Tercer Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
El Evangelio es Hoy la palabra liberadora
La incertidumbre de la situación política de España tras las últimas elecciones
generales, con las dificultades para formar un gobierno estable y serio y con todos
los problemas que se arrastran en el ámbito social así como la amenaza del
nacionalismo separatista catalán marcan la problemática actual de la España
invertebrada. El contexto internacional mantiene el decurso de la gran crisis
económica y social de un mundo donde sigue dándose un crecimiento del número de
los pobres y de los hambrientos, de los que no tienen trabajo, de los endeudados y
de los desahuciados, de los refugiados y de los migrantes. Y todo ello envuelto en la
expansión del terrorismo yihadista que siembra por doquier su caos de muerte.
El mensaje liberador del evangelio en el texto singularísimo
de Lucas, que presenta a Jesús en la sinagoga de Nazaret, pone a los pobres
como centro de la mirada de Jesús y destinatarios prioritarios del amor y de la
liberación que lleva consigo la gracia del Señor. En este año jubilar de la
misericordia y siguiendo las pautas críticas y orientadoras del Papa Francisco, nuestra
iglesia y nuestro mundo tienen la posibilidad de comprender mejor y de llevar a la
práctica el carácter liberador del Evangelio de Jesús , que sigue siendo Hoy la
gran palabra que conduce a la visión nueva del ser humano y de la sociedad, y
abre senderos de libertad y de gracia para todos los pueblos de la tierra, superando
todo tipo de fronteras y de divisiones entre pueblos, sociedades y culturas. Ojalá que
esta palabra sea escuchada Hoy en nuestro mundo y, como en el texto de Nehemías
(Neh 8,2-10) podamos hacer la fiesta de la Palabra , que es Jesús, y del libro que
la comunica a lo largo de largo de toda la historia, que es la Biblia.
En la escena evangélica lucana (Lc 4,16-30) Jesús abre la Escritura en el pasaje
que proclama la misión profética de Isaías por encargo divino (Is 61,1-3). Pero Jesús
no solamente lee la Escritura sino que al mismo tiempo la abre y la interpreta. La
singularidad de su proclamación y lo asombroso de su interpretación contrasta con
la reacción negativa de sus convecinos nazarenos. "El Espíritu del Señor está sobre
mí porque él me ungió para evangelizar a los pobres, me ha enviado a anunciar a los
cautivos liberación y a los ciegos visión, a poner a los oprimidos en libertad, a
proclamar el año de gracia del Señor" (Lc 4,18-19). El núcleo del mensaje de Jesús
al asumir las palabras del profeta Isaías pone un énfasis en la nueva visión que él
proclama para los ciegos y, podríamos decir también, para los obcecados. Es preciso
abrir los ojos para ver la realidad como la ve Jesús, de modo que concentrando la
atención, como los profetas, en los empobrecidos, en los oprimidos y en los
cautivos , se abran los caminos de la gracia que orienten a las gentes de todos los
pueblos hacia una vida digna y hacia la libertad. Éste es el mensaje de Jesús. Los
primeros destinatarios de su mensaje liberador son los pobres. Su mirada está
centrada en ellos y nos sigue apremiando para que, estrechamente vinculados con
él, los que formamos un solo cuerpo, activemos una respuesta solidaria y liberadora.
La novedad de la visión de un mundo como un único cuerpo en el que todos los
miembros se necesitan y buscan el bien de todos los órganos, basándose en la
dignidad de cada uno y en el dinamismo espiritual de todo el organismo (cf. 1 Cor
12,12-30).
Pero la atención a los empobrecidos del mundo y la solidaridad con las víctimas
de la constante tragedia de la pobreza económica en cualquier parte del planeta son
desafíos que reclaman no sólo sentimientos solidarios sino respuestas operativas
y permanentes, estructuradas y organizadas, desde el amor y la justicia , que
nazcan de una nueva cultura samaritana, de una nueva mentalidad altruista y de una
nueva visión liberadora de las personas y de los pueblos. En el "Hoy" pronunciado
por Jesús al presentarse en Nazaret están todos los días de la historia en que él nos
abre el Evangelio liberador y con él la perspectiva de la fraternidad humana,
siempre abierta a los pueblos de toda la tierra.
El texto de Isaías citado por el evangelio de Lucas es un pasaje del Tercer Isaías
(s. V a. C.) en el contexto de la tradición antiquísima de los años sabáticos y
jubilares de Israel, en cuanto instituciones sociales, económicas y religiosas del
pueblo de la Alianza, tendentes al reajuste de los múltiples desequilibrios sociales,
de las desigualdades económicas y de las injusticias clamorosas que en el transcurso
de la historia se producían en seno del pueblo de Dios. La misión del profeta consiste
en la proclamación del año de gracia del Señor como un tiempo de alegría y
de liberación para los pobres, los oprimidos y los cautivos . El jubileo de la
misericordia es un año propicio para renovar en todo cristiano este sentido profético
jubilar.
La misión del profeta es llevar la buena noticia a los pobres y el anuncio gozoso
de la libertad para los cautivos. Este magnífico oráculo destila la alegría de la
liberación y del consuelo por el cambio de situación que ha de producirse en Israel
de donde desaparecerá la injusticia, la opresión y la pobreza. Jesús hace suyas
aquellas palabras de Isaías para presentarse ante los suyos en Nazaret como
portavoz de un año de gracia del Señor, consistente en el anuncio de la Buena Noticia
a los pobres y de la liberación de los oprimidos. Éste fue el objetivo prioritario de su
mensaje y de su actividad mesiánica y profética. Sin embargo, en el evangelio de
Lucas, Jesús hace una lectura algo diferente del texto de Is 61,1-2. Al insertar la
frase "libertar a los oprimidos" de Is 58,6 y eliminar la de "un día de
venganza" está dando una orientación más precisa a su misión evangelizadora,
acentuando el sentido liberador y profético de su unción divina. Los pobres carecen
de medios básicos para una vida digna, los cautivos son los endeudados carentes de
recursos económicos para afrontar sus deudas y privados por ello también de
libertad, los ciegos carecen de visión, y los oprimidos, de libertad. Con la combinación
de textos isaíanos resalta el marcado carácter liberador de la interpretación de Jesús.
Su intervención profética liberadora a favor de los empobrecidos, de los cautivos por
endeudamiento y de los oprimidos, delata la situación opresora de la que son
víctimas.
Tras su lectura en la sinagoga Jesús afirma solemnemente: "Hoy se ha
cumplido ante vosotros esta Escritura" (Lc 4,21). En su persona, en su
interpretación de la Escritura, en su mensaje evangelizador se actualiza la
intervención portentosa de Dios a favor de los empobrecidos de la tierra y en contra
de los enriquecidos a costa de aquellos. La omisión evangélica del "día de
venganza" anunciado en Is 61, 1-2 no elimina el sentido de juicio crítico del
día del Señor ni del año de gracia. El juicio contra los poderosos, contra los ricos,
los explotadores y los tiranos está presente en este evangelio con un énfasis especial.
Por ejemplo, en el cántico de María al comienzo del Evangelio (Lc 1,46-55) se hace
patente la confianza en el Dios que da pan a los hambrientos y despide de vacío a
los ricos, que derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. Las
bienaventuranzas lucanas a favor de los pobres (Lc 6,20-23) tienen la contrapartida
y "el desquite" de las malaventuranzas contra los ricos (Lc 6,24-26). El juicio último
de Dios sobre la historia humana revela su justicia y se manifiesta en la inversión de
la situación social imperante, tal como cuenta la parábola de Lázaro y el rico (Lc
16,19-34); y la auténtica conversión a Jesús implica un cambio radical de la persona
en el aspecto económico, de lo cual es un paradigma la figura de Zaqueo (Lc 19,2-
10). Así pues la cancelación de las palabras de venganza en el texto programático de
Lucas no se ha de entender como una pérdida de radicalidad del sentido profético de
la justicia social en el año de gracia, sino más bien con una orientación
diferente del mismo y que, según el texto lucano que leeremos la próxima semana,
nos abre a una comprensión universalista del mensaje evangelizador y
salvífico de Jesús.
Todos los cristianos hemos sido ungidos para llevar a cabo la misma misión
liberadora de Cristo a favor de los empobrecidos. Para ello hemos de ver con
profundidad profética el fondo de todo lo que sucede en la gran crisis actual. La
crítica abierta y profunda al sistema económico internacional se ha
convertido en un clamor en la voz del papa Francisco : Este sistema ya no se
aguanta. El mensaje liberador del Evangelio es para los creyentes la principal fuente
espiritual de nuestra identidad y de nuestra misión en la opción prioritaria por los
pobres , siguiendo a Jesús de Nazaret.
José Cervantes Gabarrón, sacerdote misionero y profesor de Sagrada Escritura