DOMINGO II DE ADVIENTO (C)
Homilía del P. Sergi d’Asís Gelpí, monje de Montserrat
6 de diciembre de 2015
Bar 5,1-9 / Flp 1,4-6; 8,11 / Lc 3,1-6
Hace unos días, saliendo del metro, me dieron un papel que decía lo siguiente:
"Maestro Vidente Médium. El gran ilustre más consultado en España con rapidez,
eficacia y garantía en su trabajo. Especialista en problemas de amor. El poderoso
mago, con más de 30 años de experiencia en todos los campos de la alta magia,
heredero de sus antepasados, viene de una nación más conocedora del vudú en el
desierto, ha resuelto miles de casos difíciles en todo el mundo. No espere más y deje
de seguir sufriendo, pídale ayuda, él resuelve todo tipo de problemas, por difíciles que
sean. En el trabajo, suerte, amor, salud, impotencia sexual, protección de la familia,
enfermedades crónicas, atracción de clientes en los negocios, protección contra todo
tipo de males. Si su pareja querida le ha dejado, no dude en contactar con el maestro
para devolverle la felicidad, tengo solución donde los otros fallan, la recuperación de
su pareja se inmediata. Resultado al 100% en 72 horas y todos los demás resultados 7
días como máximo. Tiene espíritus mágicos más rápidos que existen en toda clase de
magia espiritual y poderosa, también acepta trabajo por correspondencia en caso de
no poder desplazarse al lugar, no dude en llamar al número que cambiará sume vida".
Bien, ¡espectacular! Tienes un problema, y en 72 horas te lo solucionan. Lo que sea.
¡Solución inmediata de cualquier problema!
Pero os podréis preguntar: ¿y qué tiene que ver esto con el Evangelio que acabamos
de escuchar? Pues poco, francamente poco. O nada. Porque el Evangelio va por un
camino muy diferente.
A menudo nos gustarían soluciones inmediatas a las cosas, no habernos de esforzar,
no tener que arreglar, no tener que hacer nada. Que las cosas pasaran solas. Y la vida
no suele ir por aquí.
En el Evangelio de hoy, hay una palabra reveladora en este sentido. Es la palabra
griega "Ἑτοιμάσατε". La escribió el evangelista Lucas citando al profeta Isaías, y
sirviéndose de la versión griega del Antiguo Testamento, y literalmente significa
"preparar". Viene del verbo "ἑτοιμάζω", que significa "preparar": preparar la cena,
preparar la Pascua, preparar lo que sea. En este caso, en el Evangelio de hoy,
"preparar el camino del Señor".
Pero, como he dicho, San Lucas se sirve de la versión griega del Antiguo Testamento.
Y este texto de Isaías fue escrito originalmente en hebreo. Pues bien, la palabra
exacta que usó Isaías en hebreo para decir eso significaba "abrir", "aclarar", en este
caso "limpiar el camino", "desbrozarlo", "aclararlo".
Seguro que la mayoría de escolanes recuerda un atajo que utilizamos para llegar a
Can Martorell (bueno, hay dos, pero sobre todo usamos uno). Cuando hace meses
que no se ha pasado por allí, no es fácil volver a pasar porque está lleno de plantas
que han ido creciendo durante el año y a veces ni siquiera se ve el camino. Para poder
pasar bien, y sobre todo para que los que vengan después puedan pasar mejor,
debemos desbrozar, tenemos que ir apartando las plantas y arbustos que han ido
creciendo y tapándolo. Cuando ya ha pasado más gente, entonces se convierte en un
camino agradable.
Pues eso es lo que se nos pide hoy en el Evangelio: ¡que desbrocemos el camino, que
lo abramos!
Lo que me proponía aquel señor que me dio el papelito a la salida del metro no era
abrir un camino. Al contrario: era tener un aparato mágico que me hiciera volar sobre
el camino sin necesidad de andarlo (y menos de abrirlo). Y la vida no es así.
Y, ¿qué nos quieren decir cuando nos piden que abramos el camino al Señor, que le
preparemos el camino? Pues que le hagamos lugar en nuestra vida. Que lo
desbrocemos de todas aquellas cosas que no nos ayudan a encontrar a Dios, aquellos
sentimientos o aquellas actitudes que le cierran el paso.
Para unos serán unas cosas, por otros serán otras. Pero es una pregunta que nos
podemos hacer todos: ¿qué puedo hacer para que Dios pueda pasar por mi vida?
¿Qué puedo hacer para dejarlo actuar en mí? La respuesta será quizá diferente para
cada uno.
Pero si deseáis saber si habéis respondido bien, si le habéis despejado el camino,
podéis saberlo de una manera: mirando si amáis más, si sois más bondadosos, si sois
más como Jesús.
Hoy en la Escolanía celebramos San Nicolás. Y escribiendo estas líneas, pensaba que
los escolanes cada día aclararais el camino para que Dios pueda pasar por la vida de
muchos. Con vuestros cantos, comunicáis Paz a mucha gente que os escucha. Y casi
sin daros cuenta de ello, hacéis mucho bien.
Hoy es un buen día para celebrarlo y dar gracias a Dios por ello.
Que en este Adviento, todos juntos sepamos desbrozar el camino para que Él pueda
pasar por nuestra vida.