Segunda semana de Adviento. Viernes: Mt 11, 16-19
Hoy nos da Jesús sus enseñanzas poniendo, como en pantalla abierta, lo que
puede pasar, y quizá sucede con frecuencia, entre niños. Quieren jugar, pero no se
ponen de acuerdo. Son caprichosos y tercos; y unos quieren jugar a una cosa y otros a
otra. Y por no ponerse de acuerdo, terminan por no jugar a nada.
Dice Jesús: Esto les pasa a muchos adultos, entre los que están los arrogantes
fariseos y escribas. Jesús les nombra muy genéricamente con la expresión “esta
generación”. Esa expresión tiene un tono peyorativo, como aparece en otros lugares
del evangelio.
Les falta firmeza y sinceridad para decidirse a hacer el bien. Son egoístas y por eso
ponen excusas. San Juan Bautista y Jesús eran diferentes en el estilo de vida y en su
predicación. San Juan predicaba más la penitencia y vivía con aspecto de penitencia.
Jesús predicaba más el amor y mostraba en su vivir una verdadera amistad. Pero los
dos predicaban el “Reino de Dios” y los dos animaban a caminar por los caminos de la
virtud para acercarse a Dios.
Lo que les pasaba a muchos es que no querían “caminar”. Y por eso ponen
excusas. Refiriéndose al Bautista, decían que su vida era demasiado austera y
demasiado exigente, de modo que eso tenía que provenir del demonio. Era por lo tanto
un loco o endemoniado. Refiriéndose a Jesús decían que su vida era demasiado
alegre y disoluta, al aceptar con frecuencia las invitaciones a banquetes. Por lo tanto
era un comilón y borracho.
El caso era poner excusas. Lo que les pasaba, y nos puede pasar, es que eran muy
egoístas y no tenían fuerzas o valentía para llevar la vida austera del Bautista o la vida
de Jesús, al parecer alegre, pero entregada plenamente al servicio de los demás. Y,
como Jesús hacía el bien a todos y se comunicaba con todos, especialmente con los
pobres y humildes, decían que “comía con publicanos y pecadores”. Era una frase
como para decir que era como ellos.
En nuestros tiempos hay muchos que se creen con derecho para hablar de religión
y critican todo lo que no les parece correcto; pero no mueven ni un dedo para progresar
en la fe y en el amor, con un sincero desprendimiento.
Termina el evangelio de hoy con estas palabras de Jesús: “La Sabiduría se acredita
por sus obras”. En la Biblia sabiduría no es sólo lo relativo al saber. Puede ser el
saborear la palabra de Dios, que en definitiva es amar. Y es también la participación de
la presencia de Dios entre nosotros. Manifestará más la presencia de Dios quien tenga
obras dignas de ese Dios presente entre nosotros.
Estamos en Adviento, tiempo de preparar la venida de Dios. Hoy se nos pide
sinceridad y acción en el amor. No tanto ponernos a pensar y discutir qué debemos
hacer, sino ponernos en camino. Dios nos da en abundancia sabiduría para poder ver
el camino. Pidamos energías, si vemos que nos faltan.
Para las cosas de la fe. Y más para la santidad hace falta decisión, o una gran
“determinación”, como diría santa Teresa. Quizá no caminaremos hacia el mejor ideal,
pero es importante caminar sin faltar al Señor. Poco a poco Él nos iluminará y la
determinación se convertirá en luz y en paz.
No critiquemos tanto. Más vale un paso adelante que muchas discusiones y críticas
sin dar ese paso. En la Iglesia hay muchas espiritualidades, muchos caminos diversos
para ir hacia Dios. Todos deben coincidir en el amor. Pongamos amor, sigamos
caminando hacia el “Portal de Belén” con amor compartido y encontraremos la
verdadera paz en la noche de Navidad.