DOMINGO II DE CUARESMA, CICLO C
COMO TRANSFIGURARNOS
¿Si esta u otras fiestas religiosas o textos bíblicos no tienen nada que ver con
nuestra vida para que nos sirven? La condición es que pasen diciendo o
iluminando algo de nuestra historia. La pregunta central es ésta: ¿Hay algo en la
fiesta de la transfiguración que tenga que ver con nuestra vida actual? La
respuesta requiere de catequistas o presbíteros que no siempre estén diciéndole
a la gente lo mismo sobre todos los textos y fiestas; sino que sepan discernir la
epifanía de la transfiguración; teniendo en cuenta que la revelación es
progresiva y no reversiva. La fiesta de la transfiguración es la manifestación de
un acontecimiento de la vida de Jesús para darle sentido a la nuestra hoy y en
este momento.
Lucas coloca la transfiguración después de la primera predicción de la pasión de
Jesús y en paralelo con el bautismo de Jesús. (3,21-22) donde recibe la
confirmación de ser hijo de Dios desde el cielo; Hijo de Dios para ser escuchado.
Hay que escucharlo porque Él es el único intérprete de toda la Escritura.
TRANSFIGURADOS EN COMUNIDAD
Un creyente es quien se une, como discípulo, al grupo de Pedro, Santiago y
Juan; la comunidad “porque donde se unen dos o tres en mi nombre allí estaré
yo en medio de ellos” para celebrar la fiesta de la transfiguraci￳n. Recordemos
que se entiende más y mejor la palabra y el sentido de la fiesta en comunidad
que celebrada de forma individual.
El riesgo grande es que la transfiguración nos encuentre dormidos, por el mundo
“Pedro y sus compa￱eros estaban rendidos de sue￱o”; Pero si nos dejamos
despertar por la iglesia en su predicaci￳n del kerigma “veremos la gloria de
Jesús y de los que estaban con él” El único actor de la transfiguraci￳n es Dios.
La transfiguración se dio cuando Jesús oraba (v 29); así debe ocurrir con la
transfiguración nuestra dado que orar es lo que mantiene la fe a pesar de los
embates del mal; el ambiente es de oración para manifestar lo que estaba
oculto.
LA MISION ES ESCUCHAR
La misi￳n no es para Jesús sino para los ap￳stoles: “Escuchadle”. Lo anterior
indica que los creyentes deben olvidarse de las enseñanzas legislativas de
Moisés; incluso de las proféticas de Elías; debe olvidarse de las enseñanzas de la
religión natural, para atender a las del Hijo, Jesús que nos transfigura. No hay
otra posibilidad de conocer al Dios, llamado Padre que escuchar y seguir al
hombre Jesús de Nazaret.
La transfiguración, como su nombre lo indica, es un cambio de mentalidad que
pasa por la escucha para ver cumplida la promesa de Abraham: “Mira al cielo y
cuenta las estrellas, si puedes”. Luego a￱adi￳: “Así será tu descendencia”
(primera lectura). “Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde
esperamos que venga nuestro salvador Jesucristo. Él transformara nuestro
cuerpo miserable en un cuerpo glorioso semejante al suyo, en virtud que tiene
para someter a su dominio todas cosas...” (Segunda lectura)
Que esta fiesta de la transfiguración significativa de lo que celebramos cada
domingo; nos lleve a renovar nuestra entrega decisiva a Cristo no sólo en el
Tabor sino también en el Gólgota.
P. Emilio Betancur