara y no
yerra.
5.- Aparentemente lo echa a perder. Es condenado primero al terrible suplicio de la
flagelación romana, después a muerte en la cruz. ¿Todo se ha perdido o todo se ha
ganado? Depende de cómo se mire. Para los presentes en aquel momento, ellos se han
aventajado en la batalla. Para la humanidad entera, el Señor nos ha conseguido el
triunfo final. ¿Qué es más importante?
6.- Sabemos que nuestros mártires recientes, muchos de ellos, pronunciaban en su
lengua, en nuestra propia lengua, ante el pelotón de fusilamiento ¡Viva Cristo Rey!
mientras caían abatidos. ¿Quién triunfaba? Paradojas de los planes de Dios. ¿Quién se
atreve a contradecir los designios del Altísimo? ¿En el Cielo Eterno, a quien consideran
triunfador? En nuestra misma historia ¿Quién se acuerda de esas autoridades con
mando y sin poder? El poder de Jesús, lo que llamamos Gracia, todavía subsiste y nos
proporciona coraje.
7.- Si ahora estáis leyendo y meditando esto, mis queridos jóvenes lectores, si celebráis
la Eucaristía, si servís a los pobres, ofrecéis vuestro saber gratuitamente a ignorantes, si
vivís austeramente, si con todos sois generosos, si sabéis dominaros, no por
masoquismo, sino por la ambición de saberos triunfadores de vosotros mismos, si sois
misericordiosos, hoy podéis afirmar que Cristo es Rey y que cada uno de nosotros
somos sus virreyes. Virreyes de verdad, no simples figuras decorativas, satisfechos
vanidosamente de sí mismos. Y lo que os digo a vosotros, me lo aplico a mí mismo
también, que también es esta mi Esperanza. Perdonadme el lenguaje, que ahora me doy
cuenta que es muy diferente al vuestro. Espero que sepáis trasponer los términos.