IV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Amor desnudo
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- El precioso y largo párrafo de San Pablo a los corintios que nos ofrece la
segunda lectura de este domingo, mis queridos jóvenes lectores, es preciso
conocerlo y reflexionarlo en su más profundo significado. El Papa Benedicto XVI lo
ofreció con gran claridad y acierto en su encíclica “Deus caritas est”. Recuerdo muy
bien que en una reunión que tuvimos por aquel entonces, un marido joven, decía:
parece mentira que un papa sepa hablar de esta manera. Como podéis imaginar, os
recomiendo su lectura como complemento y entendimiento de la carta apostólica de
hoy. Por internet, acabo de comprobarlo, la podéis tener y entregaros a la lectura,
siquiera de las primeras páginas.
2.- Vosotros sabéis, mis queridos jóvenes lectores, que cada lengua tiene sus
aciertos y sus limitaciones. La nuestra, en la palabra amor, encierra tres
significados diferentes, que se expresan con tres locuciones distintas en la lengua
griega en la que fue escrita. Para nosotros, a una simple afición apasionada, sea a
la ciencia o a las letras, o a muchas otras cosas, se le puede llamar amor, sin que
suponga caer en error. Amor a los libros o al arte, son ejemplos. Pero de este amor
no habla San Pablo. Ni siquiera del de amistad, por noble que sea, pero tampoco
está incluido.
3.- Con palabras exquisitas se refiere el Papa al enamoramiento. Solo los seres
humanos son capaces de enamorarse. Pero no es a este amor tampoco al que se
refiere Pablo. Por Amor de Dios, algunos son capaces de sacrificios heroicos, de
entregas incomprensibles, de éxtasis sorprendentes. A este Amor sí que se refiere
la Carta a los Corintios. Me parece que fue Marilyn Monroe la que un día,
observando a una monja que curaba a un leproso, le dijo: yo esto ni por un millón
de dólares lo haría. La religiosa le contestó: yo tampoco.
4.- El primer sentido del que os hablaba, se expresa en griego como filos. El
segundo como eros y el tercero como ágape. Estas breves precisiones os las he
puesto porque, tristemente, recuerdo a parejas de enamorados que acudieron a la
Iglesia en búsqueda del sacramento matrimonial, escucharon entusiasmados esta
lectura, para al cabo de poco, o mucho, tristes por el fracaso, se separaron y nunca
más quisieron escuchar palabras de Amor. Ignorantes del verdadero Amor, se
atrevieron a no quererlo conocer. Triste ignorancia. El Amor desnudo, libre de
aficiones, de atractivos y pasiones, de comunicaciones secretas y de acalorados
gestos, este Amor, es el que merece total dedicación, sin que por ello desmerezcan
los otros dos, sin que tampoco se excluyan..
5.- El pasaje evangélico es continuación del relato de la semana pasada. Acordaos
que dejamos al Maestro entregando el estuche donde se guardaban los escritos de
Isaías y pronunciando solemnemente: esto que decía el Profeta, se está cumpliendo
hoy y aquí. Y bien, ¿y qué? Os diríais vosotros y también pensaron ellos. Aquí,
como en otras pocas ocasiones, el Señor se tornó provocativo. Les espetó sin
cautela el misterio de la benevolencia divina, que obra sin favoritismos.
6.- El Amor de Dios es misterioso, no se muestra en muchas ocasiones tal como
nosotros imaginábamos debía acontecer y nos decepciona. Somos esclavos de la
prisa y el Señor es amo de la Eternidad. El Amor de Dios es misterioso, pero no
engañoso. Cuesta a veces aceptarlo, pero nunca es traicionero.
7.- Si un día vais a Nazaret, no busquéis con seguridad el sitio por donde querían
lanzarlo sus vecinos. Si en aquel entonces calculan los arqueólogos que vivían unas
460 personas, hoy entre una cosa y otra, quiero decir entre el Nazaret viejo y el
nuevo, seguramente pasarán de 100.000. Nuevas construcciones, nuevos
establecimientos, con nuevas calles y carreteras, han desfigurado el trazado de la
antigua población.
8.- Cerrad los ojos y concentraos, mis queridos jóvenes lectores, y preguntaos a
qué personas, a qué proyectos, a qué instituciones y a qué ideales, os sentís más
apegados. Imaginad una escala de valores y analizad cual consideráis es su último
peldaño. Pues, como decía San Juan de la Cruz: En el atardecer de nuestras vidas,
seremos examinados de Amor.
9.- Añado ahora una reflexión de Saint Exupéry, os advierto que ni es textual, ni sé
a qué contexto pertenece: Señor, te supliqué, cuando acabe mi plegaria, que aquel
cuervo que descansa en una rama emprenda el vuelo de inmediato. Finalizada mi
oración, miré y el animal continuaba en el mismo sitio. Pero no me sentí triste. Si el
bicho se hubiera elevada, yo estaría aún más triste ya que pensaría que mi dios era
un ser que estaba dispuesto a obedecer cualquier capricho mío. El auténtico Amor,
el Amor desnudo, acepta arriesgado y cariñoso, el misterio de Dios.