Día 19 de Diciembre: Lc 1, 5-25
En esta semana antes de la Navidad nos presenta la Iglesia en el evangelio lo que
narran los evangelistas antes de nacer Jesús. Hoy nos presenta la narración por san
Lucas del anuncio del ángel a Zacarías, el padre de san Juan Bautista. Es una
narración hecha con mucho detalle y con buen estilo literario. No en vano, según
cuenta san Pablo, era san Lucas médico y por eso tendría una mejor formación
cultural. No sabemos quién le pudo contar estas escenas. La Tradición nos dice que
sería la misma Virgen María, quien le contó lo acontecido antes de nacer Jesús y otras
escenas de su infancia. Es muy posible que el evangelista adornaría las escenas con
ideas sacadas del Antiguo Testamento acerca de otras anunciaciones sobre
nacimientos de personajes famosos, como Sansón, como Samuel, como el hijo de
Abraham; pero lo que queda claro es el mensaje de que Dios salva, sobre todo desde
los pobres, desde lo que es inútil, como una mujer estéril. Es como un preámbulo para
llegar a la maternidad virginal de María y poder decir que para Dios no hay nada
imposible, si encuentra personas que le reciben con plena confianza.
Zacarías e Isabel eran ya ancianos y además Isabel era estéril. Ya habían perdido
la esperanza de tener algún hijo. Esto para la cultura de los israelitas era como una
ignominia y algunos decían que era un castigo de Dios. Sin embargo “eran justos en la
presencia de Dios”. Este andar en la presencia de Dios es algo que el ángel dirá sobre
el futuro hijo. Todos vivimos y trabajamos en la presencia de Dios; pero la mayoría de
las veces ni nos damos cuenta ni sacamos provecho de esa gran realidad.
Zacarías era sacerdote y ese año tenía la suerte de entrar en lo más sagrado del
templo a ofrecer incienso a Dios. El incienso simbolizaba las oraciones de los fieles y
las del mismo Zacarías, que muchas veces habría pedido la gracia de tener algún hijo.
Estando en esa mayor intimidad con Dios, se le aparece el ángel Gabriel diciendo que
su oración había sido escuchada e iba a tener un hijo. Después de Jesucristo ya no
hace falta entrar en ningún lugar más sagrado para poder tener intimidad con Dios, ya
que habita en nosotros por la gracia. Pero Jesús está de una manera más presente en
la Eucaristía y le podemos tener dentro de nosotros. Es para agradecer y estimarlo.
El ángel le dice a Zacarías grandes cualidades de ese hijo, que sería san Juan
Bautista. En las vísperas de la Navidad podemos examinar que son cualidades que
Dios pide para cada uno de nosotros: que haya más alegría, la de verdad y profunda en
el alma, a nuestro alrededor; que, al estilo del Bautista, sepamos preparar los caminos
al Señor para nosotros y para otros; que hagamos realidad el que haya una
reconciliación entre padres e hijos; que colaboremos para que todos sean más
sensatos y para que todos reciban al Salvador estos días con mayor fe.
A Zacarías le faltó la fe. Quizá le pareció demasiado hermoso. El ángel procura
tranquilizar a Zacarías, que se ha quedado lleno de temor; pero como sigue sin creer,
recibe un castigo, el quedar mudo, que es al mismo tiempo una lección y una prueba
de que lo que promete Dios va a ser una realidad. Podemos ver el signo de quedarse
mudo como un rechazo a la Palabra de Dios. Por eso recobrará su palabra cuando
pueda ver cumplida la Palabra de Dios. Dios busca la paz. Sus mensajes siempre son
de paz. A veces cuesta comprender la voluntad de Dios para poderla cumplir; pero si la
aceptamos y uno se entrega a esa divina voluntad, siempre viene la paz.
En el Ant. Testamento había una anunciación algo parecida, que fue la de Sansón.
Hoy se lee en la primera lectura. El salmo responsorial nos dice que Dios nos conoce
desde el seno de nuestra madre. Sobre nosotros tenía y tiene grandes ilusiones. No
podemos defraudar a Dios. Caminemos siempre en su presencia, viendo su voluntad
en sus mandatos y en tantos sucesos de la vida, como es también la Navidad. Y, como
dice hoy el salmo, pongámonos en sus manos, que El es nuestro refugio.