3ª semana del tiempo ordinario. Domingo C: Lc 1, 1-4. 4, 14-21
Hoy el evangelio tiene dos partes muy determinadas. Comienza con el principio del
evangelio de san Lucas, pues en este año en los evangelios de los domingos ordinarios
leeremos a san Lucas. Es un prólogo muy bien escrito en el sentido literario. San Lucas
era médico y tenía cierta cultura, que hace que sus escritos tengan un estilo más
elegante que el de otros escritores del Nuevo Testamento. Acompañaba a san Pablo,
pero se da cuenta que las palabras habladas a veces se desvirtúan y no permanecen
como puede ser un escrito. Y se pone a realizar esa labor de una forma ordenada.
Para ello se basa en otros escritos, como ciertamente parece ser el evangelio de
Marcos y en el de Mateo por lo menos los discursos de Jesús, escritos un poco antes.
Habría algún otro escrito perdido. Pero sobre todo pregunta a los que vivieron con
Jesús “desde los orígenes”. Con esto da a entender que, si no pudo conversar con la
misma Virgen María, se informaría bien para poder describir la historia desde antes de
nacer Jesús. Lo escribe, como era la costumbre, dedicándolo a una persona. Aquí era
su amigo Teófilo. ¡Procuremos conocer nosotros con firmeza estas enseñanzas!
En la segunda parte del evangelio de hoy se nos propone la primera predicación de
Jesús en Nazaret. Ya había enseñado por varias sinagogas y su buena fama corría por
toda aquella región. Volvió a su pueblo, no donde había nacido, sino donde había
vivido casi toda su vida y donde vivía su madre. Como era sábado, fue a la sinagoga.
La costumbre era que además de las oraciones solía haber dos lecturas. La primera
era sobre la ley en los primeros libros de la Biblia. El comentario lo hacía un “doctor de
la ley”. Después venía otra lectura, que solía ser de los profetas, pero el comentario lo
podía hacer cualquier hombre mayor de treinta años. Con más razón si era un visitante
y si tenía fama de hablar, como era el caso de Jesús. Había gran expectación.
Jesús lee una partecita del profeta Isaías. No se sabe si ya estaba reglamentada
esa lectura o fue escogida por Jesús. Lo cierto es que pone interés en leer la parte que
le interesa explicar. Con mucho arte el evangelista pone detalles: enrolló el libro, pues
eran pergaminos, se lo dio al asistente, se sentó y todos tenían fijos los ojos en él. Se
ve que había mucha expectación. En parte sería por la fama y en parte ya por la
manera de leer y lo que escogió y lo que no quiso escoger.
Todos estaban acostumbrados a que la explicación se basase en lo que el profeta
pensaba para su tiempo; pero Jesús lo hace actual y se lo aplica a sí mismo: “Hoy se
cumple esta escritura que acabáis de oír”. Es un esquema de la predicación. Pero tuvo
que ser algo vibrante escuchar las razones de Jesús actualizando la Palabra de Dios.
Lo primero habla del Espíritu de Dios. Si estaba sobre el profeta, si había cubierto a
María y había llenado a otras personas, como Isabel y el anciano Simeón, ¡Cómo sería
en Jesús, que siempre estuvo con El, pero sobre todo fue ungido, hasta rebosar, en el
día del bautismo! Jesús no habla de promesas, sino de realidades: Ha llegado la
verdadera liberación por parte de Dios. Jesús no es como tantos mesías falsos que
prometen felicidad a base de placeres que pasan y dejan vidas rotas quizá desde la
juventud. Jesús nos habla de la liberación del pecado, el odio, la guerra, la violencia,
las injusticias, la opresión. La liberación que predica Jesús es por medio de la
confianza en Dios y la preocupación por el hermano. Si hay amor ayudaremos al pobre,
al encarcelado, al enfermo y a todo necesitado. La obra de liberación por medio de
Jesús se realizaba ya aquel día; pero debe continuar por medio de nosotros. El
mensaje de Jesús continúa hoy y quizá en nosotros mismos, porque nosotros mismos
estamos a veces ciegos en el espíritu, somos cautivos de nuestra soberbia y debemos
ser pobres de espíritu para estar aptos para escuchar con fruto la palabra de Dios.
Jesús hablaba de esperanza, de salvación, como si todos los días fueran años de
gracia. Esas palabras del profeta eran el resumen de la acción misionera de Jesús.