DOMINGO IV DE CUARESMA, CICLO C
CUANDO LA CUARESMA ES RESPONSABLE
Sin duda alguna que en el grupo de personas que quieren escuchar a Jesús los
más notorios son los pecadores, también gente honesta como los escribas y
fariseos a quienes interesaba escuchar sus consejos pero no aceptaban la
relación de Dios con los pecadores. “Este hombre acoge a pecadores y come con
ellos” (evangelio).
RECONCILIACIÓN INCLUYENTE
Está bien sentir profundamente la muerte de los niños por desnutrición; pero
también hay que tener compasión por los victimarios, los criminales, los
hampones, los corruptos públicos o privados, los sicarios, los violadores, quienes
a pesar de su conducta, más cercana al hijo mayor que al pródigo; continúan
teniendo a Dios como Padre y Padre de misericordia; así ellos hayan roto
temporalmente su relación con su padre Dios. La cuaresma como experiencia de
reconciliación incluyente tiene una responsabilidad concreta con el proceso de
paz. Si somos creyentes por tener los mismos sentimientos de compasión de
Jesús con nosotros, pecadores, hijos pródigos y mayores; debemos caer en
cuenta que esos otros no son solo las victimas sino también los victimarios ¡Qué
ha hecho Jesucristo por medio de la Iglesia con las malas acciones de quienes
nos sentimos buenos si no ha sido perdonarnos! La carta a los hebreos nos
indica a los presbíteros: pero por el bautismo, sacerdotes, profetas y reyes,
extensivo a los laicos,” que como estamos sujetos a las debilidades humanas
podemos tener compasión de los violentos y extraviados; y por casusa de
nuestra propia debilidad ofrecer sacrificios por nuestros pecados y todos los
pecados de la gente” (Hb 5,1-3)
UN PADRE NO CALCULADOR
Si Jesús les narra la parábola del hijo pródigo es para enfatizarles algo que no
han caído en cuenta en relación con Dios–Padre: La misericordia, a pesar de un
hijo pecador y el otro calculador. A Jesús le interesa cambiar la idea de Dios–
Padre como alguien que lleva la cuenta de las faltas para después, juzgar; a
Dios-padre no le funcionan los números, ni los cálculos ni los méritos sino la
compasión que se convierte en reconciliación. Un problema histórico de la
religión natural es que nos lleva a actuar más como hijos mayores que como
pródigos o incluso como padres de misericordia.
San Pablo nos amplía la responsabilidad histórica con la reconciliación y la paz:
“Hermanos: el que vive según los sentimientos de compasión de Cristo es una
nueva creatura; para él todo lo viejo ha pasado. Ya todo es nuevo” Por eso (ante
tanta violencia) “nosotros somos embajadores de Cristo, y por nuestro medio, es
Dios mismo el que os exhorta a vosotros: ¡Dejaos reconciliar con Dios!”
(Segunda lectura).
P. Emilio Betancur