Domingo de Ramos en la Pasión del Señor
Levantad y agitad vuestros Ramos
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- Cuando a un animal se le castra, puede conservar su fuerza y aumentar
su apariencia y peso, pero siempre se le nota la falta de vitalidad, la
incapacidad que tiene de engendrar. El gallo de un antiguo gallinero
familiar, era un animal altivo, admirable, además de ser el procurador de
descendencia para los propietarios. Lucía planta y valentía, os lo digo por
experiencia. No así los caros capones que veía vendían en selectas pollerías.
2.- Os puede parecer rocambolesca la imagen, grotesca e inoportuna, mis
queridos jóvenes lectores, no me ofenderé si así pensáis, pero no se me ha
ocurrido otra, para explicaros mi descontento y enojo, cuando observo a
muchos mozos y mozas en la puerta de nuestras iglesias el Domingo de
Ramos. Llevan con displicencia un ramo, como si se sintieran avergonzados
de tenerlo consigo. Algunos prefieren quedarse con las manos vacías. No,
no es ningún pecado comportarse así. Pero es un gesto que denota una Fe
cansina, que se vive estéril mente.
3.- La gente joven de Jerusalén jugueteaba por la ladera del Olivete. Como
tantas veces hacían. Sin darle sentido alguno a su entretenimiento, pero sin
sentir satisfacción en ello. Hoy, el hoy de entonces, alguien rompe la
monotonía. Habla de un descendiente de David, de un mesías. De inmediato
cortan ramas de los árboles, olivos eran los que por allí crecían, hojas de
palmera, cualquier cosa que llamase la atención, y gritaron y saltaron en
honor de aquel desconocido. No le pidieron autógrafos, ni hacerse un selfie,
no buscaban satisfacer su vanidad. Se vaciaron de sí mismos y se
proyectaron confiados en el triunfo de aquel que llegaba. De aquel que era
aclamado por el pueblo, aunque las autoridades se empeñasen en querer
ignorarlo.
4.- Cambio de tercio. Ser joven implica aceptar el riesgo y mirar el futuro
con optimismo. Estar dispuesto a enamorarse porque sí, sin establecer
condiciones, sin poner límites, sin preocuparse de las posibles dificultades
que puedan surgir. Ya vendrá después el examen y consiguiente control de
sus pasiones y decisiones. Pero lamento contemplar mucha desidia.
Indiferencia a lo nuevo, si no va acompañado de un seguro e inmediato
rédito. Huir del crecimiento, sino asegura sacarle gran provecho. Pereza
mental y holgazanería espiritual. ¡Cuánto joven viejo pasa a mi lado! Si
callan los chiquillos hablarán las piedras, dice el Señor. Pero ¿y si los
jóvenes observan mudos e inmóviles cualquier escena que no les sea útil y
procure placer o riqueza monetaria?.
5.- Este domingo cuando acudáis a misa, mis queridos jóvenes lectores,
cuando antes de la liturgia eucarística recordaréis y ejerceréis
protagonismo, levantad y agitad vuestros ramos, sean de arbustos, árboles
o palmeras. Entre los asistentes, os contempla el Maestro y mira si sonreís,
si soñáis la Pascua cercana. No es una pesadilla lo que os propongo, es
situarse espiritualmente en Jerusalén y dejarse embargar por la celebración
litúrgica, que no es recuerdo nostálgico, es actualización feliz y exigente del
gran hecho de salvación que el Señor ofrece gratuitamente. Solo exige
esfuerzo, lealtad personal. Esta actitud exterior se os colará dentro y
vuestro corazón empezará a latir al son de la cercana Pascua.
6.- Cuando en el interior escuchéis proclamar la lectura de la Pasión del
Señor, reconoced que Alguien pasa delante, que sufre, se lamenta, duda,
pero avanza ¿en quién pensó el Señor cuando se dejó prender? Que cada
uno se pregunte: tal vez por mí y con sincera generosidad se diga: estos
días lo estudiaré y decidiré en qué debo cambiar.