2a. Adviento, Jueves
"En verdad les digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno
mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de
los Cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora,
el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Pues
todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron. Y, si
quieren admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos, que
oiga (Mateo 11,11-15).
Estos versículos presentan ciertas dificultades de interpretación. Recuerden que a
veces traducir no resulta nada fácil, pues una palabra puede tener diversas
acepciones.
En este caso, por ejemplo, ﾿cómo interpretar el que “el Reino de los Cielos sufre
violencia, y los violentos lo arrebatan?”
San Lucas nos trae una frase parecida que quizás aclare un poco el sentido: “La Ley
y los profetas llegan hasta Juan; desde ahí comienza a anunciarse la Buena Nueva
del Reino de Dios, y todos se esfuerzan con violencia por entrar en él” (16,16).
Desde antiguo, estos textos similares, aunque el de Lucas parece más claro, han
tenido una doble interpretación. ,?p>
Por un lado están los que opinan que aquí Jesús se refiere a una violencia contra
uno mismo. Para entrar en el Reino de los cielos hay que violentarse, a fin de
dominar las pasiones y rechazar las tentaciones. Por el otro los que hablan de la
violencia que se ejerce contra el Reino, persiguiendo a los creyentes y haciendo
difícil la predicación del mismo.
Es muy cierto que las enseñanzas del Evangelio condenan la violencia contra los
demás.
El amor al prójimo, que es el santo y seña de los cristianos, tiene que llegar,
incluso, a los enemigos, en cuanto que estamos obligados a hacer siempre el bien
sin importar a quién.
Jesús da una razón para ello: Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué
recompensa van a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? (Mateo
5,44).
En cuanto a la violencia ejercida en contra de los discípulos de Cristo, eso es algo
que no ha cesado en los veinte siglos que han pasado, desde la muerte y
resurrección de Jesús y aún antes, pues la misma muerte violenta y cruel de Cristo
fue la culminación de los ataques de los grupos influyentes que veían en El una
amenaza a sus posiciones privilegiadas.
El Imperio Romano, los guerreros islámicos, los comunistas, y todo un conjunto de
grupos interesados en hacer desaparecer el Cristianismo, han luchado por lograrlo.
Los cristianos han sufrido y siguen sufriendo violencia de muchas clases. Pero los
que lo son de verdad tienen presente las palabras de Cristo: “En el mundo tendrán
tribulación.
Pero ᄀánimo!: yo he vencido al mundo” (Juan 16,33).
Padre Arnaldo Bazan