Pautas para la homilía
Solemnidad. Santa María, Madre de Dios (1 de enero).
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón
Vivimos tiempos complicados. Todo anda revuelto; se exigen cambios y no se
puede aplazar por más tiempo el llevarlos a cabo. La Comunidad cristiana no puede
permanecer impasible, ajena a estas urgencias. Suele decirse: año nuevo, vida
nueva y sin embargo, todo sigue igual.
La Palabra del Señor que se proclama en esta celebración tiene tres puntos claves:
Dios bendice y protege
La fórmula de bendición, que no se reduce a un asunto ritual, sino que desciende
para tocar lo íntimo de cada persona: Dios bendice y protege y esto ocurre
iluminando la existencia humana al ser mirado por la ternura del rostro de Dios. Esa
mirada llena de misericordia favorece, gratuitamente y procura que cada persona
se sienta elegida, amada, reconocida y enviada. Lleva la experiencia de la Paz en lo
más íntimo de su ser. Cada bautizado ha de ser para el mundo signo de la
bendición de Dios, portador de dicha bendición y alzar su voz y manifestar su
compromiso en favor de la Paz.
La oración sálmica de este día pretende grabar en lo más íntimo del ser este deseo
de todo ser humano: que Dios tenga piedad y nos bendiga. Esa bendición de Dios
cuya descripción recoge el libro de los Números, se convierte en plegaria para que
se haga efectiva en las relaciones interpersonales; ente las familias y las naciones.
Que todo el mundo goce de esta Paz.
Tiempo de plenitud
Y este tiempo de plenitud del que habla Pablo, verdadero tiempo de salvación tiene
a dos personas como signos relevantes y realizadores de la definitiva y eterna
voluntad salvífica del Padre: el Hijo, enviado en la plenitud de los tiempos y María,
la mujer de la cual nace con una misión concreta: rescatar a los que estaban bajo
la Ley, para llevarnos a vivir la gozosa experiencia de la filiación y la fraternidad.
Tiempo esperado por los Padres, anunciado por los Profetas, acogido por los
pobres. Los sencillos, los pequeños, entienden este lenguaje y se gozan
compartiendo lo que gratuitamente deja en cada uno.
María escucha , guarda y medita en silencio
El pasaje del Evangelio de esta celebración tiene toda la riqueza temática que San
Lucas quiere resaltar: son los pobres los que primero escuchan, corren y cuentan lo
comunicado. Son los que dan crédito porque viven esperando que les ayuden, les
tengan en cuenta, les regalen lo que más precisan: ser tenidos en cuenta. Y eso es
lo que cuentan. Les han tenido en cuenta. A ellos se les comunica el nacimiento del
Mesías, el Señor. Reconocen la buena noticia y sienten el impulso interior que les
hace correr y contar.
La Madre del Señor, escucha en silencio. Ella sabe lo que significa escuchar, callar,
acoger y correr también para ayudar a otros, compartiendo la alegría de
experimentar la obra del Señor. Oye a los pastores y silenciosamente piensa cómo
Dios salva; Dios bendice; Dios reconcilia y transforma el corazón de cada uno.
Termina el evangelista relatando la circuncisión y la imposición del nombre: le
llamaron Jesús, como el ángel lo había señalado al tiempo de la anunciación. El que
Salva a sus hermanos. Por eso cada bautizado, como María, deberá recocer estas
presencias y palabras del Señor que siguen trayendo a todos los pueblos la
posibilidad de experimentar novedades impensables.
Comunidad de Predicadores de Almería Comunidad de Predicadores de
Almería
Convento de Sto. Domingo (Almería)