II Domingo de Adviento, Ciclo C
DÍA DE FIESTA, HOMENAJE Y GOZO
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- Os confío, mis queridos jóvenes lectores, que hace muy pocos días, víctima de
accidente, ha muerto un buen amigo, que lo era desde hace muchos años. Me he
acordado de cuando murieron mis padres y hermanas. La muerte hasta al mismo
Maestro le hizo llorar, a la de su amigo Lázaro me estoy refiriendo. Dirán a la
familia, como a mí me decían: ¡qué triste Navidad vais a pasar! Os confieso que
recuerdo que traté de reunirme con los míos las siguientes fiestas, como si nada
hubiera pasado y sufrí mucho. Desde aquel 1958 siempre he estado solo en
Navidad. Solo no, muy bien acompañado por el Señor y por los míos que, estoy
seguro, están con Él. Lo que nunca me he perdido han sido las tres misas, mi
estrecho encuentro con Jesús y su Iglesia. Es otra felicidad la que siento. Muy
diferente a la de muchos ciudadanos de mí entorno.
2.- Navidad es una fiesta que exige preparación espiritual. Como la novia se arregla
para el día que va a ser presentada a la familia de su enamorado. Como el traje
serio, americana y pantalón oscuro y bien planchado, que se pone el que acude a
recibir un título o un trofeo. El momento se lo merece, es más, lo exige.
3.- La Navidad se aproxima. La Jerusalén de la primera lectura de la misa de hoy,
la del profeta Baruc, nosotros los cristianos, la referimos, asimilándola, a la Iglesia.
Nos sentimos identificados personalmente con ella. Hay que prepararla gozosos. Yo
ya he enviado mis obsequios a los que el correo tardará muchos días en llegarles y
quiero alegrarles un poco más el día, con mi aguinaldo. No por su valor, sino por lo
que significa el recuerdo, el aprecio que supone, la comunión que sentimos en
valores y Gracia.
4.- ¿Cómo os preparáis vosotros, mis queridos jóvenes lectores? ¿Esperáis gozar
ese día? ¿Esperáis que sea este año un ensayo de la Navidad eterna a la que
estamos invitados? Para acudir a una fiesta no es suficiente arreglarse, perfumarse
y peinarse con esmero. Debe uno quitarse el polvo de los zapatos, librarse de
alguna, o muchas, manchas que puedan haberle ensuciado. Este es el mensaje de
la segunda parte del evangelio de la misa de hoy. Lo que nos recuerda Juan el
Bautista, el hijo de Zacarías, sacerdote del Templo. Esta temporada litúrgica nos lo
volveremos a encontrar. No esperéis de él simpatía o elogios cautivadores. Era un
hombre severo, íntegro, honesto, por encima de todo. Pese a faltarle un “asesor de
imagen”, supo hacerse oír y, consecuencia de ello, muchos se convirtieron. Tal fue
su importancia histórica, que observaréis que el evangelista Lucas, con los datos
propios de su época nos ancla en el tiempo el inicio de su gestión. Es la otra parte
del texto de hoy. Ya sabéis que aun hoy en día, uno es el calendario gregoriano,
otro el juliano, otro el musulmán, otro el judío… para recordaros los más conocidos.
El de este texto es el que se estilaba en aquel tiempo.
5.- No olvidéis, mis queridos jóvenes lectores, esta ocupación de higiene espiritual
que nunca debemos olvidar. El comercio y los medios nos machacan: gastad,
comprad, contratad viajes… En vuestro interior repetíos: corregirme, regalar,
ayudar, rezar… Esto es el Adviento, que iniciamos ya la semana pasada.