TERCER DOMINGO/C
“Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír”
“Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes y yo lo seguiré con cuidado. Enséñame,
Señor, a cumplir tu Voluntad y a guardarla de todo corazón”.Tanto la primera
lectura como el Evangelio hablan del libro de la Escritura . Esdras, en la primera
lectura, lee el libro de la Ley ante todo el pueblo, “aclarando e interpretando el
sentido, para que comprendieran la lectura”. En la sinagoga de Nazaret, Jesús se
levanta, un día de sábado, para hacer la lectura del volumen del profeta Isaías, que
le fue entregado por el sacristán de la sinagoga (Evangelio). Para dar vida a la
Escritura y hacerla real, Dios puso en la Iglesia los apóstoles , los profetas, los
maestros, el don de lenguas, el don de interpretación…, de modo que la Palabra de
Dios sea viva, vivifique y permanezca para siempre.
Se puede decir que el judaísmo, el cristianismo y el islamismo son en cierta
manera las religiones del Libro . Los judíos tienen la Torah (Revelación de Dios en el
AT), los cristianos el Evangelio (Antiguo y Nuevo Testamento), los musulmanes el
Corán. La Escritura es libro del judaísmo, porque es Palabra de Dios, y porque es el
código fundamental de su identidad religiosa y cultural.
Jesús, como buen judío, escuchó y leyó la Torah, escrita y oral, en múltiples ocasiones
y celebraciones religiosas. Estaba familiarizado con ella, porque en ella se había
educado durante treinta años y en ella se veía reflejado, en virtud de la conciencia
que tenía de sí mismo. Por eso, podrá decir sin titubeo alguno en la sinagoga de
Nazaret: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír” (Evangelio). Después
de la ascensión de Jesús a los cielos, los primeros cristianos, gracias a la mayor
comprensión del misterio de Jesús por obra del Espíritu, hicieron de Jesús el libro
viviente, el evangelio de nuestra salvación .
De este modo, el cristianismo no es principalmente la religión del libro, sino la religión
de la persona de Jesucristo, libro siempre vivo que revela a los hombres las vicisitudes
y los tortuosos caminos de la historia . En la Escritura cristiana (Antiguo y Nuevo
Testamento), se hace presente y viva la persona de Jesús para todos los creyentes.
A lo largo de los siglos y milenios, los cristianos se han inspirado y continúan
inspirándose en el Evangelio (AT y NT), libro viviente de Jesús , que es para ellos la
guía inequívoca de su ser y de su actuar como creyentes.
La primera cosa es escuchar la Palabra de Dios . La Iglesia es esto: la comunidad que
escucha con fe y con amor al Señor que habla. Es la Palabra de Dios la que suscita
la fe, la nutre, la regenera. Es la Palabra de Dios la que toca los corazones, los
convierte a Dios y a su lógica, que es muy distinta a la nuestra; es la Palabra de Dios
la que renueva continuamente nuestras comunidades… (Francisco).
El Antiguo y el Nuevo Testamento son los dos pulmones con los que respira la fe, la
moral y la piedad de los cristianos . Por eso, es muy necesario que los cristianos, ya
desde niños, desde la educación básica, nos familiaricemos con toda la Biblia: con el
Antiguo y con el Nuevo Testamento. Todos podemos mejorar un poco en este
aspecto: convertirnos todos en mejores oyentes de la Palabra de Dios, para ser
menos ricos de nuestras palabras y más ricos de sus Palabras. Pensemos en el
sacerdote , que tiene la tarea de predicar. ¿Cómo puede predicar si antes no ha
abierto su corazón, no ha escuchado, en el silencio, la Palabra de Dios? Pensemos
en el papá y en la mamá , que son los primeros educadores: ¿cómo pueden educar si
su conciencia no está iluminada por la Palabra de Dios, si su modo de pensar y de
obrar no está guiado por la Palabra? ¿Qué ejemplo pueden dar a los hijos? Esto es
importante, porque luego papá y mamá se lamentan: “este hijo…”. Pero tú, ¿qué
testimonio le has dado? ¿Cómo le has hablado? ¿De la Palabra de Dios o de la palabra
del mundo? ¡Papá y mamá deben hablar ya de la Palabra de Dios! Y pensemos en los
catequistas, en todos los educadores : si su corazón no está caldeado por la Palabra,
¿cómo pueden caldear el corazón de los demás, de los niños, los jóvenes, los adultos?
(Francisco).
Jesús es quien habla en la Escritura, es Él quien habla en ella. Es necesario ser
antenas que reciben, sintonizadas en la Palabra de Dios, para ser antenas que
transmiten. Se recibe y se transmite. Es el Espíritu de Dios quien hace viva la
Escritura, la hace comprender en profundidad, en su sentido auténtico y pleno
(Francisco).
La Biblia es Palabra que Dios me dirige personalmente a mí cuando la leo . Y desde el
texto la Palabra de Dios me interpela, me lee y me interpreta. Me interpela , buscando
una respuesta a lo que me dice mediante la lectura del texto. Me lee , desentrañando
los secretos de mi corazón, y suscitando el deseo de cambio. Me interpreta , dando
una orientación segura a mi existencia: a mi modo de ser, de pensar, de vivir, de
actuar en el mundo, y moviendo mi voluntad a seguirla.
Es un imperativo, por tanto, para nosotros, los cristianos, dejarnos interpretar por la
Palabra del Dios vivo , pues Ella es la interpretación más genuina y auténtica del
hombre, en cualquier tiempo o lugar en que éste se encuentre. Preguntémonos: ¿qué
lugar tiene la Palabra de Dios en mi vida, en la vida de cada día? ¿Estoy sintonizado
en Dios o en las tantas palabras de moda o en mí mismo?, ¿escucho la Palabra de
Dios con la conciencia y el deseo de ser leído e interpretado por Ella? Como sacerdote,
como cristiano, como padre y madre de familia ¿me dejo interpretar por la Palabra
de Dios, la valoro, la hago la luz de mi vida, la llevo en el corazón y la pongo en la
vida de mi prójimo…?